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44.44% Última Centauri / Chapter 4: Nada más bello que beber veneno

Chapitre 4: Nada más bello que beber veneno

El auto, un impasible Chrysler Windsor del 51, le pertenecía legalmente a Zoey, bueno algo por el estilo. Su padre - quien siempre había tenido esperanza de que su único hijo fuera del cromosoma impar - se lo hubo regalado al acabar la universidad como su único legado familiar hasta que ellos murieran. Aún así, Mut lo conducía cada vez que se daba la situación - no obstante, el modelo le llegó a apasionar al punto que si por él fuera lo hubiera conducido cada día sin excepción -, que con naturalidad llegaba cada madrugada de sábado, cuando abandonaron el karaoke. Al principio Zoey lo meditó bastante, pero después de reflexionar días y noches por la impaciencia de Mut por manejarlo, accedió, y valla que le sorprendió para tratarse de alguien quien ha tenido poca experiencia manejando. Quizá comprendía el acto de conducir ya de forma inconsciente - basta experiencia tenía ya con las atesoradas reliquias familiares -, tal y como un recio instinto al lustro pasado en donde su padre y la famosa pickup tt eran uno solo. Sea como fuere, ese día en específico era distinto, pues habían partido con gran anterioridad a lo previsto. La situación así lo demanda, dijo Zoey antes de entrar Mut en el asiento del conductor y dirigirse directamente a su apartamento en Haight Ashbury. Bueno, "directamente" sería especular demasiado, realmente la quimérica mente de Mut no dejó de divagar durante todo el trayecto, recordó… "Suspicious Mind", de Presley.

El caso fue que algo así como cinco o seis meses, desde el gran evento catalizador, tuvieron que pasar para que Mut encontrará el coraje para pedirle, de una vez por todas, ser su novia. El acto lo realizó en el baile de invierno, rodeado de luces estroboscópicas y una escenografía que ella misma había montado. Allí, obviamente, se sentía brutalmente presionado, pero lo hacía con ese mismo propósito: Demostrarle que tenía valor.

Al momento de pedírselo, Mut toco y entonó un cover de la misma melodía que ahora evocaba con tanta vehemencia inconsciente.

- Zoey. - Continuó vigoroso sosteniendo un coraje que le era totalmente ajeno. - ¿Quieres ser mi novia?

Ella no titubeó, su respuesta al igual que la pregunta de Mut fue clara y concisa. Lágrimas perlaron sus ojos, al tiempo que cubrió su boca con ambas manos, como queriendo contener un inminente "Sí" - respuesta genérica -. Su esfuerzo fue en vano.

- ¡Te amo Mut, claro que sí!

Los aplausos inundaron el salón y en la cara de Mut dejó de reflejarse una mirada de incertidumbre, que mutó en una de amor al mundo. Dentro de lo mejor del cabal ahí - claro, sin tomar en cuenta a Zoey quien coronó por completo al vivido corazón de Mut - presente se figuraron los vítores de aquella hipócrita gente que alguna vez lo había hecho a un lado. Tal y como una simple basurilla sin valor. Maestros y alumnado, ahora celebraban un gran triunfo en su vida. Ninguno de ellos suscitaba idea alguna de lo que había tenido que hacer para llegar hasta ahí.

Simultáneamente al impetuoso beso suscitado entre ambos, Zoey lo atrajo hasta la pista de baile donde tropezó en un lapsus con los pies de ella. Mut trato de pedir disculpas demasiado tarde cuando otro gran éxito del artista en cuestión que tanto le rememoraba a Zoey se hizo escuchar. Amor en su máximo estado de quintaesencia, podría con razón sustituir el título original: Can't Help Falling in Love. Viéndose Mut sin escape alguno, el plan que tanto hubo organizado se convirtió en uno de ella para arriesgar su suerte. Tampoco había sido fruto de mera coincidencia, pues, con anterioridad, él ya había intentado bailar con ella durante una pequeña reunión al comienzo del semestre; como ha de ser obviado, no salio para nada bien, por lo que desde entonces Mut había intentado concentrarse más en lo que sí le salía bien. Como la música, subjetivo.

Aunque después de todo, "Arriesgar su Suerte" no salió tan mal. Mut no puede jactarse de haber bailado fantásticamente, pero al ser una tonada bastante movida, sus dobles pies izquierdos apenas pasaron desapercibidos. Y más que preocuparse, aquel vigor que con tanta astucia lo había gobernado volvía allí para compensarlo por su cometido. A Mut le gustaba, de hecho bastante, al punto de ser de las últimas parejas - porque oficialmente eso era ya, una genuina "pareja" - en abandonar el baile. Fue el cielo para Mutrick y, probablemente, también para Zoey quien no pareció flaquear su sonrisa perfecta durante toda la velada. Simplemente ese se convirtió en uno de los mejores días en la vida de Mut. Y de facto, a posteriori Zoey crearía un gran cambio entre ambos.

Por más difícil y/o imposible que pareciera, ella así se lo había propuesto, - y eso esplendía, a pesar del reto que representaba - en concreto exhortó a Mutrick a guiarse por el camino de lo "correcto" y no de la persona precaria que se estaba formando. No obstante, de alguna forma, él jamás se mostró de acuerdo. Claramente Mut nunca cambió por completo, pero por lo menos logró subir significativamente sus notas lo suficiente como para lograr graduarse con un promedio estándar de la universidad. Aun así, Mutrick también le enseñó de sí, y comenzaron a salir por la noche casi todos los viernes, cosa que ella no acostumbraba ni jamás pensó que haría. Pero terminó por encantarle casi tanto como a él. Durante su postrer año Mut celebró jubiloso junto con Zoey una victoria más sobre su malhadada existencia al recibir el premio a la "Pareja más Duradera".

