Anoche preparamos un plan para ejecutarlo hoy. Dejamos a la mujer amarrada y vigilada con mis hombres, para poder irnos tranquilos a la casa y estar con nuestros hijos. Desde temprano he estado con Daisy en la empresa, investigando sobre la cantidad exacta que han estado lentamente robando de los fondos de la empresa; desde el penúltimo al último proyecto que se realizaron en este año, en el cual Daisy es quien lleva los números.
—Lo mejor será crear un documento legal con una cantidad mayor a la que él se echó al bolsillo, donde luego que firme, la empresa se encargará de transferir esos fondos a la nuestra, él estando presente o sin estarlo. El problema será buscar la forma de que lo firme.
—No te preocupes, de eso me encargo yo. Creo que tendrás trabajo doblemente hoy, porque serás tú quien protegerá a su amorcito— sonreí.
—¿Le dejarás el trabajo sucio a tu esposa?
—Sí, porque estoy seguro que cuando veas el juguete que te compré, vas a querer ser tu quien lo estrene.
—Me interesa— sonrió.
Luego de terminar en la empresa, fuimos a la casa para que ella viera su regalo. Abrí el baúl de la camioneta y le mostré el maletín largo que estaba esperando a ser abierto por ella. Una IWI Dan .338, se encontraba en su interior.
—Fue un regalo de un viejo y distante amigo, que algún día voy a presentarte. Esa hermosura pasó por mucho para llegar aquí, así que debes cuidarla bien porque la usarás cuando nos toque ir a buscar a la zorrita mayor. Solo pude reservar la cena en un restaurante en la ciudad, por lo que tendrás que posicionarte en el edificio que queda justo en frente. Me aseguré de que la mesa estuviera cerca de la vitrina para que se te hiciera más fácil la visibilidad y a una hora donde cuando te toque salir del edificio, se les hará difícil reconocer quién eres. Mis hombres estarán vigilando el edificio y Alfred estará esperando por ti en la camioneta para arrancar según bajes. Nos mantendremos en contacto por el micrófono y, según firme el documento— sujeté su mentón y me acerqué—, que el sello de la terminación de contrato sean sus sesos esparcido por toda la mesa— acaricié sus labios con mi pulgar y ella lamió mi dedo, riendo juguetona.
—Sigues siendo un maldito sádico y lunático, pero me encanta.
—Tendrás una buena recompensa luego, cosita — nos besamos como dos locos desesperados.
Dieron las siete de la noche, ya sería el famoso y más esperado banquete. Daisy ya estaba en el edificio, asegurándose de tener todo preparado y en orden para cuando fuera el momento. Los micrófonos ya estaban funcionando y mis hombres se encontraban dando rondas y vestidos en ropa casual; es la mejor manera de no levantar sospechas. Me puse unas gafas oscuras y un gorro negro, cuestión de que las cámaras no grabaran mi rostro. Las únicas que no fueron averiadas son las que están en el fondo del restaurante, pero ya luego me encargo de que mis hombres desaparezcan la evidencia.
El Sr. Philip se acercó a la mesa y me levanté para darle un apretón de manos.
—Buenas noches, Sr. Philip. Muchas gracias por aceptar mi invitación. Tengo mucho que hablar con usted. ¿Puede tomar asiento, por favor? — le hice seña para que se sentara y luego me senté.
—Gracias por la invitación, Sr. Frost. Estaba a punto de enviarle el último informe que se realizó del proyecto, pero se me adelantó— sonrió extendiéndome el documento.
¿Así que aún en mi cara se atreve a restregarme este papel y a sonreír como si de un juego se tratara? El descaro no tiene límites. Sujeté el documento y le di una breve ojeada.
—Veo que se esmeró, pero no debía hacerlo, Sr. Philip.
—¿Cómo qué no debía hacerlo? Por supuesto que sí. Yo personalmente lo hice para poder entregárselo a tiempo, ya sabe que para este tipo de cosas no se puede utilizar a las asistentes.
