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60% El chat grupal de la pared invisible / Chapter 21: Persiguiendo al perseguidor

Chapitre 21: Persiguiendo al perseguidor

Alejandra se montó en su moto y esperó por el mensaje de su amigo. Unos segundos después llegó el mensaje a su teléfono, lo sacó y lo miró. El restaurante estaba un poco retirado de donde se encontraba pero conocía bien el lugar. Su última cita la había llevado ahí.

Se puso el casco y aceleró rápidamente, no prestó atención a la velocidad a la que iba hasta que una patrulla de vialidad la siguió para detenerla. Pero ella no tenía tiempo que perder así que aceleró más rápido para perderla de vista, entró en una calle transitada y esquivo los autos, lo que fue más difícil para la patrulla que terminó perdiéndola de vista.

Con el tiempo aún corriendo, se dirigió rápidamente a su destino. Se estacionó a la entrada de un supermercado y caminó hasta el restaurante.

Al entrar le pidió a la señorita de la entrada que le diera la mesa que estaba detrás de la de su objetivo mientras pasaba al baño. Mientras un mesero ponía un vaso de agua y la carta de alimentos en su mesa ella entró rápidamente a uno de los cubículos del baño y se cambió a la ropa que llevaba en su maleta. Salió al espejo y se maquilló. Se puso una peluca rubia y salió para sentarse en su mesa.

Tan pronto como se sentó el mesero le ofreció la carta de vinos, Alejandra le agradeció y abrió la carta, viendo como el mesero se retiraba continuó viendo la carta mientras disimuladamente colocaba un pequeño micrófono en la silla que estaba detrás de ella.

Levantó la mano para llamar al mesero y pidió una ensalada chica con una cerveza oscura de barril. Después de pedir sabría que los meseros no la molestarían más así que se centró en la conversación que ocurría detrás de ella pero antes de poder escuchar algo un hombre se sentó delante de ella. Cuando levantó la mirada descubrió que era el hombre del parque y por un momento su mente quedó en blanco.

-¿Qué haces aquí?

-Estoy aquí porque acabo de terminar un trabajo con un cliente, pero yo debería preguntarte ¿qué haces aquí? Según recuerdo me habías prometido una comida para ayer hace tres días y me dejaste plantado. Creí que ya no te volvería a ver y coincidentemente te encuentro en el mismo restaurante donde vine con mi cliente. Creo que el destino quiere que nos encontremos.

Alejandra hizo un gesto de arrepentimiento profundo.

-Uy, lo siento. Me salió un trabajo inesperado y creo que me centré tanto en terminarlo que se me pasó nuestra cita de encontrarnos en el parque para ir a comer. Si no has comido con tu cliente aún te lo puedo compensar ahora.

El hombre le dio una mirada profunda llena de incredulidad, tristeza y decepción.

-Me duele que te hayas olvidado de mí pero me duele más que me muestres tú indiferencia invitándome ahora después de saber que vine a cenar con un cliente solo para salir de la deuda, pero como soy un hombre bondadoso lo dejaré pasar y aceptaré tu oferta.

-No lo decía con esa intención, pero si de verdad te molestó podemos quedar para comer otro día.

-Te acompañaré en tu cena hoy y me compensaras el haberme dejado plantado con una cita por un día completo.

Alejandra no supo que contestar, estaba claro que quería pagar el favor que el hombre le había hecho y disculparse por faltar a su palabra, pero ¿una cita? ¿se lo pedía en serio o era una broma? Además, con los casos que debía resolver y necesitaban toda su atención, no tenía tiempo que perder en citas.

-No sé si ahora tenga tiempo para citas, estoy en medio de dos trabajos que debo completar lo más rápido posible y no estoy segura de cuando estaré libre.

-Si quieres rechazar la cita está bien, no necesitas dar explicaciones, con la comida me conformo.

-No es que me esté escusando para rechazarte, en serio. De verdad tengo trabajo que terminar y apenas estoy obteniendo resultados, así que no podría salir de momento pero si me das tiempo podría avisarte cuando termine.

-Lamentablemente solo tengo como forma de comunicación que me encuentres en el parque pero ya vimos que no es muy efectiva esa forma.

-Ay, de verdad lo siento. Está vez seré yo quien te de mi número, así podrás hablarme y te daré la dirección de mi oficina, puedes ir a buscarme cuando quieras. Aunque no estoy en mi oficina muy seguido, lo más seguro es que me hables al móvil.

-Me parece perfecto. ¿Quién habría pensado que esta noche saldría con el número de una hermosa mujer de aquí?

Alejandra no supo que pensar de su comentario y su respuesta más natural fue reírse.

-Tú no te ves mal vestido de traje, de hecho te queda muy bien. Te ves muy atractivo hoy.

-¿Sólo hoy?

-Bueno, si no fuera por el cabello largo y la barba desaliñada que tienes, te verías muy bien.

-Entonces lo consideraré para nuestra cita.

Alejandra volvió a reírse.

El mesero los interrumpió cuando llegó con el pedido de Alejandra y se lo entregó con una sonrisa antes de voltearse hacia el hombre frente a ella.

-¿Le puedo ofrecer algo señor?

-Tráigame un poco de whisky seco por favor.

-¿Quieres quedar bien conmigo?

