El brujo que había trasplantado el linaje de un vampiro no pudo romper la defensa del árbol de fuego en absoluto. Además, el árbol de fuego ya era una proyección de la ley del fuego. Ciertamente no podía chuparle sangre...
Por el contrario, el árbol de fuego le arrojó llamas. Las llamas se convirtieron en una jaula y quemaron a este tipo que apestaba a hedor a sangre. Habría sido reducido a cenizas si no hubiera estado haciendo uso del poder de los ríos de sangre en el campo de batalla...
Quemar maná también era absolutamente inútil porque, para empezar, las llamas del árbol ardiente estaban alimentadas por maná. En realidad estaban quemando el maná del brujo. A medida que ardían más llamas, se incineró más maná del brujo.
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