Tyler frunció el ceño con irritación. Se sentía tan mareado que sus sentidos y pensamientos se desordenaron. No sabía dónde estaba, que estaba haciendo y porque tenía tremendo dolor de cabeza, que no lo dejaba pensar bien.
Sus ojos trataron de abrirse en un esfuerzo descomunal de su parte, pero lo único que pudo ver, fue el contorno borroso de algunas personas. Personas que entraron en pánico al ver su repentino movimiento.
Los gritos, llantos y órdenes no pararon de llegar a sus sensibles oídos, lo que lo irito aún más.
"¡¡Ya cállense!! ¡Déjenme dormir!" Gritó Tyler mientras daba un pequeño panotazo al aire.
Grazo error. Ya que estando en la condición que estaba, Tyler no pudo medir, ni regular su propia fuerza. Lo último que volvió a sentir, era que todo volvía a dar vueltas a su alrededor. Además de la inevitable gravedad haciendo efecto.
'¿Que demonios está pasando?'
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Horas antes.
Ciudad de México.
En un pequeño patio de no más de 3 metros cuadrados. Se encontraba un adolescente. Media unos 1,7 metros de altura, con un poco de sobrepeso. Su rostro era ovalado, pero gracias a sus exuberantes mejillas lo hacían ver más obeso de lo que realmente era. Sus ojos eran de un color café y estaban a medio cerrar, dándole una vibra un poco perezosa, con ojeras debajo de estos.
Una larga manguera se encontraba en sus manos, regando regularmente las pequeñas plantas que tenía en unas pocas macetas y suelo.
Marcus cerró el flujo de agua, enrolló la manguera y la guardo en un pequeño cuarto de su casa. Soltando un pequeño suspiro, tomo una silla de madera y se sentó bajo la fresca sombra del único árbol en su patio.
"¿Ahora que hago?" Preguntó mirando al cielo. Talvez esperando una respuesta, talvez solo quería desahogarse un poco.
Hace unos días que su madre y único familiar, había muerto. Después de lo que se denominó, el gran despertar. Dónde toda la población mundial sufrió un desmayo simultáneo.
Su madre tuvo la mala suerte de encontrarse en un bus de transporte público, dirigiéndose a su trabajo. Bus que se descarriló y se estrelló de lleno con un pequeño edificio.
A su funeral no asistió nadie a excepción de el mismo. Ni siquiera sus compañeros de trabajo. Pero era comprensible, ese día todos perdieron a alguien importante para ellos.
El dolor de su perdida fue mucho para afrontar para Marcus, pero había algo que lo inquietaba más. Pocos días después de su fallecimiento, llegó una carta con su mismo puño y letra, dirigido a su persona.
En esta carta, su madre le contaba que ella no era tan ordinaria como muchos podrían pensar. Ella era una descendiente de un clan familiar con mucho poder en esta parte del continente americano.
¡El clan mobius!
La carta continuó explicando que ella había sido expulsada de esté, por no tener talento en ningún área de interés del clan. Pero que el como su descendencia tenía el derecho de someterse a una prueba de parte del clan y así ver sus facultades.
Prueba que se realizaría 3 días después de entregada la carta. En pocas palabras, hoy.
El miedo y el nerviosismo fueron las dos emociones que prácticamente lo dominaron por completo.
Miedo por no saber exactamente qué era el clan mobius y que harían con el.
Nerviosismo en parte porque también tenía una pequeña esperanza. Esperanza de que su destino de un giro completo con esta prueba.
Ding Dong
El sonido del timbre se su casa lo levantó de su silla como si está tuviese resortes. Un poco emocionado y nervioso, Marcus abrió la puerta.
La persona frente a su puerta, era un hombre de mediana edad con unos jeans clásicos y una camisa de color blanco bien abotonada.
El hombre bajo la cabeza y leyó una planilla que tenía en sus manos.
"¿Marcus López?" Preguntó levantado la cabeza. A lo que Marcus asintió.
Escribiendo algo en su planilla el hombre se hizo a un lado y señaló a un auto a su espaldas. "Por favor, entré."
