Desperté algo desorientada. Mis pensamientos no eran claros al principio, intentaba recordar todo lo que había pasado en las últimas horas.
Tarde un poco en saber dónde estaba, la habitación en la que había despertado era impersonal, no podía ser otra que una de hotel.
Al principio no sabía cómo había llegado ahí, hasta que recordé el elegante coche negro con los cristales de las ventanillas oscuras.
También recordaba a Alice sentada a lado de mi en el asiento trasero. Recordaba que en algún punto del camino me recargue en su hombro, a ella no pareció importarle mi cercanía. Recordaba también haber derramado algunas lágrimas en su blusa.
Había permanecido despierta la mayor parte del camino hacia el aeropuerto, así sería más rápido llegar hasta Nueva York. Cuando llegamos a nuestro destino un auto ya nos esperaba en la salida del aeropuerto y de ahí ya no supe nada más, me había quedado dormida en cuanto me senté en el asiento trasero. Pero tenía en vago recuerdo de Alice despertándome para poder entrar al hotel, y después al cuarto.
Mire el reloj que estaba en la mesita de noche. Eran las tres, pero no sabía si era de la tarde o de la madrugada.
Me levante tambaleando un poco hacia la ventana, aparte la cortina. Era de noche, así que tenían que ser de madrugada.
Mi habitación daba hacia el estacionamiento, en donde pude ver un letrero que decía J.F.K. INN debía de ser el nombre del hotel en donde estábamos, no estaba muy familiarizada con el lugar, pero ya había escuchado de este hotel ya que estaba cerca del aeropuerto, eso me tranquilizo un poco.
Me mire. Seguía usando la ropa de Rosalie. Recorrí la habitación con la mirada me alegré poder ver mi bolso a lo alto de un armario.
Iba buscar ropa para cambiarme cuando me sobresalto un ligero golpecito en la puerta.
—¿Puedo entrar? —preguntó Alice.
—Si, claro. —
Entro y me miro con cautela.
—Tienes cara de que necesitas dormir un poco más. —
En silencio, se acercó a las cortinas y las cerro con firmeza.
—Debemos permanecer adentro. —dijo.
—Está bien. —mi voz sonaba ronca.
—¿Tienes sed? —
—Estoy bien. ¿Y tú qué tal? —
—Nada que no pueda soportar. Te he pedido algo de comida, la tienes en el saloncito. Edward me recordó que comes con más frecuencia que nosotros. —
—¿Ha llamado? —
—No. Lo dijo antes de que saliéramos. —
Me tomo del brazo y me llevo hacia la salida del cuarto de la suite. Se podía oír el zumbido de las voces que salían de la televisión. Jasper se encontraba sentado en la mesa que había en la esquina, con los ojos puestos en las noticias, pero no poniendo atención realmente.
Me senté en el suelo a lado de la mesita donde se encontraba una charola con mi desayuno y empecé a comer, no importándome realmente que era.
Alice se sentó en el brazo del sofá y miro la televisión con gesto ausente, igual que Jasper.
Comí lentamente hasta terminar lo que había en el plato. Observe a Alice y a Jasper. Me di cuenta de que estaban demasiado quietos.
Empuje la charola ya vacía hacia un lado.
—¿Hay algo mal, Alice? —pregunté.
—Todo va bien. —dijo abriendo los ojos con sorpresa. No le creí.
—¿Cuánto estaremos aquí? —
—Hasta que nos llamen Carlisle y Edward. —
—¿No deberían haber llamado ya? —
Me di cuenta de que los ojos de Alice iban desde los míos hasta el teléfono que estaba encima de su bolso, luego volvió a mirarme, pero antes de que volviéramos a hablar alguna de las dos Jasper nos interrumpió.
—Elina, no hay nada de qué preocuparse. Aquí estas a salvo. —dijo sospechosamente tranquilo.
—Ya lo sé. —dije.
