La hoja negra no se formó de manera natural, ni tampoco sus venas. Si se la examinaba más de cerca, uno de percataría de que sus venas parecían ser... ¡piel!
¡Realmente era una hoja hecha con la piel de un hombre vivo!
La hoja apareció con zumbidos. Los sonidos cargaban un rastro de dolor y locura, y eran como un huracán que soplaba en todas direcciones, uno que podía suprimir cualquier cosa. Hizo que los rencorosos espíritus que los rodeaban temblaran como si hubieran perdido la voluntad.
Aprovechando la fuerza represiva de la hoja negra, los tres cultivadores extraterrestres aceleraron y salieron de la barrera formada por el Mar Espiritual, entrando al vórtice. Sin embargo, cuando entraron, el cultivador con el cienpies en el rostro se puso de un blanco fantasmal. La hoja negra que tenía en la mano ahora estaba pegada a su frente, retorciéndose como si estuviera succionando la sangre de su entrecejo.