Marcus asintió, cerró la puerta de su casa, abrió la puerta trasera del auto y se subió. Una vez dentro se dió cuenta que no era el único. Otros dos jóvenes se encontraban a su lado, compartiendo el mismo nerviosismo que el.
Después de unos minutos recogiendo a más jóvenes y subiendolos a los otros autos en la pequeña caravana. Los autos se dirigieron a lo que parecía un aeropuerto privado.
Al bajar de los autos, hicieron que los jóvenes formarán pequeñas filas, dónde los llamaban por sus nombre y los subían a un helicóptero. Cuando llamaron su nombre, Marcus tragó saliva y subió. Dónde un hombre lo sentó y colocó todas las medidas de seguridad pertinentes.
30 minutos después, unos 15 helicópteros despegaron de la pista en una dirección desconocida para Marcus.
Su nerviosismo no lo dejaba pensar en nada más que las posibles pruebas y lo que pasará si falla. Para mantenerse alejados de esos pesimistas pensamientos, miró a su alrededor. Examinando con detenimiento a sus compañeros en esta extraña travesía.
Lo primero que llamo su atención y que evito que pudiera apartar su mirada, era una muy hermosa joven de cabello castaño y ojos verdes. Miraba todo a su alrededor con inmensa curiosidad, eventualmente cruzaba miradas con alguien y lo saludaba de manera muy extrovertida.
La joven al sentir una mirada, volteó la mirada para verlo. Al hacerlo le dedicó una sonrisa que marcó los lindo ayuelos en sus mejillas sonrojadas.
Marcus sintió que su corazón latía a mil por hora y aparto la mirada apresuradamente con un gran sonrojo en el rostro.
La belleza y lindura de la chica lo habían enamorado. Pero sabía que una chica así estaba totalmente fuera de su liga. Tenía que ser realistas, siempre se había mirado a espejo y se había sentido inconforme con su apariencia, lo que bajo un poco su autoestima.
Durante todo el viaje, siempre llegaba a su mente la recurrente idea de echar un vistazo de aquella hermosa chica. Pero siempre había tenido un gran autocontrol y por otro lado, muy dentro de si. Un gran orgullo.
Nunca supo porque era tan orgulloso. Cada vez que la idea de echar un vistazo llegaba a su cabeza, su orgullo le impedía actuar de tal forma deplorable y no quería dar una mala imagen. Asi que todo el viaje, tenía una expresión de indiferencia, eso sumado a sus ojos medio caidos, le daban una imagen un poco perezosa y distraído.
Por los audífonos de aviación llegó a escuchar que ya se acercaban a su destino y con curiosidad miró al exterior, como el resto de sus compañeros.
¡La vista era increíble!
A la mitad del infinito azul del océano, se encontraba una isla. La isla era muy grande, con varios puertos en sus costas, con sus respectivos yates y barcos atracados al muelle. Una pequeña ciudad en su interior y un gran aeropuerto al que se dirigían.
Marcus no pudo apartar la mirada por un buen rato. Las playas de aguas cristalinas, casas con hermosa arquitectura construidas en la cercanía de la isla y encima del mismo océano. Edificios impresionantes, que bien podían ser comparados con Lotte World Tower de Corea del Sur.
Le parecía un paraíso en la tierra.
Después de que su helicóptero aterrizará, los subieron a un auto y llevaron a lo que parecía un gran estadío de fútbol, pero sin grama. Un gran terreno plano con grandes gradas alrededor.
Las gradas estaban desérticas, a excepción de unas cuantas personas que los miraban con curiosidad.
Marcus contó alrededor de 200 jóvenes como él. Eso era raro, ya que con el vinieron no más de 50 jóvenes. Pensó que talvez vivían en la isla, o venían de otro lugar o país.
Después de unos minutos parados en el mismo lugar, un hombre de mediana edad obeso, se les acercó. A sus espaldas un joven traía una gran caja a sus espaldas con gran esfuerzo.
El hombre no presto ninguna atención al pobre chico a sus espaldas y los miró a todos con indiferencia.
