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92.77% VIGGO / Chapter 308: Orario y el balance 2.302

Capítulo 308: Orario y el balance 2.302

Después de la reunión con Hitomi, Viggo camino con dirección Sur este, adonde se encontraba la región de Dedalus. Se detuvo delante de una casa humilde de un piso con una reja de madera y un pequeño antejardín de dos metros de profundidad. En ese lugar había una pequeña pallum de cabello castaño que medía un poco más de un metro con veinte centímetros. Ella llevaba puesto un vestido de una pieza y un delantal beige mientras trabajaba en el pequeño jardín.

—Buenas tardes— dijo Viggo deteniéndose delante de la reja

La pequeña pallum de cabello castaño levantó su rostro y miró a Viggo de prominente estatura, casi era el doble de ella —¿Sí?— preguntó con preocupación en la mirada

—busco a Edgar ¿Lo conoce?—

La pequeña pallum agacho la mirada y dijo —no, lo siento, señor, yo no conozco a nadie con ese nombre—

—No se preocupe, señorita— respondió Viggo con una sonrisa amable —sé que Edgar ha tenido problemas y lo han venido a buscar los prestamistas, pero yo no ando buscando a Edgar para cobrarle algo. Al contrario, le quiero ofrecer un trabajo—

—Lilian— dijo una voz varonil desde el interior de la casa. Un hombre de cabello muy corto y gran estatura salió —ve adentro, déjame hablar con él—

La pallum Lilian miró a Edgar y después miró a Viggo. Este último era una cabeza más alto que Edgar, sin contar que su físico eran un mundo aparte.

—¿Estarás bien?— preguntó Lilian con miedo a que le pasara algo

—Sí, no hay problema, el señor Viggo es un gran benefactor al que no podría pagarle su buena voluntad con todo el oro del mundo—

Lilian miró a Viggo y este último gesticulo una sonrisa y asintió. Lilian entendió que Edgar no tendría problema y entro a la casa.

—¿Cómo ha estado, señor Viggo?— preguntó Edgar acercándose a la reja de madera de un metro de altura. Estaba pensada para un pallum, así que Edgar pudo apoyar ambas manos sobre la reja.

—¿No piensas salir a saludar a un viejo amigo?— preguntó Viggo con una amplia sonrisa y un tono burlesco

—Como siempre, usted tiene un sentido del humor bastante cruel. Recuerdo que siempre me llamo cara de perro—

—Bueno, si tu no trataras de colocar una cara de cachorro abandonado delante de cada mujer que conoces, yo no tendría la necesidad de burlarme de ti. Sin embargo, puedo ver que a tu amiga no la ves de esa manera ¿Puedo pensar que has madurado?—

Edgar frunció el ceño y le dijo —mis asuntos con Lilian no son de su incumbencia—

—Sí, claro, bueno, vengo a cobrar una deuda— respondió Viggo con total naturalidad

—Le dijiste a Lilian que no querías nada—

—¿Por qué tan banal, Edgar, amigo mío?— preguntó Viggo mirándolo con una sonrisa y una mirada filosa.

Edgar por fin lo miró a los ojos y se dio cuenta que el iris en los ojos de Viggo era dorado mientras una corriente de energía dorada recorría sus ojos de lado a lado. Edgar dio un paso atrás, pero Viggo estiro su mano por encima de la reja y le sujeto el antebrazo. Después lo tiro hacia la reja y lo quedó mirando a solo unos centímetros.

—Hace más de dos años salve el culo de un estúpido aristócrata que cuando volvió del imperio trabajo un par de meses y después lo abandono todo— susurro Viggo en un tono mordaz mientras mostraba una sonrisa carnívora —aquella persona lo dilapido todo y ahora trata de parecer una persona buena. No me hagas reír Edgar. Me debes, ahora tienes que pagarme—

—Tú no sabes nada de mi ni de Lilian— susurro Edgar de vuelta en un tono mordaz mientras miraba esas pupilas doradas —he cambiado, lo he perdido todo y en medio de esa miseria ella me salvo. Se lo debo todo, si quieres mi vida, bien, pero no le hagas nada a Lilian, monstruo—

Viggo le soltó el antebrazo y Edgar retrocedió, trastabillo con sus pies y cayó sobre su trasero.

