En medio de una gran calle rodeada de incontables contenedores de colores, un hombre enmascarado estaba acariciando el cabello de una chica que lloraba en sus brazos. Lucía como si estuviera tratando desesperadamente de hacerla sentir mejor, pero al parecer no sabía cómo hacerlo.
Zaki, que actualmente era el maestro para leer el lenguaje corporal de Sei, estaba bastante animado en su interior. Estaba seguro de que Sei se encontraba bastante ansioso y eso lo hacía partirse de la risa, simplemente porque era la primera vez que Sei actuaba de esa forma. Era como un padre incapaz, muerto de ansiedad tratando de hacer que su querida bebé dejara de llorar.
Bueno, no lo estaba haciendo tan mal considerando que era la primera vez. Abrazándola y acariciándola de esa forma era el movimiento perfecto que un hombre podía hacer. Pero para Zaki, con quien había compartido desde que eran pequeños, era algo surrealista que Sei mostrara tanta compasión frente a alguien. Recordó que la última vez que lo vio abrazar a alguien fue cuando tenían doce.
Zaki sonreía mientras los observaba, pero sabía que era muy temprano para celebrar. Después de todo, tenía claro que las cosas no eran tan fáciles. Y probablemente nunca lo serían.
Después de un rato, Davi finalmente se calmó y soltó a Sei. Se secó las lágrimas y lo miró.
—Viniste a rescatarme, ¿cierto? —le preguntó, pero el hombre parecía congelado, sin decirle nada solo asintió. Davi sintió que de alguna forma, había algo diferente en él en ese momento. Pero pensando que solo estaba preocupado por ella, decidió mostrarle que estaba bien. Le sonrió radiante y le habló nuevamente. —Bueno, estaba un poco preocupada porque pensé que nadie vendría a ayudarme, hasta que de repente apareciste tú. Así que, gracias.
Sus palabras eran dulces y sinceras.
Pero el enmascarado seguía en silencio y lo que hizo después casi produce que el corazón de Davi se detuviera. Sus largos dedos limpiaron lo que quedaba de lágrimas en el rostro de ella, lo más gentil posible. Ella no sabía por qué, pero la forma en la que le tocaba el rostro casi se sentía como si fuese una disculpa sincera y triste, como si él fuera el que la hizo llorar. El sentimiento de que quizás su gesto era un poco extremo, hizo que el corazón de Davi diera un vuelco. No estaba segura si era solo su imaginación, si quizás lo estaba pensando demasiado. Pero no pudo evitar sentirse como si ella fuera la culpable.
Le tocó la mano que estaba en su rostro y le sonrió radiante.
—D-de verdad estoy bien. Es solo que creo que estoy demasiado feliz de que hayas venido. Jaja. —Lo que decía Davi no era mentira. La razón por la que estaba llorando no era porque estaba asustada, sino porque de verdad Sei fue y la salvó. No podía creer realmente estaba ahí, y eso la hizo llorar.
Por suerte, después de unos segundos de silencio, el hombre finalmente habló.
—No, no lo estás —dijo, haciendo que Davi se quedara sin palabras.
—No estás para nada bien. —repitió mientras se arrodillaba en frente de ella. Le tocó el pie y luego la miró hacia arriba.
—Levanta. —le ordenó y Davi no tuvo otra opción que obedecer.
Al momento que levantó el pie, Davi instintiva e inconscientemente cruzó los brazos alrededor suyo, abrazándose a sí misma. Debido a que el aura de Sei resplandeció de furia intensa al momento que vio los terribles cortes que tenía en los pies.