Algunos hombres y mujeres parecen locomotoras de vapor, traqueteando regularmente sobre sus vías, reduciendo su marcha al subir las colinas y acelerando alegremente al bajarlas. Otros son como automóviles de combustión interna que toman diferentes carreteras pero que de tanto en tanto se quedan sin combustible y tienen que aguardar a ser repostados.
Lo Po parecía ser un cohete con una cantidad inagotable de combustible. Siempre estaba estallando, lanzando de aquí para allá, ruidoso, a veces detestable, pero siempre haciendo saber que no podías ignorarle. Su rostro, expresión y gesticulaciones le recordaban a Burton las estrofas finales del Kubla Khan de Coleridge:
Y todos deberían gritar, ¡Cuidado!, ¡Cuidado! ¡Sus llameantes ojos, su flotante pelo! Teje un círculo tres veces a su alrededor, Y cierra tus ojos con sagrado temor, Para que él te alimente con ambrosía, Y te dé a beber la leche del Paraíso.
Li Po, conocido también como Li T'ai-Po y Tai-Peng, había nacido el 701 D.C. en la ciudad oasis de Yarkanda. En la época de su nacimiento, el enorme territorio desértico no pertenecía a ningún reino chino. Yarkanda se hallaba en una ruta comercial entre Persia y China, y el tatarabuelo de Li Po había llegado allí procedente de China. Según la tradición familiar, había sido expulsado por alguna razón política. Se llevó consigo a su esposa e hijos, y su hijo mayor se casó con una mujer de idioma turco, una uigur. Su hijo menor se casó con una mujer china; el segundo hijo de su matrimonio había tomado por esposa a una mujer afgana-uigur.
La familia prosperó, y cinco años más tarde nació Li Po, y se dirigió con sus padres hacia la provincia china sudoccidental de Szechwan. Se instalaron en una ciudad que contenía a muchos extranjeros, persas zoroastrianos, hindúes, judíos, cristianos nestorianos, y musulmanes de Persia, Afganistán y la zona de Mesopotamia. Li Po aprendió los idiomas de todos ellos, y más tarde añadió el coreano y algunos dialectos japoneses a su stock.
Medía unos centímetros más de metro ochenta, una altura atribuida por los chinos a su sangre extranjera. A una temprana edad, empezó a componer poesía y beber vino. Aunque alcanzó una gran reputación como borracho más adelante en su vida, no fue condenado por ello. El beber mucho era algo endémico entre las clases superiores; el licor era considerado como una ayuda para abrir la puerta a la inspiración divina. La velocidad a la cual podía componer poesía estando borracho asombraba a sus contemporáneos. Sorprendentemente, muchos de esos poemas eran lo suficientemente buenos como para situarle entre los más destacados poetas chinos.
A sus veinte años, inició su etapa errante por la cual muchos poetas, hombres de estado y artistas chinos se hicieron famosos. Durante un tiempo se convirtió en un caballero andante, un vagabundo que intentaba desfacer entuertos con su espada. Durante este tiempo, mató a varios guerreros en duelo y fue ampliamente conocido como un demonio con la espada. En una ocasión, fue encarcelado por matar a un hombre en una disputa de taberna, pero escapó antes de que se pudiera dictar sentencia.
Sin embargo, era muy estudioso, y aprendió, entre otras cosas, la física y la química de su tiempo.
En muchos aspectos, no fue solamente el Byron de su época, sino también el Burton. Como este último, vagabundeó por todas partes, se convirtió en un erudito y un excelente espadachín, era políticamente ingenuo, se irritaba suavemente ante cualquier tipo de sufrimiento, era versado en muchas lenguas, y no era demasiado discreto ni educado.
Al contrario de la mayoría de los hombres chinos, sentía una clara simpatía hacia los sufrimientos y la vida casi de esclavas de las mujeres chinas. Esto, sin embargo, no le impedía explotarlas. Aún descontando sus baladronadas, era un hombre extraordinariamente viril. ¡«Tres mujeres a la vez no son suficientes!»
Tras sus días de caballero andante, vivió durante un tiempo con un ermitaño llamado Tung Yen-tsu en el Monte Min en el País de Shu. Allí perfeccionó su conocimiento y su amor hacia la filosofía taoísta y se convirtió en una especie de San Francisco. El y Tung criaron y adiestraron pájaros salvajes, y les enseñaron a acudir al sonido de sus voces para ser alimentados en sus manos.
