El tiempo pasó. La expresión de Lu Tingxiao se volvió más pálida a cada segundo y su sangre también se enfriaba. Sus manos ya se habían cerrado en puños sin que él se diera cuenta. De repente, una dulce fragancia lo cubrió y entró en contacto con sus fríos labios. Esa cálida voz resonó a través de la noche interminable.
—Estoy contenta... Me alegro de que seas tú. No hay nada mejor que esto en el mundo entero.
Las llamas se apagaron cuando la ceniza cayó en el suelo y las flores comenzaron a florecer...
Lu Tingxiao abrazó a la niña con fuerza y le dio un beso profundo. ¡Cómo deseaba que los dos se fusionaran! Esas fueron las palabras más conmovedoras que había escuchado en su vida. Su chica, dándole momentos conmovedores y sorprendentes una y otra vez... Los dos se quedaron uno al lado del otro bajo la luz de la luna.
—Lo siento, debería habértelo dicho antes. —Lu Tingxiao besó a la chica en la parte superior de la cabeza.