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5.31% Pequeña señorita diablita: la esposa traviesa del presidente / Chapter 39: Capítulo 39: La abstinencia es el infierno

Chapitre 39: Capítulo 39: La abstinencia es el infierno

Éditeur: Nyoi-Bo Studio

Solo se podía ingresar a la habitación por un ascensor privado y separado que estaba en el último piso del hotel. También, se podía acceder a través del nuevo y reconstruido helipuerto.

Al mirar alrededor, Lu Xinyi sólo podía preguntarse cuando le saldría a Shen Yi quedarse en un lugar como ese. Hasta podía ver los paisajes de la ciudad desde las ventanas, las cuales eran tan grandes que empezaban en el piso y terminaban en el techo. 

—¿Pero por qué pediste una habitación con solo un dormitorio? ¡No voy a compartir la cama contigo!

—No fue mi culpa. Qiao He fue quien reservó esta habitación para nosotros. Probablemente, pensó que una habitación para parejas de recién casados es lo que necesitamos.

—Puedes dormir en el sillón de nuevo. Es más grande que el sillón en el que dormiste en el crucero —sugirió Lu Xinyi.

Shen Yi le lanzó una mirada vaga y mordaz.

—No va a pasar. No puedes enviarme a la cucha del perro dos veces es un mes.

Ni loco, la primera vez que lo mandó a la cucha del perro, no estaban casados todavía.

Shen Yi puso las maletas en el vestidor. Lu Xinyi revisó el baño que estaba conectado con el cuarto. Era más grande que los otros dos. El baño era de mármol italiano, tenía un cuarto de ducha separado y un jacuzzi y, enfrente de este, también había un televisor LCD. 

—M*rda. Estoy segura de que mi salario mensual no me alcanza para pagar estas comodidades lujosas —se dijo a sí misma. Maldita gente rica que puede tirar la plata en cosas lujosas.

—Guau, esta es una habitación bastante grande para nosotros. —Lu Xinyi volvió al enorme dormitorio. Shen Yi se sentó en el borde de la cama King Size y se acomodó las colleras, mientras que Lu Xinyi se tiraba en la enorme cama y disfrutaba de cómo el cuerpo rebotaba en el suave colchón. Agarró la almohada blanca y esponjosa y se acurruco con ella contra el pecho.

—Esto es agradable. Shen Yi, ¿crees que puedo llevarme esta almohada a casa? Me gusta esta —sonrió Lu Xinyi, esa clase de sonrisa que lo provocaba tanto, y se sintió momentáneamente deslumbrado.

Shen Yi arqueó las cejas, como si no pudiese creer lo que ella le había dicho.

—Lu Xinyi, no eres más pobre —le recordó el. Oh, su pobre esposa. No tenía que llevarse cosas de la habitación si quería algo. Shen Yi se había prometido a sí mismo trabajar muy duro para poder comprarle todo lo que ella necesitará y quisiera.

—Yo soy pobre, tú no —lo corrigió ella.

—Creí que habías dicho que era tu cerdito.

—Estaba bromeando y, siendo honesta, no puedo ser una esposa de trofeo. Para eso necesitas una hermosa esposa —Lu Xinyi rodó hacia un costado, con la almohada todavía contra el pecho, para verlo.

—¿Cómo puedes decir eso? Eres hermosa.

—¡Shen Yi! –A Lu Xinyi le tentó la idea de sofocarlo con la almohada para hacer que se calle.

—¿Qué?

—Eres un lujurioso y pervertido hombre.

—Xinyi, ¿no sabías que la abstinencia es el infierno?

Se ruborizó de un rojo muy brillante.

—No cambies de tema. Me quedo con la cama —le tiró una mirada rápida, como si él fuera grosero por pensar que ella compartiría la cama con él.

—¿Te olvidaste que soy tu esposo ahora?

—No me vas a llevar a la cama. Nunca —declaró Lu Xinyi.

—¿Quién dijo que tenía que ser en la cama?

Esa amplia, malvada y familiar sonrisa estaba de vuelta en su rostro.

—¡¿Qué?! No te atreverías a sacarme de la cama y, ¡no la voy a compartir contigo!

—La única razón por la que te sacaría de allí es para tenerte en el piso.

Ella apretó los dientes y lo fulminó con la mirada a su esposo que tenía una amplia sonrisa en el rostro.

—¡Vete al demonio! —refunfuñó ella.

—No, te dejaré a ti hacer eso –le guiñó un ojo.

—¡Shen Yi! Tenemos tres baños y una gran bañera. Si no te gusta el sillón, puedes dormir en la bañera.

Shen Yi gruño y la miró¿De verdad su esposa pensaba que podía echarlo de la cama por segunda vez?

—Sabes que puedo tenerte donde quiera.

—¡Q…qué? —preguntó ella, sin entender a que se refería el.

—Hay lugares mucho mejor para hacer el amor que la cama. La ducha, por ejemplo, luego podemos hacerlo en la cocina, en el sillón y después…—Shen Yi no pudo terminar la frase porque Lu Xinyi le tiró la almohada en la cara.

Se sentaron mirándose uno a otro, ninguno dispuesto a aceptar la derrota.

De repente, él se lanzó sobre ella. Lu Xinyi gritó fuerte, mientras que él la sujetaba contra la cama.

—¡Shen Yi! ¿Qué estás haciendo? —Pero la rabia del rostro fue reemplazada por risa, cuando su esposo comenzó a hacerle cosquillas a los costados.

—Detente —gritó ella y su risa llenó la habitación.

Fue un accidente con suerte que hizo que Shen Yi descubriera uno de sus puntos débiles. Ah, debería agradecerles más tarde a sus bebés de piel por darle una ventaja.


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