Los «ermitaños» chinos, sin embargo, no eran como los anacoretas occidentales. Normalmente eran hombres que se habían retirado de la vida pública, pero vivían con sus familias y sirvientes y a menudo recibían amigos y viajeros.
Cuando tenía veinticinco años, Li Po abandonó el País de Shu para viajar por las provincias del este y del norte. Pasó un cierto tiempo en Anlu, en Hubei, debido a que se
había enamorado de una mujer llamada Hu. Se convirtió en su primera esposa, y le dio varios hijos antes de morir.
En una ocasión, viajó con un amigo a un famoso lago, pero el amigo murió allí. Li Po enterró su cuerpo cerca del lago, pero, puesto que su amigo deseaba ser enterrado en su tierra ancestral, Li Po lo desenterró, lo envolvió, y trasladó su cuerpo sobre sus hombros durante centenares de kilómetros hasta Wuchang, en Hubei.
No tenía dinero para comprar un caballo. Se lo había dado todo a los pobres.
La reputación de Li Po como poeta hizo que el emperador T'ang, Hsüan Tsung, lo llamara a su corte en el año 742 D.C., pese a que el arrogante poeta se había negado a pasar los exámenes para acceder al servicio civil. Li Po se sintió disgustado con el abandono y la indolencia de Hsüan, con la corrupción de los oficiales de la corte, y con el consecuente empobrecimiento y grandes sufrimientos de la gente. En una ocasión, llamado a presentarse ante el rey para recitar sus poemas, Li Po se presentó borracho en el palacio e insistió en que el jefe eunuco, un oficial muy poderoso, le quitara las botas. Eso hizo que perdiera todos sus amigos en la corte y que los espías del emperador lo vigilaran muy de cerca.
Eso hizo también que Li Po tuviera que viajar a muchos lugares para buscar nuevos patronos. Eso no le importó, porque le encantaba ir de un lado a otro.
Su segunda esposa murió, y él y su tercera esposa se divorciaron de mutuo acuerdo tras un matrimonio muy corto. Su cuarta esposa iba a sobrevivirle.
En el año 757 D.C., el decimosexto hijo del emperador, el príncipe de Lin, reunió un ejército y partió, supuestamente para luchar contra el rebelde An Lu-shan. Li Po, sin saber que Lin pretendía rebelarse contra su padre, se unió a él.
Por aquel entonces tenía cincuenta y siete años, pero me sentía muy fuerte y ágil para mi edad. Pensé que aún no era demasiado tarde para conseguir un poco de gloria como guerrero, y el emperador podría así cambiar de opinión acerca de mí y elevarme a algún puesto de importancia. Al menos, quizá me concediera una pensión.
Desgraciadamente, la traición de Lin fue expuesta por uno de sus hermanos mayores, y sus fuerzas fueron masacradas. Li Po fue sentenciado a muerte culpable de complicidad, pero el emperador decidió que Li Po era un poeta demasiado grande como para matarlo. Fue desterrado, pero fue perdonado cuando tenía sesenta años. En su camino de vuelta a la casa de su cuarta esposa, se emborrachó en un barco e intentó agarrar su reflejo en el agua. Cayó por la borda, pilló una pulmonía, y murió poco después.
¿Estabas realmente convencido en aquel momento de que podías agarrar tu propia imagen en el río? había preguntado Frigate.
Sí. Y si hubiera llevado encima una copa más de vino, lo hubiera conseguido. Ninguna otra persona hubiera podido hacerlo, pero yo sí.
¿Y qué hubieras hecho con ella? había preguntado fríamente Nur.
¡La hubiera nombrado emperador! ¡Cincuenta hombres no pueden conquistar a Li
Po! ¡Dos Li Po hubieran podido conquistar toda China!
Se había echado a reír tan fuerte y prolongadamente que los otros se convencieron de que incluso él sabía que su fanfarronada era ridícula. Sin embargo, no estaban completamente seguros.
El más grande borrachín del mundo había dicho Frigate.