—En ese caso es genial, espero que te cases con ella— dijo Viggo a gran voz —pero con dinero se comprar cosas. Así que te vengo a ofrecer un buen trabajo. Puedes considerarlo una asesoría—

Edgar miró a Viggo desde el suelo, parecía un gigante con el cabello rojo y el frente oscurecido por la sombra que proyectaba el sol. Edgar agacho la mirada y lo pensó un poco. Después se levantó y miró a Viggo a la cara —¿Qué clase de trabajo? Tus esposas son excelentes administradoras, mi habilidad no es necesaria con ellas al mando—

—Ooooh, mi amigo, tu pensamiento es demasiado limitado, no puedes ver a donde me dirijo. Verás, tengo un gran proyecto y una persona talentosa, pero ella carece de tú toque social y comercial. Tú la ayudaras a vender helados en invierno y leña en verano. Esa será tu tarea. Si lo haces lo suficientemente bien te ayudare a que pongas tu propio negocio. Como sabes, tengo los recursos—

Edgar mostro una sonrisa llena de desdén y le respondió —no será que tu esposa y madre tienen los recursos—

—Amigo mío, lo de mi madre todavía no lo heredo, pero lo de mi esposa también es mío. Si le pidiera que liquide cualquiera de sus negocios y me diera el dinero, ella lo haría—

—Tan engreído como siempre—

—Todos tienen algo en lo que son buenos Edgar, unos lo entrenamos y mejoramos con el tiempo. Otros tontos se ocultan y dejan de ser quienes son por un desamor. Ahora ¿Puedo contar contigo?—

—¿El horario?—

—Oooh, no te preocupes, te dejare suficiente tiempo libre para que puedas cuidar de tu amada, pero tienes que prometer ayudar a Hitomi, así se llama ella—

Edgar frunció el ceño, pero asintió —necesito dinero—

—¿Lo dices por tus estúpidas deudas?— preguntó Viggo con un toque de superioridad —no te preocupes, la persona que encontró tu paradero para mí ya hablo con los prestamistas. Ellos te dejaran en paz, ahora tu deuda es conmigo, trabaja duro, Edgar—

Viggo se dio la vuelta y vio por el rabillo del ojo a la pequeña pallum mirando por el borde del dintel de la casa. Viggo le guiño el ojo y ella se ocultó. Viggo negó con la cabeza y continúo avanzando por la calle de Dedalus.

—Espere— grito Edgar, saliendo a la calle y corriendo detrás de Viggo. Este último se detuvo, se dio la vuelta y lo espero con una expresión tranquila.

—¿Qué sucede, Edgar?— preguntó Viggo llevando su puño derecho a su mano izquierda y restregándolo contra su palma —¿Necesitas motivación para trabajar?—

Edgar dio dos pasos atrás y levantó las manos mientras negaba —no, no, para nada— dijo

Viggo sonrió y soltó una risita divertida, después bajo sus manos y Edgar se volvió a acercar hasta detenerse a un metro.

—Usted sabe cosas— dijo Edgar como si le recordara a Viggo su poder para ver el futuro —quiero que vea si Lilian está bien. Yo, trabajare para usted hasta el final de mi vida, pero quiero que todos los años vea cómo va a estar Lilian. Es, mi única petición. Incluso, puedo trabajar por la mínima cantidad—

Viggo quedó mirando a Edgar durante unos segundos y entendió que este tipo estaba realmente preocupado por aquella muchacha —¿Tanto la amas?— preguntó

Edgar asintió y respondió —sí, ella lo es todo para mí. No tengo miedo a venderte mi alma o destruir mi cuerpo por ella—

—Está bien, pero nunca, nunca, debes contarle a nadie de mis habilidades ¿Entendido?—

