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Un dolor punzante recorrió su cuerpo, ella casi se desploma. Antes de poder siquiera atacar, el pistolero que sostenía el arma detrás de su cabeza, soltó el seguro sin dudarlo.
—Compórtate y sigue tus órdenes. O te daré un pasaje al infierno.
—!!!
Wen He apretó los dientes con fuerza mientras silenciaba el dolor visible en su rostro.
¡Si hubiera tenido la oportunidad, le hubiera roto el cuello a estos dos bastardos!
El dolor en su rodilla la hizo cojear ligeramente y Yang Yi la miró con impaciencia.
—Golpéala y llévatela.
—¡Te desafío!
Wen He se dio la vuelta y lanzó una mirada furiosa. Sin embargo, lo único que llegó a ver fue la cacha de una pistola levantada en alto para golpearla en el cuello.
En ese momento, perdió toda voluntad y se llenó de impotencia con un toque de resignación.
Sonrió amargamente y cerró los ojos.