Li Po se había despertado de entre los muertos en la orilla del Río. Allí había iniciado de nuevo sus vagabundeos, pero, como decía, estaba acostumbrado a esta vida. En la Tierra, había ido arriba y abajo por todos los grandes ríos de China y muchos de los pequeños.
Una noche, fue despertado en su cabina por un hombre enmascarado y encapuchado. Ese extraño era el mismo que había despertado a Burton y a muchos otros para alistarlos
a su causa. De los muchos reclutados por el Etico renegado, Loga, Li Po había sido uno de los muy pocos en alcanzar la torre.
¿Y qué es lo que has aprendido durante tu estancia aquí? había preguntado Nur
¿Cómo te ha cambiado, en mejor o en peor, si es que te ha cambiado de alguna forma?
Al contrario que tú, mi musulmán si herético amigo, yo no creía en un después. Estaba de acuerdo con los Sabios en que el mundo de los espíritus no es asunto nuestro. Tenía la seguridad de que, cuando muriera, me convertiría en carne podrida y luego en polvo, y eso sería todo. Despertarme en el Río fue un gran shock, el peor de mi vida.
¿Dónde estaban los dioses que me habían alzado de entre los muertos, los dioses en los cuales no había creído? No había dioses ni demonios aquí, solamente seres humanos como yo que, aunque en otro mundo, no sabían más que yo acerca del porqué y el cómo de lo que habían sabido allá en la Tierra. ¡Pobres desdichados! Pobres ignorantes tropezando en la oscuridad. ¿Dónde estaban aquellos que nos habían prendido de nuevo, convirtiéndonos en pequeñas llamitas buscando a la llama madre?
¿Dónde están las nieves del año pasado? dijo Frigate. Es fácil responder a eso. Se fundieron y se convirtieron en nubes, y hoy vuelven a ser nieves de nuevo.
Al final de su vagabundeo en la Tierra y en el Mundo del Río, Li Po había alcanzado la torre. Parecía no haber cambiado, lo cual, decía Nur, era lamentable. El Mundo del Río estaba diseñado para hacer que la gente cambiara. El alto, delgado, agraciado hombre de diabólico rostro y ojos verdes y pelo negro atado en un moño sobre su cabeza lo único que hizo fue reírse de ello.
La perfección sólo puede cambiar hacia peor.
Había redecorado su suite de tal modo que se parecía al palacio del Glorioso Emperador. Había reproducido de los archivos de la Computadora muchas famosas pinturas chinas, y estaba pintando otras personales suyas. Estas no eran duplicados de sus creaciones terrestres sino escenas del Mundo del Río.
Tengo todo lo que tuvo el emperador y mucho más. Excepto, por supuesto, millones de súbditos y muchas esposas y concubinas. De hecho, ni siquiera tengo una esposa, y por ello soy tan pobre y más miserable que el más bajo de los campesinos. No por mucho tiempo, de todos modos.
Había una mujer acerca de la cual los historiadores no sabían nada, aunque Li Po había escrito doscientos poemas sobre ella. Esos poemas, sin embargo, se hallaban entre sus nueve mil obras perdidas.
En el Lu Oriental, una parte del Shantung del siglo XX en la parte norte de China, Li Po había construido una casa contigua a una taberna de la que era propietaria la familia de su cuarta esposa. Y en la taberna había una esclava que servía a los patronos; su nombre era Hsing Shih. En inglés, Puñado de Estrellas.
La mujer más hermosa que jamás haya visto. Me perdonaréis, Alice, Aphra, por decir eso. Ambas sois por supuesto muy hermosas, pero seguramente estaréis de acuerdo conmigo, puesto que sois bastante inteligentes para vuestro sexo, que es muy posible que no seáis las más hermosas del mundo.