-La verdad me gusta el whisky de esa manera pero si además me hace quedar bien frente a ti vale la pena, es como matar dos pájaros de un tiro.

-Necesitaras más que solo whisky para impresionarme.

-Siempre que el whisky falle puedo emborracharte, eso nunca falla.

-Pues tendrás que esforzarte, no me emborracho con facilidad.

-Siempre podemos intentarlo, puede que pruebe ser un contrincante digno.

-No suena muy convincente del hombre que pide un matcha para beber.

-No dejes que mis gustos en bebidas te engañen, soy polifacético y poco predecible.

-Tendremos tiempo de comprobarlo en nuestra futura cita entonces.

-Ya la estoy esperando con ansias.

El mesero entrego el whisky que había ordenado el hombre y tras asegurarse que no se les ofrecía nada más se retiró.

Mientras tanto en la mesa a espaldas de ellos se llevaba una entretenida conversación hasta que Amanda se levantó al baño. Cuando Alejandra la vio, la siguió al baño.

Se asomó antes de entrar y encontró a Amanda revisando que no hubiera nadie en el baño antes de entrar y cerrar un cubículo. Alejandra entró cuidadosamente procurando hacer el menor ruido posible y se quedó parada bloqueando la entrada para evitar ser molestadas. Se escuchó un tono de llamada en el cubículo antes de escuchar la voz de Amanda.

-Bueno, Fernando soy yo. Sí, estoy en el restaurante con Alejandro en este momento y me acaba de presentar a su tío Raúl, el que quiere ser presidente. Al parecer están hablando de un negocio que les va a dejar muchas ganancias y planean salir libres a través de buenas obras que están haciendo. Van a poner una planta eólica de energía como fachada externa mientras que al interior de la planta se llevaran a cabo otros tipos de negocios muy diferentes. ¿Quieres que consiga una lista de los socios comerciales? Esas son cosas que no lleva a su casa, me parece que las tiene guardadas en una caja del banco pero no puedo ingresar sin su cuenta y la llave. No es tan fácil, necesito que me la dé por su propia cuenta con una carta poder, lo difícil será convencerlo de hacerlo. ¿Cómo se supone que se lo sugiera sin que sepa que fui yo? Ya sé, ya sé que ese es mi trabajo. En cuanto encuentre la manera te avisaré para llevar a cabo el plan. No, yo te contacto, bien, adiós.

Tan pronto como Amanda terminó de conversar, Alejandra salió discretamente del baño sin producir sonido antes de que Amanda saliera del cubículo.

-Hola, ya regresé.

-Creí que habías escapado de otro acosador dejándome con la cuenta nuevamente.

-No te preocupes, no hay puertas traseras al lado de los baños aquí.

-¿Quiere decir que si las hubiera me habrías dejado ya?

-Tal vez pero te lo habría hecho saber de antemano, no creas que sería tan cruel como para dejarte sin avisarte.

-Bueno, al menos eso me hace sentirme un poco mejor. Al terminar la cena, ¿quieres que te acompañe a tu casa?

-No es necesario, iré a trabajar después de esta pausa.

La cara del hombre se vio decepcionada pero no dijo nada y se mantuvo pensativo el resto de la cena.

Cuando la mesa de atrás terminó su charla y pidió la cuenta, ella también pidió su cuenta.

-Ahora yo te invito el whisky, así saldaré mi deuda del café.

-Aunque el café fue más barato, ¿es tu forma de librarte de nuestra cita?

-Para nada, te estoy pagando con intereses. La cita es mi disculpa por dejarte plantado.

El mesero trajo la cuenta, ella la pagó, se recargó en la silla de la persona de atrás y se disculpó mientras retiraba sigilosamente el micrófono y se despidió del hombre. Caminó al baño y se cambió nuevamente a su ropa de moto, se quitó el maquillaje y la peluca. Al salir corrió a su moto y descubrió una infracción en ella por estacionarse sin ser cliente, maldijo un poco y arrancó, se quedó a una cuadra del restaurante y cuando vio la limusina salir la siguió.

La limusina llegó hasta la residencia de Alejandro y entró. Tras asegurarse que no salían más tarde, regresó a su casa a dormir y ver el último video que quedaba.

Al llegar a su casa, prendió su tablet y se recostó en el sofá.

El video número diez mostraba a un hombre caminando al rededor de la residencia, era un hombre corpulento con una espesa barba, tenía el cabello corto y un tatuaje de la virgen en el brazo. Caminó por unos diez minutos al rededor de la residencia y se alejó.

Alejandra vio que había un nuevo video y lo abrió. Se veía la limusina entrando en la residencia, le parecía que no había mucho que ver ya que estaba presente pero algo le llamó la atención. Volvió a repetir el video desde el inicio y lo detuvo cuando la limusina entraba en la residencia. Se sentó de golpe en el sillón y miró fijamente la imagen frente a ella.

Su imagen estaba reflejada en una de las ventanas polarizadas del auto y detrás de ella parecía haber un hombre observándola. No se alcanzaban a ver bien sus facciones a causa de la distancia pero reconocía esa fisionomía. Era la misma que el hombre que la estaba siguiendo en el parque. Parece que la coordinación nunca dejó de seguirla y ella ya lo había olvidado. Pero ahí estaba la evidencia de que todas sus acciones no eran desconocidas para la coordinación.


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