—¿Qué estás haciendo? ¡Si estás pensando en saltar por la ventana, vete a otro lado! ¡No ensucies mi casa!
Huo Yunting se acercó, detrás de ella, fuera de su campo de visión, acelerando su ritmo.
—Solo quiero ver si los jazmines siguen ahí para eliminarlos. —Lu Zhaoyang parecía confundida.
—Los tiré.
Él la agarró de la muñeca y la sacó de la habitación principal, donde el aroma del jazmín aún persistía. ¿Esta mujer no tenía miedo de la picazón?
Lu Zhaoyang lo siguió de cerca con una sonrisa, que salió de su corazón.
Lu Zhaoyang pasó el siguiente fin de semana con Huo Yunting.
Él la ayudó a aplicar el medicamento todos los días. Las ronchas y las marcas de arañazos en su cuerpo se habían curado considerablemente.
Pero Huo Yunting no le permitió salir el lunes.
—¿Por qué? —Estaba bien vestida, con un bolso en la mano—. Tengo una reunión importante hoy.