Shen Ying lo exploró de pies a cabeza y lo miró de manera extraña. Como algo se le hubiera ocurrido, su expresión cambió. Sus ojos centellearon. —¡Padre Niu, tiene toda la razón! ¡He decidido escucharlo!
—¡Ah! ¿Eh? —¿estás de acuerdo, así como así?
—Ya nos pusimos de acuerdo, el Padre Niu me da el permiso para hacerlo.
—Qué… ¿Qué? —¿de acuerdo?, ¿con qué?
—Por lo tanto, tiene que tomar con valentía la responsabilidad si algo sale mal en el futuro, ¿Me oye?
—¿Qué quieres decir? —dijo Lonemoon confundido. ¿Que tome con valentía la responsabilidad? ¡Habla claro!
Shen Ying no le respondió. Salió a paso firme de la cocina y sacó al Chef de la sala de estar.
—¿Ma… Maestra? —el chef parecía desconcertado—. ¿Hay algo urgente?
—Ven conmigo y hablemos sobre la vida.
—¡Ah! ¿Eh? —Yi Qing se quedó en blanco—. Maestra, ¿qué quiso decir?