Llovía continuamente y Vivian corría bajo la lluvia, sus pies cubiertos con botas pisaban el agua que se había acumulado. Parándose frente a la campana de la torre, sus ojos buscaron algo, o más bien a alguien, antes de que sus hombros se encogieran en desilusión. Al sentarse en el banco que estaba pegado a la pared, dejó descansar sus piernas durante un rato mientras la lluvia seguía cayendo.
Cerrando los ojos, absorbió el sonido de la lluvia y el silencio que traía consigo. De repente, las gotas de agua dejaron de caer sobre ella como si hubiera dejado de llover. Abriendo los ojos, vio un par de zapatos que estaban cubiertos de tierra en la parte superior. Siguiendo el zapato para ver quién era, ella vio que era Leonard quien sostenía un paraguas con él.
—Estás aquí —dijo Vivian, mirando a Leonard.