Mientras Davi se esforzaba por recuperar sus sentidos, Sei acercó su rostro al de ella, juntando las frentes de ambos mientras hablaba.
—Escucha. Nunca querré divorciarme. Siempre serás la única. Sin importar lo que suceda, siempre serás mi única esposa. Pero… Debo dejarte. No sé por cuánto tiempo. No sé si podrás esperar por mí. Es por eso que… —Sei dejó de hablar.
Davi lo había besado repentinamente en la boca, antes de que pudiera terminar.
—Sei… No importa cuánto tiempo. Yo te esperaré. Lo prometo —dijo.
Sus ojos ardían con amor y pasión. Su voz era como la canción más dulce de la tierra, asegurándole que no había necesidad de preocuparse. Asegurándole que ella lo esperaría para siempre.