Pasó otra semana y Davi aun no tenía noticias de Sei. Estaba ocupada con su revisión, pero comenzaba a extrañarlo bastante.
Se susurraba para sí misma: ¿cuándo volverá?
La casa estaba en silencio. Era como si la temperatura hubiera descendido a menos cero grados y eso la estaba volviendo loca. Por primera vez, desde que puso un pie en la mansión Gray, sintió una tristeza indescriptible. El Sr. Kazuki, el alegre mayordomo también se había despedido hace algunos días, haciendo que las nubes grises permanecieran en cada rincón de la casa.
Esa mañana, se volvió a enterrar entre una montaña de libros. Se estaba acercando la fecha del examen y el tener que estudiar era una gran distracción. Centrarse completamente en sus estudios hacía que ignorara del todo la atmósfera gris, ya que se volvía una con el libro que estaba leyendo.
Cinco horas después, salió por fin y caminó por el jardín con su adorada nota en la mano.