—¿Contenta?
Al oír esa fría voz, Su Qianci detuvo y lo miró.
Li Sicheng llevaba ropa informal y amplia. Sin embargo, seguía pareciendo una persona increíblemente fría con las manos en los bolsillos. Mirando a ambos lado, sus ojos brillaban bajo la tibia luz.
El corazón de Su Qianci se paró al ser cautivada por ese hombre. Los ojos de él eran magnéticos, atrayendo los de ella. No pudo escapar. Mirándose, Su Qianci notó claramente cómo los ojos de Li Sicheng se oscurecían. Miró hacia otro lado y trató de calmarse, pero una mano dura le agarró del brazo.
—Señor Li... ¿necesitas algo? —preguntó Su Qianci; sonaba muy nerviosa.
Cuando Li Sicheng escuchó"Señor Li", frunció un poco el ceño y la agarró aún más fuerte, preguntando:
—¿Podemos hablar?
Aunque era una pregunta, él ni siquiera esperaba una respuesta.