La indiferencia de Huo Yunting lo irritó aún más. —La puedes odiar, puedes estar enojado con ella, ¡pero forzarla a que se case contigo está mal!
—¿Por qué no? A ti te importa tanto solo porque esta es la mujer que amas. ¿Te comportarías de la misma manera si fuera alguien más?
Huo Yunting preguntó de manera arrogante mientras que sacaba de su bolsillo un cigarrillo y el encendedor.
Huo Chen respondió de manera fría:—No importa quién sea. ¡Tu acto de venganza es infantil!
El viento soplaba en la azotea con mucha fuerza. El fuego de su encendedor se había apagado antes de que pudiera encender su cigarrillo.
Tiró a regañadientes su cigarrillo sin encender, en un cesto cercano, y luego le dijo a Huo Chen:—Infantil o no, la verdad es que ahora estamos casados.
Luego de eso, se dio la vuelta y se marchó sin esperar la respuesta de Huo Chen.