Al salir de la universidad Zoey consiguió un muy buen pagado trabajó como asistente en una corporativa de San Francisco. Cabe destacar que tampoco era el hito del siglo para la raza femenina en un mundo políticamente guiado (al menos en su gruesa mayoría) por el clásico hombre de negocios, aunque para ser su primer empleo - siendo bastante generosos -, decía maravillas de ella. En cambio Mutrick tuvo que conformarse con ser el asistente de la Guardia Costera de San Francisco; trabajó en el que cayó claro debido a su falta de profesionalidad. O por lo menos eso era cuando soñaba despierto y luego abría los ojos y veía que solo era un simple salvavidas. Ello llegó a estimular el yugo comprendido por los rumores de su relación - pues parecía claro que las malas lenguas jamás dejarían de acecharlos -, rumores que a fin de cuentas se estancaban en tan solo eso; llanos rumores.

A Mutrick siempre le había gustado fantasear. En ese trabajó por lo menos se divertía y solía practicar algo de guitarra cuando nadie lo vigilaba. La música realmente le inspiraba fortaleza traída de ningún lugar para afrontar una vida destinada a jamás volver a ver a su familia; porque a fin de cuentas, por poco que así lo quisiera, la nostalgia era un sentimiento persistente de su día a día. Sí, con Zoey a su lado, y ciñéndose para ellos un futuro brillante le era imposible siquiera plantearse volver la vuelta hacia atrás y descomponer la vitalidad que con tanto vigor se había formado. Cuando en esta clase de contemplaciones musicales Mut languidecía, el clásico y esperado deja-vu traído desde su pasado oscuro en la universidad se hacía entrever. La cuestión en cuanto a su empleo no radica realmente en la suposición prevista por muchos de que Mut se jactaba de ser un gran nadador, solo acepto y lo aceptaron porque el puesto estaba vacante y nadie más lo quería. ¡Vamos es San Francisco puedes hacer algo mejor!, llegó a decirse. Aunque… no es realmente que Mut estuviese desbocado por encontrar trabajo - como por cierto, lo había estado Zoey -, ya que es tácita la naturaleza propia y característica propia de él. Mut no fue un nonchaloir, - jamás como lo había sido su padre - simplemente se atrevía a sojuzgar la vida de forma plenamente suya y de nadie más.

Los años pasaron y él pasó de ser el asistente del maestro salvavidas, a convertirse él mismo en el maestro salvavidas y en la cabeza de él, fue eso lo que les proporcionó los fondos necesarios para mudarse a un departamento juntos. Los padres de Zoey, como es natural en toda familia ejemplar, se preocuparon por tal precipitada decisión que había tomado su última y más joven hija, pues las dos hermanas mayores de Zoey hubieron abandonado el nido a una edad mucho más madura. No obstante, conocían relativamente bien a Mut, al punto de acceder a que ambos disfrutaran de lo que el arduo trabajo les había legado. Empero, Mut sostenía una versión ligeramente diferente de la que todos mantenían por contado. En concreto reflexionaba - no sin abstenerse a remordimientos a posteriori - acerca del otro gran trabajo que había encontrado ella como organizadora de eventos en una cadena hotelera famosa por sus presentaciones en vivo - cosa que le dio la oportunidad a Mutrick de asistir a los eventos organizados por ella y de vez en cuando sustituir a uno que otro artista rezagado -, el cual no representaba ni por asomo para él la razón de su éxito; ni tampoco el constante esfuerzo que ambos hicieron por abstenerse de vez en cuando de ir al karaoke Darklight. No, había sido por su nuevo trabajo como maestro salvavidas, solo eso. ¿Cómo se le llama a dichas especulaciones sostenidas por Mut? Ego, probablemente. Empero, sería desconsolador e impropio adjetivar a grosso modo. ¿No? Después de todo la madre de Mut, por mucho que lo amará, jamás llegó a considerarse a sí misma como una persona válida y con igualdad de derechos que el resto de la humanidad; como claro dejó en claro la noche que se dejó esclavizar por las bestiales garras de su dueño, más que esposo. Sintetizando, podría concluirse que el yerro incumbió en trifulca de esa familia disfuncional.

Una vez se mudaron juntos, él sabía que las cosas irían mucho mejor, no solo entre él y ella, sino también como el inicio de una nueva vida: por fin Mutrick estaba dejando de ser un niño. Con el aumento de la responsabilidad, él se propuso tres nuevos objetivos que jamás hubiera imaginado durante su vida hippie: Comenzar a tomarse las cosas más enserio, buscar un nuevo trabajo y proponerle matrimonio a su bella dama. Oh si, era bueno el nuevo Mutrick. Pasaban los días, que aparentaban ser meses y ni su trabajo ni su aparente propuesta de matrimonio eran visibles en el horizonte, aunque él seguía con en vista en alto. La madurez no le arrebataría sus fantasías. Su camino llegada a la madurez era inminente, aunque en el fondo seguía siendo ese despreocupado universitario que hace apenas 4 años solo le importaba su guitarra, por ello y porque a ella le seguía encantando, aun continuaban yendo ambos al mismo karaoke todos los viernes como mínimo.

Y mientras esa misma noche, Zoey recordaba cómo había ganado el concurso de primavera que organizaron hace 4 años, Mutrick se preguntaba cómo haría para pedirle matrimonio a la mujer que había cambiado su vida.


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