—Asistentes, ¿Eh? — sonreí—. Es una lastima porque me quedé sin una— su expresión se volvió seria—. ¿Le sucede algo, Sr. Philip?
—Permítame preguntarle la razón. Quiero decir, su asistente era muy inteligente y hacía muy bien su trabajo; al menos las veces que tuve contacto con ella, me pareció una buena persona.
—Resulta que me enteré de que me estaba robando, pero eso no importa, no creo que sea algo que se deba mencionar y, menos ahora que estoy robando de su tiempo— busqué en mi pequeño maletín los documentos y la evidencia donde claramente lo incrimina y los puse sobre la mesa—. ¿Podría darle una ojeada a esos documentos, por favor?
—Por supuesto— sonrió, y se colocó bien los espejuelos para leer.
Me quedé observando su reacción y vi lo nervioso que se puso. Me miraba por arriba los papeles y se notaba sudoroso.
—¿Podría explicarme lo que ahí ocurrió, Sr. Phillip? — sonreí.
—¿Qué es todo esto, Sr. Frost?
—Pensé que usted lo sabría mejor que nadie. ¿Cuánto tiempo me ha estado viendo la cara de imbécil? — recosté mis codos sobre la mesa.
—Todo tiene una explicación.
—La quiero oír.
—Fue su asistente quien planeó todo eso— tartamudeó.
—Oh, que pena, pero no se podrá interrogarla, ya que por desgracia, los muertos no hablan— sonreí.
Trató de levantarse de la mesa y coloqué mi mano sobre la de él.
—No te he ordenado a que te levantes, así que quédate tranquilo y asume tu responsabilidad. Fíjate que tengo una forma de acabar con este problema de una forma muy sencilla; a usted no le conviene que esto salga a la luz, ¿Cierto? A mí tampoco, por lo que le tengo un buen trato, que estoy seguro que lo va a considerar antes de cometer la estúpida idea de cruzar esa puerta, donde varios de mis hombres lo están esperando— sonreí—. De esto hablo— busqué los otros documentos, donde Daisy colocó más de la cantidad que había robado y lo disfrazó dividiéndolo en varias pequeñas cantidades, cuestión de que no pueda sacar cuentas ahora—. Y bien, léelo y tome una sabia decisión— sujetó los papeles y los miró, su rostro seguía sudoroso y reí.
Le di el tiempo de que leyera con calma y su rostro seguía palideciendo.
—Creo que es lo menos que puedes hacer, luego de haberte creído el más listo; a menos que prefieras que vaya más arriba. La decisión está en tus manos— sonreí.
—Esto es más dinero de lo que estaba estipulado en el segundo proyecto.
—Sí, es un cargo extra por daños emocionales en los que me ha dejado esta situación.
—Discúlpeme, pero podríamos buscar otra forma de resolver esto, por favor.
—Tengo otra, pero no creo que vaya a agradarle. ¿Quiere que le diga de qué trata?
—No, Sr. Frost— acercó el bolígrafo al documento y sus manos estaban temblorosas.
Al ver que firmó, recogí los papeles de encima de la mesa y me levanté para guardarlos en el maletín.
—Muchas gracias por su cooperación, Sr. Philip. Ha sido un placer; no obstante, le recuerdo que estoy prescindiendo de sus servicios y de nuestra asociación, haciendo válido esta terminación de contrato y transferencia del dinero de inmediato— era la señal que estaba esperando Daisy, por lo que me alejé de la mesa ligeramente.
El disparo no se escuchó del todo, por obvias razones, pero el sonido de los cristales al romperse, hizo a todo el mundo correr, gritar y evacuar el lugar. Me quedé observando la escena desde una distancia prudente para asegurarme de que ese tiro haya sido igual de certero que los demás. Esa mujer me sorprende cada día que pasa. En la mesa y en el suelo eventualmente se había esparcido la sangre y los sesos de lo que alguna vez fue el Sr. Philip. Su rostro estaba irreconocible y totalmente jodido como para que lo reconocieran de inmediato.