El hombre que acababa de darse la vuelta y revelar su rostro a Wang Baole era la gigantesca mutación de árbol con la que se había cruzado varias veces, ¡y cuyo camino hacia el reino del Alma Naciente había sido destrozado por él!
Olas rugientes de emociones se agitaron dentro de Wang Baole, y su respiración se aceleró. Se retiró apresuradamente, pero las puertas detrás de él habían sido cerradas. Obviamente, se había formado una especie de formación en la sala. Wang Baole se retiró hasta las puertas mientras sudor goteaba profusamente de su frente. Se dio cuenta de que no tenía escapatoria. Su corazón comenzó a latir rápidamente. Su cara trató de retorcerse en una sonrisa, aunque hubiera sido mejor si hubiera llorado en el acto.