»Puñado de Estrellas era tranquila, de hablar suave, y poseía modales elegantes que estaban completamente fuera de lugar en aquella taberna y no eran apreciados por los clientes. No era una chica campesina. Su madre había sido una concubina del Glorioso Monarca, y Puñado de Estrellas se suponía que era hija suya. Esa paternidad, sin embargo, fue cuestionada cuando la madre de Puñado de Estrellas fue descubierta en adulterio con un guardia del palacio. La madre y el amante fueron decapitados, y Puñado de Estrellas, entonces con nueve años, fue vendida a un rico mercader. Este se la llevó a la cama cuando tenía diez años. Tras cansarse de ella, sus seis hijos ocuparon por turno su lugar a medida que iban alcanzando la pubertad. Cuando el mercader perdió su fortuna y murió poco después, Puñado de Estrellas fue vendida a mi suegro, el propietario de la taberna. Se convirtió en su concubina, y fue tratada bien, relativamente hablando al
menos, aunque tenía que trabajar en la taberna. Después de que yo me casara con su hija, llegué a conocer bien a Puñado de Estrellas. Me enamoré apasionadamente de ella. Por supuesto, yo todo lo hago apasionadamente. Tuvo un hijo mío. Pero murió unos pocos días después de nacer de unas fiebres. Aunque no le temo a nada, yo no deseaba tener problemas bajo mi techo. Mi esposa era muy celosa y propensa a la violencia. Tenía una cicatriz en mi hombro causada por su cuchillo para probarlo. Así que ni Puñado de Estrellas ni yo dijimos nunca a nadie quién era el padre.
Si fuera sólo una compañía íntima lo que Li Po deseaba, hubiera elegido a un hombre. Pero necesitaba una mujer, y sus pensamientos se enfocaron en Hsing Shih. Podría encontrar más tarde a sus antiguos camaradas para hallar en ellos el calor masculino y reír con ellos y conseguir un estímulo mental.
La primera cuestión para localizar a Puñado de Estrellas era: ¿estaba disponible en los archivos de la Computadora?
Estos empezaban el año 97.000 A.C., cuando los predecesores de los Éticos habían aterrizado en la Tierra. (Loga había dicho que habían empezado aproximadamente el
100.000 A.C., pero hablaba en términos aproximados, redondeando las cifras.) La Computadora señalaba el año 97.000 A.C. como el Año Uno de su cronología. Así pues, teniendo en cuenta que Puñado de Estrellas había nacido el año 721 D.C., según el calendario occidental, su año de nacimiento era el 97.724 según la cuenta de la Computadora.
Li Po había ordenado que la búsqueda empezara ese año y en la zona donde ella había nacido. Puesto que el palacio del Glorioso Monarca era un lugar muy importante en China, era probable que los agentes Éticos lo hubieran fotografiado, así como sus ocupantes.
Las grabaciones distaban mucho de ser completas, sin embargo. Era posible que hubiera muy pocos films hechos en aquel lugar durante la dinastía T'ang. Li Po, sin embargo, había reconstruido los rasgos de Puñado de Estrellas con la ayuda de la Computadora y su memoria, la cual, como las de Burton y Nur, aferraba del mismo modo que las garras de un águila.
La Computadora había extrapolado entonces el rostro de la mujer hacia atrás, modelando sus rasgos como debían haber sido en su infancia.
Con esto como modelo, la Computadora había rastreado sus archivos en aquella zona y período. Y la había localizado, no sólo una sino tres veces. Li Po podía considerarse muy afortunado... por ahora.
Su wathan estaba identificado ahora a partir de los films, que fotografiaban más que su cuerpo. Utilizando esto como referencia, la Computadora rastreó los más de dieciocho mil millones de wathans en el gran pozo central de la torre. Si Puñado de Estrellas estaba viva en el Valle, su wathan no estaría en el pozo, y la suerte de Li Po habría terminado. Pero la Computadora lo encontró. Quince minutos más tarde, entregaba a Puñado de Estrellas, vía conversor e-m, en el apartamento de Li Po.
Se mostró impresionada y confusa. Había resultado muerta en aquellos horribles días cuando en la orilla este las piedras de cilindros había fallado en proporcionar comida a los habitantes de la orilla este. Ella, junto con otras hordas, había cruzado el Río en botes para luchar por la comida que aún recibían los moradores de la orilla oeste. No sabía entonces que las resurrecciones de los muertos habían cesado, y así había esperado despertar de nuevo en algún otro lugar a lo largo del Río.
En vez de ello, allí estaba en un extraño lugar, uno que obviamente no pertenecía al
Valle. ¿Y quién era aquel compatriota que le sonreía como un demonio?
Realmente, al principio pensó que yo era un demonio diría más tarde Li Po. Se equivocó a medias añadiría. No me reconoció hasta que yo no hablé. Entonces lo comprendió todo, y lloró durante largo rato.
