—Jum —resopló—. ¿Sabes por qué te llamé?
Ella se asustó por un momento.
Resultó que el remitente era realmente él.
¿Qué motivo tenía?
Subió la guardia.
Con sola una mirada, él vio a través de ella y se burló con frialdad:
—Aún eres muy joven para jugar sutilezas conmigo. No necesitas estar en guardia contra mí. Después de todo, tenemos un interés común.
—¿Qué quiere decir? —Su cara palideció cuando levantó los ojos para mirarlo con perplejidad.
—¿Podría hablar un poco más claro?
—Mu Wanrou, antes has visto los documentos. —dijo ello sin andar con rodeos, fue directo al grano.
Instantáneamente, su cara tomó una apariencia espantosa mientras la culpa la asaltaba. Atrapada en un aprieto, eligió permanecer en silencio.