El oficial de policía viejo tomó el documento de las manos del pequeño monje y comenzó a revisarlo. ¡Mientras más leía, sus ojos se volvían más brillantes!
Él inmediatamente estiró su mano y apuntó hacia Cao Delian, rugiendo.
—¡Arréstenlo! ¡Lo llevaremos con nosotros a la estación de policía!
¡Gracias a la información de ese documento, no solo podían probar que Cao Delian era un traficante de esclavos, ellos también podían seguir los rastros y atrapar a todo el grupo! Si tenían suerte, ellos podían infligir un daño enorme en ese grupo de traficantes de humanos.
Y ese Cao Delian era la clave para resolver ese caso; ¡ellos no podían dejarlo escapar sin importar que!
Los dos oficiales de policía de atrás lo rodearon como animales feroces.
—¡Maldición! —Cao Delian empujó para abrir la puerta del choche y rápidamente escapó.