Eso llamó la atención de Zhang Yang. En el mejor de los casos, podría resultar ser cierto que había una bóveda del tesoro en lo profundo del Territorio.
—Está bien, veo que ya eres sincero. Te ayudaré una vez más —dijo con una sonrisa.
—Tú… Tú sólo accediste a ayudarme porque oíste hablar de la bóveda del tesoro —dijo Messick, molesto—¡Eres incluso más descarado que yo!
—¡No te atrevas a hablarle así a mi hermano mayor! —dijo Felice, molesta por las palabras de Messick, levantando su lanza y clavando la afilada punta directamente en el trasero de Messick.
Anteriormente, Zhang Yang no sabía si alguna de las flechas había entrado directamente al ano de Messick, pero, esta vez, estaba seguro de que la lanza de Felice había penetrado directamente el "punto vital" de Messick. Messick estaba tan adolorido que aullaba hacia el cielo sin parar y daba saltos de 3 metros mientras se sujetaba la cara con las manos. Se había puesto realmente pálido.