Planeaba ocultarle la situación a mi padre, pues sé que si logra saber la verdad, no va a dudar en castigarme. Esta situación puede causarme problemas; acabo de usar una táctica que se supone que no use en una persona que no quiero matar. Todo pasó tan rápido, que no medí mi fuerza.
Al llegar a mi casa, mi padre me estaba esperando. Su saludo fue un golpe en la cara.
-¿En qué demonios pensabas, John? Tus órdenes eran muy claras. No llevas ni dos semanas en ese maldito colegio y acabas de hacerle daño a alguien. Te acabas de delatar sin darte cuenta. ¿Crees que una persona normal va a atacar a otra de la forma que lo hiciste? Si ese muchacho se muere, vamos a tener problemas.
-¿Cómo supiste, papá?
-Te tengo vigilado, idiota. Ruega de que ese muchacho no le pase nada, o de lo contrario, vas a pagar también. ¿Quedó claro?- me gritó.
-Sí, papá.
- Arrodíllate - me ordenó.
Ya sabía lo que venía, así que lo hice sin protestar. Si no lo hago, será peor.
Me arrodillé y quité mi camisa.
-Cuenta hasta veinte.
Comencé a contar y, la suela punzante de su zapato la golpeó contra mi espalda. Sus zapatos tienen una especie de pequeñas navajas para defenderse, en caso de que algún enemigo trate de atacarlo y él no tenga un arma encima.
No era nada diferente a lo que estaba acostumbrado; normalmente me daba de 50 a 100, pero dado el caso, supongo que está ahorrando los demás por si ese idiota se muere.
Traté de no quejarme, no puedo negar que dolía demasiado, pero ya era un dolor a lo que me había poco a poco acostumbrado.
-No lo volveré hacer, papá.
-Quiero que te acerques a la chica.
-¿Qué?
-Quiero que te acerques a esa chica. Ahora que hiciste eso, si te manda a investigar con su padre, tendremos problemas. Vas a tener que mantenerla tranquila, al menos, mientras terminas lo que queda de semestre. Luego de eso, nos vamos a encargar de matarla.
-Está bien, papá. ¿Puedo levantarme?
-Sí, habla con la sirvienta para que te cure esas heridas.
-Está bien-asentí con mi cabeza y me levanté.
Fui donde la sirvienta y fue quien desinfectó mis heridas. Estas heridas son lo único que me hacen sentir vivo.
Al día siguiente no tuve que ir a buscarla, ella mismo vino a mi. Se vería muy sospechoso que luego de tratarla tan mal, quiera hacerme el buen amigo con ella.
-Toma- me dio una caja blanca con una cinta roja alrededor.
-¿Y esto qué es?- nunca había visto algo parecido.
-Es un regalo. Son unos chocolates que hice yo misma. Quería agradecerte nuevamente por lo que hiciste ayer.
-No tenías que molestarte.
Planeaba decirle que no me gustan las cosas dulces, pero en realidad no podía hacerlo. ¿Cómo puedo decir que me gusta o no, algo que nunca he probado?
-¿Quieres salir conmigo?- pregunté directamente.
Fue la mejor forma que conseguí para tenerla cerca. Nunca le he pedido a nadie eso y, tampoco sabía que debía decir, así que dije las cosas como son, nada de rodeos.
-¿Qué?- se quedó sorprendida por un instante, y sonrió-. ¿Ya tan rápido caíste?-hubiera querido responderle eso, pero me contuve y solo fingí una sonrisa-. De acuerdo, seamos novios-en la forma que lo dijo, me dio estrés.
¿Por qué precisamente con ella?
Comenzamos a salir y estuvimos tres meses juntos. Durante esos tres meses, conocí varias facetas de ella que no había visto antes en nadie. Sin darme cuenta, había dejado de verla con desprecio y, sé me hacía más fácil hablar con ella y manejarla.
Caminábamos como esas parejas de enamorados por la escuela, y al salir de ella también. La acompañaba a la casa y la mantuve como mi padre me ordenó. Ella no representaba un problema, ya no la veía como un objetivo, no sé cuándo dejé de verla así. Lo que temía era que me empezara a gustar y, eso creo que pasó. Me acostumbré a pasar esos momentos con ella, por más que traté de que eso no sucediera. Caí en mi propia trampa, pero no era algo que quería que nadie lo notara. Sabía que todo lo que comienza, se tiene que terminar y, tarde o temprano tendría que matarla, pero aún así, muy en el fondo guardé las esperanzas de que aún no sería el momento. Faltaban tres meses más para que terminara el semestre.
Por otro lado, el problemático regresó a la escuela luego de haber estado 3 semanas fuera. Cada vez que nos ve nos mira a mal y ambos lo ignoramos. No dudo que en algún momento trate de hacerme algo para vengarse.
Leonardo
-Algo me dice que el joven se está enamorando de esa chica, Señor. Su estado de ánimo ha cambiado, e incluso se la pasa pensativo y en las nubes. Permítame decirle que si continuá permitiendo esto, esa mujer va a hacer que su hijo se duerma y lo madruguen más fácil.
-¿Qué está qué?- pregunté.
-Sí, se la pasa hablando por teléfono con ella. La lleva a la escuela con él, la lleva a la casa, salen a dar una vuelta como si estuvieran saliendo de verdad. Se está desviando del camino, señor.
-Hay que salir de este problema entonces. Mi hijo no se puede salir del camino, luego de todo lo que he hecho por él, y lo que me ha costado.
-¿Qué hará, señor?
-Tengo una buena idea. Él mismo va a tener que tomar una decisión; veamos cuán preparado está. Veamos si realmente aprendió algo de su padre, porque por más que le he dicho que no pierda el tiempo en esas pendejadas como el amor, ha hecho lo que se le ha dado la gana-sonreí.