Miguel miró profundamente en mis ojos. Había mirado en sus ojos muchas veces, pero encontraba que cada vez que me miraba lo hacía con más afecto que la última, lo que me confirmaba que me amaba profundamente.
Miguel levantó su cuchara y me dio un bocado. Sonreí y mordí la comida. Tuvimos una cena cálida y agradable.
Cuando Miguel puso su brazo alrededor de mi hombro y quiso llevarme al dormitorio, tarareó una melodía para mostrar que estaba feliz. Pensé que era un buen momento para pedirle algo.
—¿Miguel? —susurré.
—¿Hmm? —Miguel me miró con una sonrisa en sus ojos.
Pensé por un momento antes de decidir cambiar el tema. —He pensado sobre que me dijiste que regrese a la escuela.
—Hmm, ¿cuál es el resultado de tu consideración? No tienes que preocuparte por la escuela. Puedes volver cuando quieras. La escuela no te pondrá dificultades por tu ausencia —dijo Miguel.
—Uhm, quiero solicitar una suspensión temporalmente —dije.