En el momento en que Huo Zhenning pronunció la última sílaba, ruidosos aplausosllenaron el lugar, como así también lo hizo la cordura de Lu, con el ruidoso eco que la inundó. Ella también aplaudió…
«El mismo nombre. El mismo soldado. Si tan solo fuese la misma persona que yo conocía».
Mientras tanto, Huo Yunting, quien estaba escuchando con desprecio el discurso de su padre, había cambiado de parecer y sonrió un poco al oír el nombre.
Era la primera vez en muchos años en la que había sonreído de manera sincera en esa mansión.
Huo Chen había nacido cuando su abuelo era muy grande, siendo solo cuatro años mayor que Huo Yunting, eran buenos hermanos desde la niñez.
Aunque eran tío y sobrino, ellos se saludaban por su nombre.