"Algunos de ustedes ya sabrán que haremos a continuación. Pero lo repetiré para aquellos que son ignorantes." El chico a sus espaldas bajo con mucho cuidado la caja a sus espaldas y la abrió para que todos pudieran verla.
"Está será una prueba del despertar." El hombre se calló por un momento, disfrutando de las expresiones de sorpresa de la gran mayoría de jóvenes presentes. "Lo que tengo a mis espaldas, es uno de los más grandes secretos del clan." Con eso dicho el hombre sacó un paquete de la caja, que constaba de un pequeño frasco con un líquido azúl y su respectiva jeringa. "Una vez que llame sus nombres, subirán y serán inyectados. Aquellos con el talento suficiente podrán despertar. Si no lo hacen lamento decirles que jamás podrán despertar."
"Con todo eso dicho, comencemos. Juan Ramírez." Gritó el hombre.
Marcus no podía creer lo que oía. ¿Una inyección que podía ayudarte a despertar? Sus ojos no pudieron apartarse que aquellos frasco, incluso con su autocontrol.
Pero pronto esa exitación y pasión, se vieron lentamente apagados por la fría realidad. Ya que incluso después de que 100 jóvenes se habían sometido a la vacunación, ninguno había logrado despertar nada.
"Marcus López."
Al escuchar su nombre, Marcus sintió que su corazón se paró por un breve momento. Tomo unas pocas respiraciones, apretando y soltando el puño para tratar de calmarse y al sentirse preparado, subió.
El hombre lo miro con indiferencia, se colocó un par de guantes de látex. Abrió uno de los paquetes, llenó la jeringa con aquel líquido azúl y estiró su otro brazo, pidiéndole que extendieran el suyo.
Marcus dudo por un segundo. No le tenía pavor a las agujas, pero tampoco podía decir que le gustaban.
¿A quien chingados quería engañar?
En realidad le asustaban mucho los agujas. Pero no podía negarse a extender su brazo, está era una oportunidad única en su vida. Apretó los dientes, cerró los ojos y extendió el brazo. Tratando en lo mayor posible de no hacer fuerza. Tenía un miedo irracional de que si hacia fuerza una vez que entrará la aguja está se partiría dentro.
Marcus sintió un pinchazo, pero no le dolió. Se sintió como una picada de mosquitos, pero un poco más doloroso.
"Listo."
Marcus abrió los ojos sorprendido.
"¿Ya?"
"Si." El hombre lo miro como a un idiota. Pero antes de que Marcus pudiera llegar a sentirse avergonzado, sintió como sus extremidades se debilitaban y caía al suelo.
Su flácido cuerpo cayó al suelo y comenzó a convulsionar de manera muy caótica.
Los jóvenes que aún esperaban su turno para la inyección, se sorprendieron ya que está era la primera vez que sucedía tal suceso. comenzando a susurrar entre ellos.
Los susurrós no duraron mucho y fueron reemplazado por un frío silencio. Silencio por la escena que se mostraba en frente suyo.
El cuerpo de Marcus, aún en medio del ataque de convulsiones, empezó a cambiar. Su cuerpo comenzó a crecer lentamente, vellos oscuros y ásperos comenzaron a crecer por todo su cuerpo. Las garras y dientes empezaron a ser claramente visibles.
Marcus trato de levantarse de forma un poco vacilante, pero a mitad de camino sus instintos se hicieron cargo. Levantó la cabeza al cielo y aulló.
"Awoooooooooo."
Lo que antes era un jóven común y corriente, ahora era un hombre lobo de más de dos metros de altura. Pero este hombre lobo era un poco diferente de cualquier hombre lobo. Su espalda o lomo, no tenía vellos de color negro como el resto de su cuerpo. Su color era de un verde oscuro como el de su ojos transformados.
Marcus no pudo sostener por mucho tiempo su transformación y regreso a su apariencia normal, pero se avergonzó al darse cuenta que estaba totalmente desnudo.
El hombre a su lado se quitó la chaqueta y se la pasó, para que pudiera cubrirse. Puede haber Sido una ilusión o no, pero Marcus sintió que el hombre parecía ahora más amigable con el.
Marcus aún no lo podía creer, miró sus manos con incredulidad y emoción.
