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La voz de Melodía sonó claramente y resonó por toda la plaza pública.
Su voz era suave y gentil.
Sin embargo, su "no" parecía estar impregnado de poderío marcial, ya que se estampaba con resolución y firmeza.
En ese instante, la multitud fue silenciada.
El anterior ambiente romántico y los tiernos sentimientos se desvanecieron por completo con una sola palabra.
Sheyan estaba arraigado al suelo en un lugar distante. Su cuerpo se volvió rígido mientras su mente estaba vacía.
Sintió que ella era reservada, sabiendo la respuesta en su corazón pero avergonzada de decirlo.
Eso fue porque no se dio cuenta de la mirada de Melodía. Esa mirada cálida, pacífica, serena y determinada. ¿Habría algún espacio para que la timidez entrara?
Dicho sin rodeos, el noble estatus del Príncipe Legolas, unido a su mirada apresurada, la dejó incapaz de decir que no después de crear cuidadosamente esa gran ocasión romántica.