Li Po había necesitado la mayor parte de la noche tan sólo para explicarle lo que les había ocurrido a él y a ella. Luego tuvo que dejarla dormir, aunque ansiaba meterse en la cama con ella.
No soy de los que fuerzan a las mujeres. Ella debía consentir primero.
Todo el mundo acudió a su suite a conocer a la recién llegada. Por supuesto era hermosa y delgada, un poco más de metro y medio de altura, huesos y carne delicados, pero bien redondeada y con largas piernas. Sus ojos eran grandes y marrón oscuro, e iba vestida con el mismo tipo de ropas que había llevado en la Tierra. No era tan tímida como Li Po la había pintado. El Mundo del Río la había cambiado en ese aspecto. Su voz era, sin embargo, baja y ronca cuando hablaba en esperanto. Hablaba fluentemente una docena de idiomas o más, pero el inglés no era uno de ellos.
Burton se sintió irritado pero, por una vez, se controló. Puñado de Estrellas era ya algo inevitable. Reprocharle al chino el haber roto el acuerdo de no resucitar todavía a nadie trastornaría a la mujer, y únicamente conseguiría que Li Po discutiera con él o, peor aún, lo desafiara a un duelo. Burton había perdido toda su autoridad. Ahora que la situación había cambiado y el peligro había desaparecido, ya no podía seguir siendo el capitán de aquel grupo de fuertes individualidades. Cada uno de ellos podía hacer lo que quisiera.
Burton consiguió sonreír, pero su voz lo traicionó. Gruñó:
¿Cuántas más planeas traer contigo?
No muchas. No soy un maníaco. Burton resopló.
Los Seis Holgazanes del Bosquecillo de Bambú, mis inmortales compañeros. Te gustarán. Mujeres para ellos, y quizá unas cuantas más para mí. Mis honorables padres, mis hermanas y hermanos, y una tía a la que quise mucho. Mis hijos. Por supuesto, primero tengo que encontrarlos.
Frigate gruñó y dijo:
Una invasión. El Peligro Amarillo acecha de nuevo.
¿Qué? dijo Li Po.
Nada. Estoy seguro de que todos nos sentiremos felices y complacidos.
Voy a ver cuántos de ellos puedo localizar y traer dijo Li Po.
Frigate sonrió y le dio una palmada en el hombro a Li Po. Apreciaba mucho al poeta, aunque, como los demás, a veces se sentía irritado con él.
Peter Jairus Frigate había nacido en 1918 en North Terre Haute, Indiana, cerca de las orillas del río Wabash. Aunque se calificaba a sí mismo de racionalista, creía, o afirmaba creer, que cada zona terrestre poseía sus propiedades psíquicas únicas. Así, el suelo del condado de Vigo había absorbido las peculiares cualidades de los indios que habían vivido allí y de los pioneros que los habían arrojado de sus tierras y se habían establecido en su lugar. Su propia psique, empapada con los efluvios de amerindios y naturales de Indiana, nunca podría verse libre de ellos por mucho que se evaporaran en otros climas y tiempos.
En un cierto sentido, contengo pieles rojas y hombres de la frontera.
Su voz recordaba a la gente la de aquel actor cinematográfico de Montana, Gary Cooper, pero de tanto en tanto el acento de Indiana se asomaba en ella. A veces alargaba las eses, e intercalaba expresiones típicas, y deformaba otras palabras con su acento peculiar.
En su infancia, se había visto sometido a la Ciencia Cristiana, aquella mezcla de filosofía hindú y budista transmutada a la religión occidental por la trastornada y neurótica Mary Baker Eddy. Sus padres habían sido originalmente Episcopalistas Metodistas y Baptistas, pero había ocurrido un «milagro» cuando la tía de su padre fue enviada a casa
desde un hospital para que muriera de un cáncer incurable. Un amigo le había recomendado que leyera La Clave de las Escrituras y, mientras lo estaba haciendo, el cáncer había remitido. La mayor parte de la familia de Frigate en Terre Haute se había convertido en devotos discípulos de Eddy y de Jesucristo como Científico.
