Esa cuenca de piedra parecía familiar, podría decirse que estaba profundamente grabada en el corazón de Sheyan; una impresión más profunda y duradera que el pecho de Melodía. Esa cuenca fue colocada previamente junto al altar de la plataforma, contenía un combustible extraño que reaccionaba en ignición con la piel desollada. Una vez encendida, era difícil de extinguir, resultando en un pilar rojo sangre de humos de combustión...
Pero el quid de la cuestión era el extraño y vil aroma que desprendía, capaz de atraer a esa aterradora Gran Águila. Sin embargo, por alguna razón desconocida, fue arrojada al valle.
Después de una simple exploración, Sheyan se dio cuenta de que no había nada que ganar dentro de ese pequeño valle. Solo encontró varias adiciones de esas piedras negras extrañas.