La niña se echó a reír, su risa resonaba alrededor de la casa, la cual estaba tranquila, y su hermano pequeño la perseguía. Sus pequeños pies atravesaron corriendo por el pasillo principal; salió de la casa con los pies descalzos para sentir el ardiente suelo que la hizo correr de regreso al interior.
—Señorita Vivian, por favor, absténgase de salir de la casa. No es seguro estar afuera —dijo el ama de llaves a la que se le había pedido que supervisara a los niños. La niña levantó la vista con sus ojos rojo oscuro que eran más oscuros que los demás en la casa.
—¡Hace calor! —su pequeña voz se quejó mirando hacia afuera de la casa.
—Es mediodía, señorita. Es probable que el suelo esté caliente debido al sol —la ama de llaves era una mujer joven que tenía poco más de veinte años.
La niña miraba al suelo, sus ojos luego miraron a la mujer para preguntar: —¿Por qué?