El niño Peter Frigate había confundido de alguna manera la figura de Jesús con aquella de los científicos sobre los cuales leía a la edad de siete años, el doctor Frankenstein y Doolittle y Van Hesling. Dos de ellos estaban implicados con la devolución de la vida a la gente muerta, y Doolittle, al que más tarde fundió con San Francisco, estaba implicado con animales que hablaban. El precoz e imaginativo muchacho visualizó a un barbudo Cristo envuelto en una túnica trabajando en un laboratorio cuando no estaba recorriendo otros lugares y predicando.
¿Debemos operar ahora, Judas? Creo que esa pierna va ahí, pero no tengo ni la menor idea de dónde viene este ojo ni en qué lugar encajarlo.
Esta conversación tenía lugar cuando Jesús estaba intentando resucitar a Lázaro. El problema se había complicado con los otros cuerpos que habían sido depositados en la tumba de Lázaro antes que él. Tras permanecer tres días en un agujero en unos riscos en aquel clima cálido, Lázaro estaba más bien descompuesto, y de ahí la confusión. De ahí también las máscaras antigás que llevaban Jesús y sus ayudantes, Judas y Pedro, encima de sus mascarillas quirúrgicas.
Cerca de ellos había enormes retortas con líquidos burbujeantes y un generador estático lanzado retorcientes chispas eléctricas de polo a polo, y otro equipo de laboratorio de aspecto impresionantemente hollywoodiano. Este equipo no procedía del film Frankenstein, que no apareció hasta 1931, sino de una película muda seríalizada que Frigate había visto cuando tenía seis años.
Judas, el tesorero de la organización del doctor Cristo, que dependía enteramente de contribuciones voluntarias, estaba nervioso acerca de los gastos.
Esta operación va a dejarnos a cero le dijo roncamente al gran científico.
Sí, pero piensa en la publicidad. Cuando el millonario, José de Arimatea, se entere de eso, vendrá corriendo con montones de siclos. Además, es deducible de sus impuestos.
En años posteriores, cuando pensaba en aquella escena, Frigate estaba seguro de que por aquel entonces no sabía nada acerca de cosas tales como publicidad y deducciones de los impuestos. Debía haber reconstruido su imaginación infantil. La imaginación trabaja tanto hacia atrás como hacia adelante, mejor, de hecho.
Quizá fue esta versión de Cristo como científico lo que inclinó al joven Frigate hacia la lectura de la ciencia ficción. Aunque siguió leyendo también a Swift, Twain, Doyle, London, Dumas, Baum, y Homero, y también leyó la Biblia, y una edición de John Bunyan ilustrada por Doré. En algún lugar, muy profundo en las bullentes y lodosas profundidades de su subconsciente, sus impulsos religiosos se mezclaban con su adoración hacia la ciencia como salvadora de la humanidad. Las primitivas revistas y libros de ciencia ficción que leyó se basaban en la premisa de que la racionalidad, la lógica y la ciencia sacarían al Homo sapiens del lío en que se había metido durante los últimos cien mil años. Entonces no había aprendido todavía, pese a que vivía en una civilización altamente tecnológica, que la Vieja Edad de Piedra, la Media Edad de Piedra, la Moderna Edad de Piedra, la Edad de Bronce, la Edad de Hierro, y la Edad Media estaban en todo niño recién nacido. Un equipaje que acompañaba a todas las personas a lo largo de toda su vida. Pocos eran los que conseguían librarse de aquella impedimenta, y nadie podía desembarazarse totalmente de ella. Bien, Nur podía ser una excepción.
Hay algunas cosas acerca de esas eras que son deseables había dicho Nur. Yo no me he librado completamente de ellas, estoy seguro.
Cuando Frigate tenia once años, sus padres cayeron en una apatía religiosa. Dejaron de acudir, durante un tiempo, a la Primera Iglesia de Cristo Científico en el bulevar
Hamilton en Peoria. Pero aunque no deseaban que su hijo mayor dejara de asistir a la iglesia, no deseaban tampoco transportarlo cada mañana a la Iglesia de Cristo Científico. Así que lo apuntaron a la escuela sabatina de la Iglesia Presbiteriana de la avenida Arcadia, que estaba a una distancia que podía recorrerse a pie.
