Tan pronto como San Lang dijo esas palabras, el Venerable Bai se quedó atónito y miró fijamente su puño. Entonces, retiró su mano en silencio. Lo que dijo San Lang no estuvo mal. A pesar de que ese demonio de sangre era un tanque con muchos HP, seguramente moriría si el Sénior Bai le diera un puñetazo.
Acto seguido, el Venerable Bai regresó en silencio junto a Song Shuhang, su expresión era de decepción.
Puesto que no podía unirse a la diversión y vencer al demonio de sangre, se aburrió y llevó el misil guiado a su posición, empezando a tocarlo de nuevo.
En esa ocasión, nadie intentó evitar que el Venerable Bai investigara el misil. Los Compañeros Daoístas que se suponía que iban a impedir que investigara aquella cosa peligrosa estaban jugando felizmente con el demonio de sangre...