Chapitre 34: Capítulo 34: Disculpas
Más tarde.
Goku iba con su bandeja de comida hacia el banco más próximo del lugar, llegó el receso y su hora de descanso; realmente necesitaba relajarse tras varios sucesos inesperados y extraños.
Intentó ser respetuoso con Rias, pero aunque él no fuera demasiado inteligente se podía percibir con claridad sus intenciones de hacerle parte de su peerage así como lo era Issei ahora mismo.
Si bien había aprendido a ser amable y humilde, los años con su abuelo también le enseñaron a desconfiar de la gente, y esta era una de aquellas ocasiones donde podía aplicar esa lección.
Rias no le daba buena espina y no se fiaba de ella, pero como según Suzaku ella era la protectora de Kuoh realmente no podía ser mala persona, ¿no?
Una cosa era desconfiar de ciertas personas, como Rias, y otra bien distinta era tener fe en otras, como pasó con Reynare, y al final se llevó un buen chasco, más razón para desconfiar.
Aunque no conocía de mucho a Suzaku ella le había demostrado su confianza al contarle aquellos datos tan importantes que desconocía, y al haberle dado eso consejos esta mañana.
Y también estaba el hecho de que Suzaku era una humana y se conocieron en circunstancias distintas, sobretodo ella le dijo la verdad desde el principio. Todo era bastante distinto.
-Ahora debería centrarme en hacerme más fuerte... pero antes de todo eso debo comer, prioridades son prioridades -habló Goku con una gran sonrisa en su rostro mientras caminaba.
Vio que Murayama estaba sentada sola y aprovechó en sentarse al lado de su amiga para hablar de lo que había sucedido ayer.
-¿Y Katase? Me extraña que no esté contigo -habló Goku con una sonrisa y Murayama no le miró a los ojos como solía hacer habitualmente.
-Tenía una duda en biología... y se la fue a presentar al profesor -respondió Murayama con desgana y Goku asintió ante tales palabras.
-Entiendo, pues... ¡itadakimasu! -exclamó el azabache juntando sus manos y empezó a comer con todas las ganas del mundo- ¡Delicioso!
Goku arqueó una ceja extrañado por el hecho de que Murayama no había tocado su plato. Es más, parecía bastante desanimada su amiga.
No hacía falta ser un genio para saber la razón, eso hizo que Goku se sintiera más mal por lo que hizo. Así que trataría de disculparse...
-Murayama, yo... -iba a decir Goku, haciendo el prefacio de su disculpa, pero Murayama le cortó.
-¡Me gustas Goku! ¿Contento? Eso me habría gustado decirte ayer pero no viniste -exclamó Murayama con el rostro enrojecido y Goku abrió sus ojos por las palabras que decía su amiga.
"...."
-No sé que pasó desde el día en que te enfermaste, pero algo en ti ha cambiado y lo sé: ahora te juntas con Aika, y hay rumores de qué la vicepresidenta y tú son amigos, ¿hay algo que me ocultas Goku? -preguntó la chica con seriedad.
Y sí, tenía razón. Con la llegada del sistema todo cambió para Goku, y también era cierto que pasaba más tiempo con Aika o Tsubaki que con Murayama, como antes de recibir el sistema.
La verdad es que le debía una gran disculpa a Murayama, no sólo por haber faltado ayer sino por no haber sido el amigo que ella se esperaba.
Así que Goku se arrodilló y presionó el césped con su puño derecho mientras que mantenía la mirada clavada en el piso ante los ojos bastante sorprendidos de su amiga Murayama.
-Murayama... te he fallado como amigo a lo largo de estos días, y la verdad es que estoy arrepentido por ello, sé que lo que pido suena imposible pero me gustaría que me perdones -habló humildemente Goku pidiendo disculpas.
Murayama esbozó una enorme sonrisa que se tradujo a un "sí, claro que te perdono" y le acarició con ternura el cabello azabache a su amigo.
Goku alzó la cabeza con una sonrisa e hizo un gesto triunfal al saber que Murayama le había perdonado, ahora tendría la conciencia tranquila.
-No te fallaré Murayama, si quieres podríamos quedar mañana y así... -Goku no pudo proseguir cuando Murayama intervino de nuevo.
-No es necesario Goku, además recuerda que mañana es el examen de biología... debes estar listo y seguro necesitarás mi ayuda -comentó la chica con una pizca de orgullo y Goku sonrió nerviosamente ya que Murayama dio en el clavo.
