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Zhou Chudao notó la mirada de Dugu Lin. Hizo una pequeña mueca y suspiró para sus adentros. Si no fuera por que su maestro había insistido en que participara en esta prueba, no lo habría hecho.
«Por qué me hago esto...» Zhou Chudao sacudió la cabeza. Parecía un plebeyo. Se veía aun más ordinario con la joroba en su espalda. Por otro lado, su compañera Dao, Huang Yunshan, deslumbraba como una estrella. Su atractiva belleza causaba ceguera cuando parpadeaba. Era seductora aunque no tratara de serlo, haciendo que los corazones de muchos cultivadores galoparan. No podían evitarlo, Huang Yunshan no solo poseía un rostro diabólicamente hermoso, sino que también tenía una figura extremadamente atractiva. Su delgada cintura se mecía mientras caminaba. Aquellos que la miraban sintieron una picazón en su interior que no podían aliviar.
Ni siquiera Kong Dao pudo evitar arrojarle algunas miradas...