Fue allí donde se metió de cabeza y a toda velocidad teológica en la predestinación. Aún no se había recuperado de la concusión del alma y del trauma filosófico resultantes de la colisión.
Todo el mundo se convirtió para mí en un asilo para convalecientes después de eso
le había dicho Frigate a Burton en una ocasión. Bueno, es posible que esté exagerando algo.
Hasta entonces, Frigate había estado convencido de que uno era recompensado con el Cielo si vivía una vida llena de buenas acciones y pensamientos y sin la menor duda acerca de la existencia de Dios y la validez de la Biblia.
Los presbiterianos mantenían que no había ninguna diferencia aunque tú creyeras que estabas lleno de gracia y llevaras una vida cristiana ejemplar. Dios había decretado miles de años antes de que tú nacieras, antes de crear el universo, de hecho, que esta persona aún no nacida sería salvada y que esa otra persona aún no nacida sería condenada. Su creencia era como la teoría de Twain del predeterminismo. Desde el momento en que el primer átomo golpeó contra el segundo átomo creado, una cadena de movimientos se había puesto en marcha a fin de que ese primer átomo colisionara con el segundo átomo en ese ángulo determinado y a esa velocidad determinada. Si el ángulo o la velocidad hubieran sido distintos, todo lo que hubiera ocurrido a partir de entonces hubiera sido diferente. Tu curso a través de la vida estaba ya establecido. Nada de lo que hicieras podía cambiarlo. Todas tus acciones estaban predeterminadas. Para utilizar el lenguaje de computadoras del siglo XX, preprogramado.
El problema era que no podías decirte a ti mismo: «¿Qué infiernos?», y llevar una vida impía de disolución. Tenías que comportarte como si fueras un completo cristiano. Lo que era peor, tenías que ser uno. Tenías que creer realmente; no podías ser un hipócrita.
Pero no podías saber hasta después de tu muerte si Dios te había elegido para subir volando al Paraíso o para caer a las eternas llamas del Infierno.
Realmente, si los presbiterianos tenían razón, podías ser una persona malvada durante toda tu vida. Pero si Dios te había señalado como uno de los salvados, te arrepentirías en el último momento y ascenderías sin problemas a las bendiciones eternas. ¿Quién, sin embargo, iba a correr el riesgo de que esto ocurriera o no?
»Hubiera debido contarle a mis padres mis agonías espirituales al respecto. Ellos me hubieran enderezado diciéndome que no existe eso que se llama predeterminación, ni un Infierno literal. Al menos, hubieran intentado tranquilizar mi mente. Pero no les dije nada, lo cual te puede dar una idea de mi comunicabilidad... y sufrí. Ellos, por supuesto, no tenían ni idea de lo que me estaban enseñando allá en aquella iglesia a la que podía irse caminando. Un corto paseo a la Desesperación, la Duda, y el Infierno.
¿Tanto sufriste realmente? había preguntado Burton.
No todo el tiempo. Sólo de tanto en tanto, aquí y allá. Después de todo, era un muchacho saludable y activo. Y observé que si los adultos en la iglesia creían realmente en la predeterminación, no se comportaban como si lo creyeran. No estaban en absoluto obsesionados por las dudas y los pesares acerca de su extraña doctrina. Aparentaban estar de acuerdo en la iglesia, y olvidaban todo aquello tan pronto como salían por su puerta. Antes quizá.
«Además, leyendo acerca de la vida de Twain, vi que él no creía en este universo sin Dios y estrictamente mecánico. Actuaba como si poseyera libre albedrío pese a que hablaba mucho acerca de su ausencia en los seres humanos.
A la edad de doce años, Frigate se convirtió en un ateo.
Más bien, debería decir, un devoto creyente en la ciencia como nuestra salvadora. La ciencia tal como es utilizada por la gente racional. No obstante, había olvidado lo que Swift había dicho, implicado al menos, acerca de que la mayor parte de la gente era como los yahoos de sus Viajes de Gulliver.
Se había apresurado a rectificar y modificar su afirmación. La mayor parte de la gente eran simplemente brutos como los yahoos; sólo una minoría eran genuinos, absolutamente auténticos yahoos. Una minoría bastante importante, sin embargo.
