―Entonces, ¿está dispuesta Qianqian a devolverle a Youyou sus juguetes?
Yun Shishi la guío gentilmente. Al ver que la niña vacilaba mientras miraba consternada, añadió: ―Espera a la tía. Iré a ganar un par para ti también. ¿De acuerdo?
Tan pronto como Youyou escuchó aquello, su sangre se congeló mientras su cara palidecía.
Al pensar que su madre se tomaba la molestia de jugar de nuevo para satisfacer al diablillo, su corazón palpitaba con un dolor sordo.
Por lo que, cuando Qianqian, a regañadientes, le devolvió los ositos a Youyou, él apretó los dientes y se los entregó, fingiendo ser magnánimo.
―¡Ya no los quiero! ¡Te estoy danto estos juguetes!
Los ojos de Qianqian casi se le salen de la impresión. Jiang Li se asombró de la madurez y generosidad de Youyou y rápidamente incitó a que su hija agradeciera.
―¡Qianqian, rápido da las gracias a Youyou!
―¡Gracias, hermano mayor! ¡Es a hermano mayor quien más ama Qianqian!