Archer se paseaba hacia los puestos. Activó su brazalete, enviando un mensaje a las chicas para actualizarlas sobre su paradero y actividades.
La primera en responder fue Nefertiti. Él percibió los celos en su voz. —No estarás persiguiendo a más chicas, ¿verdad, esposo?
Sorprendido por la inesperada pregunta, Archer se rió antes de responder con una sonrisa afable, —No, mi súcubo. Estoy cazando a bandidos por su riqueza.
Hubo una breve pausa antes de que Nefertiti hablara de nuevo, su voz llena de afecto. —Está bien, esposo. Te amo, y ten cuidado.
Su sonrisa se ensanchó al sentir el calor en su voz antes de responder. —También te amo, Nefi. Volveré en un par de horas. Diles a las otras.
Al acercarse Archer al puesto, la anciana detrás de este lo fijó con una mirada escrutadora. Sus ojos se entrecerraron con suspicacia, que parecía penetrarlo.
—¿Qué quieres, chico dragón? —preguntó con una voz que llevaba el peso de muchos años.