La ciencia podía ser nuestra salvadora únicamente en un sentido limitado, y si no se abusaba de ella. Pero abusamos y utilizamos mal todas las cosas. Eso no lo aprendí realmente hasta que tuve treinta y cinco años, de todos modos. A la mitad de mi vida, como Dante, estaba justo frente a las Puertas del Infierno.
A él le tomó largo tiempo darse cuenta de que la gente es irracional la mayor parte del tiempo, y normalmente más que eso había dicho Nur. ¡Vaya sorprendente revelación!
No sólo la Era Paleolítica, sino también el mono bípedo vive en nosotros había dicho Burton. No estoy seguro, sin embargo, de que esto no sea un insulto a los monos.
Frigate había mantenido durante muchos años que no existía nada parecido al alma. Pero entonces pensó que si Dios no le había proporcionado al Homo sapiens un alma, entonces éste debería fabricarse su propia alma. Escribió una historia basada en la idea de almas artificiales que aseguraban a la gente la inmortalidad que Dios, si existía, había olvidado crear.
Por todo lo que sabía, nadie había pensado nunca en aquello, y le ofrecía una muy buena premisa para una novela de ciencia ficción. También le hizo consciente de que, en algún lugar dentro de él, seguía creyendo que solamente la humanidad podía salvarse a sí misma. No había ningún salvador que acudiera de los Cielos o de otro planeta para redimir a la humanidad.
Estaba equivocado, y sin embargo en lo cierto había dicho Frigate. Nuestra salvación era el alma sintética, pero había sido inventada por una especie extraterrestre.
Esa alma, el wathan, no es nuestra salvación había dicho Nur. Es solamente un medio para alcanzar un fin. La salvación debe seguir saliendo de nosotros.
La ciencia y el impulso religioso se habían combinado para construir el Mundo del Río y el wathan, pero esos solamente podían llevarte un trecho del camino. A partir de ahí, la ciencia se desvanecía como el sol en el ocaso, y la metafísica tomaba su lugar.
Mientras tanto, tenías que vivir un segundo tras otro, moverte con el fluir del tiempo. Te gustara o no, tenías que dormir y comer y excretar y, como Burton decía, cultivar tu yo con la debida atención hacia los demás. Podías formular preguntas, pero si no recibías respuestas en este momento, podías esperar recibirlas algún día.
Cuando Frigate fue presentado a Puñado de Estrellas y habló con ella durante un ralo, pensó tener una cierta dificultad en comprenderla. Ella hablaba esperanto, pero puesto que había vivido en una zona ocupada principalmente por chinos del siglo VII D.C. y sabinos italianos del siglo v A.C., su esperanto estaba repleto de palabras desconocidas. Al cabo de un rato, se disculpó y regresó a su apartamento. Como Burton, se sentía preocupado porque Li Po no había consultado a sus compañeros acerca de Puñado de Estrellas. El grupo necesitaba nuevos miembros; ocho no eran suficientes como para proporcionar la variedad y la frescura necesaria. Estaban muy unidos a causa de las dificultades que habían tenido que sufrir mientras se debatían para alcanzar su meta, pero su intimidad había hecho de ellos una familia, y como la mayor parle de las familias, se ponían a veces nerviosos los unos con los oíros y se peleaban a causa de trivialidades. Excepto Nur.
Frigate pensaba que era a la vez correcto y necesario resucitar a otros. Pero esos otros tenían que ser cuidadosamente considerados antes de ser admitidos. No necesitaban busca-problemas.
Li Po había abierto las compuertas. El resto del grupo desearía resucitar a sus propios muertos, y actuando así no habría límite al número de los que podían ser traídos hasta allí ni consideración hacia sus cualificaciones.
Burton sentía lo mismo que Frigate y, sin la menor duda, la mayor parte del grupo también. Sin embargo se veía imposibilitado, por ahora, de controlar a esos individualistas. Era un hombre valiente, fuerte y osado, pero no era un buen líder excepto en situaciones que requerían una acción inmediata y violenta. Simplemente no era un administrador para tiempos de paz.
Nur el-Musafir debería ser la persona a la que siguiera y obedeciera el grupo ahora, pero no se había presentado voluntario para el cargo, y probablemente no lo haría nunca. De todos ellos, era el más prudente. Sabía que nadie podía controlar el inevitable movimiento hacia la anarquía.
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