—Sí, pero…—

—¿Pero?—

—Yo ya hablé con el emperador de usted—

—¿Y crees que no lo sé? ¿Qué no sabía que me traicionarías?— Viggo avanzó un poco, abrazo a Edgar y con su mano derecha, por detrás de la espalda, le apretó el cuello con tanta fuerza que hizo gritar a Edgar, pero Viggo lo apego contra su pecho e incremento la presión sobre el cuello —yo lo sé, Edgar, sé lo que ibas a hacer en todo momento. Jamás me molesto, pero eso no quiere decir que ahora vaya a permitir tal traición. Si vuelve a pasar, te matare, pero antes te dejare ver como esa muchacha Lilian muere delante de tus ojos—

Viggo le soltó el cuello y después libero a Edgar, quien empujo a Viggo, pero Viggo era tan robusto que él fue quien salió despedido hacia atrás. Trastabillo con sus pies y cayó sobre su trasero. Tenía la cara roja por el terrible dolor que le apretaran el cuello. Edgar levantó la mirada y de nuevo vio a Viggo como una enorme sobra oscura con el cabello rojo. Sin embargo, sus ojos que antes permanecían ocultos emitieron un brillo eléctrico que proyecto rayos de energía dorada fuera de sus ojos.

—Tenlo presente, Edgar, no me gustan los traidores— dijo Viggo, se dio la vuelta y retomo su viaje de vuelta a su casa —mañana a las ocho en la entrada de la empresa de Semiramis. Hablaremos de negocios, no llegues tarde—

Viggo continúo caminando, pero sus ojos se sintieron adoloridos por la sobre exposición a luz solar. Su poder era demasiado fuerte para él, necesitaba aprender a controlarlo o carbonizaría su propio cuerpo en un arranque de ira. Ahora entendía porque su padre decía que la luz solar era un caballo salvaje difícil de domar. Viggo se sentía terriblemente poderoso por dentro, pero era como si algo creciera en su pecho y no pudiera controlarlo, dándole la impresión de que explotaría.

Viggo controlo su respiración y como lo supuso, rápidamente el dolor y el incremento del poder de la luz solar se detuvo. Poco a poco fue menguando, pero mientras avanzaba con la cabeza gacha para no alertar a las personas con sus ojos emitiendo rayos de energía dorada, vio algo interesante. Los que eran aventureros o por lo menos se notaba por fuera que lo eran, tenían una esfera dorada en su interior a la altura del corazón. Entonces Viggo pensó que eso debía ser el falna y porque su padre decía que cuando un aventurero alcanza el nivel ocho, el alma se sublima. Los humanos pueden generar una pequeña divinidad que les da una potencia muy superior. Al final, los dioses en Orario solo estaban en la tierra con la intención de crear nuevos dioses. Por eso la importancia del rey de los dioses. Sin embargo, Viggo ya tenía su divinidad desde pequeño. Era tan fuerte que no podía recibir falna de su madre ni de otros dioses. Todo esto quiere decir que el experimento del primordial en este mundo, fallo.

Viggo levantó su rostro al cielo y se quedó quieto mientras la gente lo miraba. Era demasiado alto, su ropa demasiado lujosa para Dedalus y su cabello rojo demasiado llamativo. Sin embargo, a Viggo no le importaron las miradas de los otros y solo se concentró en el cielo —¿Por eso nos abandonan?— pregunto —¿Por qué todo esto fue un enorme fallo y no pudieron fabricar uno de ustedes?—

La gente lo quedó mirando, algunos se rieron de él, otros pasaron por el lado lo más rápido posible para alejarse de él. Viggo quedó mirando el cielo mientras sentía sus ojos más relajados y menos cansados por la sobreexposición a la divinidad de la luz solar.

—No importa— se respondió Viggo a sí mismo, comenzó a caminar y murmuro —yo protegeré este mundo, yo le daré una segunda oportunidad a la humanidad. Yo lograre lo que ustedes no pudieron—

La gente que pudo ver a Viggo de frente se asustó al ver los rayos de luz dorada saliendo de sus ojos como si fuera un dios de la destrucción.


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