Mientras tanto la vacunación prosiguio hasta que solo quedaron 20 jóvenes por vacunar.
"Alice Rodríguez." Gritó el hombre.
Marcus abrió los ojos al reconocer a la chica. Era la hermosa joven que lo acompañaba en el helicóptero.
La chica siguió el mismo procedimiento por el que el mismo había pasado. Algo que lo sorprendió y no solo a el, fue que la la chica, al igual que el cayó directamente al suelo.
Pero a diferencia de el, la chica no traspaso por ninguna clase de transformación, solamente comenzó a brilla en un color blanco suave.
Lo raro vino después.
La chica después de levantarse no presto atención a nadie a su alrededor, miró hacia el cielo con miedo y temor. Agarró al hombre que la inyectó por el cuello, señalando el cielo a su izquierda, gritó.
"¡¡Detenlos!! ¡¡Diles que no lo traigan!!"
Marcus dirigió su atención hacia donde señalaba la chica y vagamente pudo vislumbrar un helicóptero a la distancia. Pero esté estalló en una bola de llamas en cuestión de segundos.
Asustando a Marcus, quien dió un paso hacia atrás por reflejo.
La chica al ver que nadie le hacía caso, dirigió su atención hacia Marcus. Tomó su mano y empezó a correr, arrastrándolo con ella.
Unos segundo después de salir de la sorpresa, Marcus trato de detener a la chica, pero está corría como loca.
"¡Espera! ¿Que estás haciendo? ¡Acaso te volviste loca!"
"Tenemos que salir rápidamente de aquí. Este lugar va a ser destruido en cuestión de minutos." Respondió la chica aún en pánico.
"¿De que estás hablando?" Preguntó Marcus aún si creerle a la chica.
"No tengo tiempo para preguntas estúpidas. Transformarte y transportame hacia la costa."
Marcus frunció el ceño hacia su actitud y estuvo totalmente en contra de inmediato.
La chica al ver su actitud, cayó al suelo de rodillas con lágrimas en los ojos. Lo miro con súplica y rogó suavemente: "Por favor. Te lo ruego, no quiero morir aquí."
Marcus miró a la chica, luego detrás de si. Apretó los dientes y se transformó. Agarró a la chica, la puso en su lomo y comenzó a correr.
Pocos minutos después encontraron la costa con su respectivo muelles. Barcos y yates estaban atracados en una ordenada línea.
"Corre a ese yate." Gritó la chica, señalando a un yate de color blanco con acabados color café.
Cuando estaban a punto de abordar, unos guardias los detuvieron. La chica parecía no tener paciencia y le pidió a Marcus que los venciera.
"¡¿Estás loca?! !Solo están haciendo su trabajo!"
"No tenemos tiempo que perder." La chica ni siquiera espero a que Marcus actuará. Se abalanzó hacia un guardia que al pillar desprevenido, arrebato su pistola, con la que apunto al otro guardía y subió al yate.
Marcus miró todo esto con la boca abierta. Correr por la isla era una cosa, pero atacar a un guardia era otra. Dudaba que después de esto el clan mobius la recibiera.
Mirando entre el yate que se alejaba cada vez más y la isla a sus espaldas. Marcus apretó los dientes y saltó, logrando al último momento aferrarse a una barandilla del yate.
"¿Ibas a dejarme atrás?" Gritó.
"Parecía que no te quisieras ir. Solo estaba dejando que decidieras." Respondió la chica.
"Bueno, eso ya no importa. Gusto en conocerte, mi nombre es Marcus."
"Alice."
"Y dime. ¿Porque salimos corriendo de esa isla?"
"Date la vuelta y mira por ti mismo." Comentó Alice aún sin apartar su vista del timón.
Marcus hizo lo que dijo Alice y dirigió su mirada hacia atrás.
Lo hizo justo a tiempo para ver cómo un pilar rojo se disparaba hacia el cielo, mientras un rugido inhumano sonaba de fondo. Acto seguido la isla comenzó a temblar y con ello se formaron grandes olas en el océano.
"¿Que es eso?" Preguntó Marcus con incredulidad. No podía creer lo que veía.
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