-La verdad es que sí... ¿me ayudas? Realmente es un tema difícil -añadió Goku rascándose la nuca.
Murayama soltó una carcajada ante aquellas palabras y un chibi Goku bajó sus hombros con derrota. Goku esperaba que el sistema le pudiera ayudar con el examen pero parecía imposible.
Murayama sonrió felizmente al ver lo adorable que se veía su amigo en estos momentos.
Sí, le gustaba Goku... pero ella sabía que tenía difícil salir con él y la verdad es que le gustaba esa relación amistosa que tenían... porque luego con el amor vendrían los desacuerdos y demás.
Y sabía que Goku no tenía esa clase de sentimientos hacia ella, así que solo arruinaría su amistad intentando arrastrar las cosas hacia aquel extremo, por eso esa preferible mantener la amistad y ella lo deseaba así. Era lo mejor.
Era difícil que te dejara de gustar una persona y más cuando era tu amigo y le veías todos los días, pero en ocasiones lo mejor es dejar que el tiempo haga su trabajo como mejor se le daba.
Transcurriendo.
Horas después.
Una muchacha rubia de ojos verdes caminaba un tanto desubicada, el vestido negro que llevaba y que cubría su cabeza como un velo indicaba que era una monja pero bastante joven y hermosa.
Estaba algo perdida pues era nueva en la ciudad, y para colmo era italiana y su japonés estaba por muy debajo del promedio, lo tenía difícil.
El mapa que le habían dado antes era un tanto confuso y la verdad es que estaba empezando a tener hambre, necesitaba parar en un local.
Gracias a dios vio uno, que estaba situado a unos metros, y como una niña pequeña corrió hacia él.
Abrió la puerta y al entrar vio que estaba medio lleno el sitio. La chica sonrió amablemente al ver a varias familias comiendo tranquilamente pero a la vez sentía algo de tristeza en su corazón.
Ella no tenía familia.
Juhee al ver que la chica estaba parada en medio del local se dirigió hacia ella para ver qué deseaba ya que Goku estaba ocupado.
-Buenas tardes, ¿desea usted algo, señorita? -habló Juhee con una amable sonrisa y la chica hizo un gesto de incomprensión al oírla.
-Perdón, pero no entendí nada de lo que dijo usted, no sé muy bien japonés... -mencionó en italiano la muchacha de cabello rubio cabizbaja.
Juhee reconoció que lo que hablaba la chica era italiano pero no tenía ni la más remota idea de lo que había dicho la bella niña de ojos verdes.
-¡Goku! ¡Ven y demuéstrame lo que te enseñan en clase! -Juhee exclamó, tal vez su empleado sabría algo de italiano, quien sabe- ¿Dónde andas?
Goku terminó de servir unos batidos y caminó hacia su jefa, después de charlar con Murayama siguieron dos clases y luego descansó un rato en casa, antes de volver al curro como siempre.
No encontró a Suzaku en ningún lado, pero la Himejima dejó una carta diciendo que había ido a investigar un par de asuntos y volvería más tarde.
-¡Sí chef! -Goku se paró militarmente viendo a Juhee, quien negó con la cabeza al ver al chico.
-Parece que es una chica italiana, y me imagino que en alla en su clase reciben clases de italiano, ¿no? -preguntó la mujer con curiosidad.
Goku estuvo a punto de negar semejantes palabras pero entonces recordó que tenía el sistema y la habilidad [Comprensión del lenguaje]. Es que todo eran ventajas.
-¡Ah, claro que sí! No se preocupe jefa, yo me encargo se esto -respondió Goku y Juhee asintió, convencida por la seguridad en las palabras de su empleado- Entonces, ¿cómo te llamas eh?
La chica se sorprendió por la fluidez del italiano con que hablaba el pelinegro enfrente de ella.
-Mi nombre es Asia Argento y soy una monja asignada a esta ciudad -se presentó Asia algo contenta de que alguien hablara su idioma.
-Vaya, ¿y qué haces aquí? Supongo que eres nueva en la ciudad -comentó Goku con una sonrisa.
-Siii, no hablo muy bien japonés y por eso no he podido localizar la iglesia de aquí -añadió Asia un tanto apenada por aquello y Goku sonrió.
-Creo que sé de qué lugar hablas, te llevaré pero antes debes comer, ¿no? me imagino que tendrás hambre -habló Goku y Asia asintió tímidamente.
Goku le indicó a Asia que se sentara mientras iba a traerle algo para comer, iba a aprovechar en acompañarla y luego entrar al castillo demoníaco.
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