—Entonces, ¿De que tienes miedo? —
—No es miedo, es preocupación. —dije en un susurro. — Ya oíste a Laurent, James es mortífero. ¿Qué pasaría si algo sale mal? Si cualquiera de ellos saliera lastimado, Carlisle, Edward, Emmett…si aquella mujer le hiciera daño a Esme o a Rosalie. ¿Cómo podría vivir luego con la culpa? Sabiendo que fue por mí que paso todo esto. No deberían arriesgarse….—dije angustiada.
—Elina, Elina, para…—me interrumpió Jasper. —Te preocupas por lo que no debes, Elina. Confía en mí, ninguno está en peligro. Nuestra familia es fuerte y nuestro único temor es perderte. —
—Pero ¿Por qué? —
Alice lo interrumpió esta vez, tocando mis mejillas con sus frías manos.
—Edward ha estado solo por tanto tiempo, y al fin te ha encontrado. Tu no ves su cambio pero nosotros sí. ¿Con que cara lo veríamos los próximos cien años si te perdiera? —
Suspiré y miré hacia otro lado.
—¿Cres que me puedas prestar tu teléfono? —dije cambiando de tema. —Es que mi madre me dijo que le avisara en cuanto llegara, solo le quiero dejar un mensaje, para que me llame al rato. —
—Claro. —dijo dándome el teléfono.
Le envíe un mensaje rápido a mi madre para que me llamara a ese número cuando estuviera despierta y no se preocupara.
Le di el teléfono de vuelta a Alice, y me quede meditando todo lo que había pasado en las últimas horas.
Había sido un día largo.
Alice llamo a la recepción, pidiendo de que no mandaran a la empleada de la limpieza. Las ventanas permanecieron todo el tiempo cerradas, con la televisión encendida, aunque nadie la miraba. Me traían comida en intervalos regulares.
Me fui a la cama solo para matar un poco de tiempo. Alice me seguía todo el tiempo. Me empezaba a cuestionar las instrucciones que le había dado Edward. Me acosté en la cama y ella se sentó a mi lado con las piernas cruzadas. Aunque intente dormir no pude, así que me voltee para hablar con Alice.
—¿Alice? —
—¿Sí? —
—¿Qué crees que están haciendo allá? —
—Carlisle está conduciendo al rastreador hacia el norte, espera que se les acerqué para emboscarlo. Esme y Rosalie se dirigen hacia al oeste con la mujer detrás el máximo tiempo posible. Si esta se regresa, entonces tenían que volver a Forks y vigilar a tu familia. Imagino que todo debe de ir bien, ya que no han llamado. Eso significa que el rastreador debe de estar cerca de ellos como para que no quieran arriesgarse a que se entere de algo por casualidad. —
—¿Esme y Rosalie? —
—De seguro volvieron a Forks. No pueden llamar por si hay alguna posibilidad de que la mujer este escuchando. Confió de que todos tengan cuidado con eso. —
—¿Me dirías la verdad si algo saliera mal? —
—Si. Siempre te la diré. —
—¿Me podrías decir cómo se convierte alguien en un vampiro? —
Mi pregunta le sorprendió. Se quedo quieta, y mire su expresión indecisa.
—Edward no quiere que te lo cuente. —dijo con firmeza.
—Eso no es justo, creo que debería saberlo. —
—Si ya lo sé. —
La mire haciendo ojos de cachorrito y un puchero.
Suspiro.
—Se va a enfadar muchísimo. —
—No creo que sea de su incumbencia. Esta en una conversación entre tu y yo, te lo pido como amiga. —
Yo ya la consideraba mi amiga, tal y como ella había visto en sus visiones.
—Te contare como es el desarrollo del proceso. —dijo firme. —Pero no recuerdo cómo me ocurrió, no lo he hecho, ni he visto a nadie hacerlo, así que nomás te puedo decir la teoría. —
Me senté para estar a su altura, y esperé a que comenzara a hablar.
—Nuestros cuerpos de depredadores disponen de muchas armas como sabrás: la velocidad, la fuerza, sentidos muy agudos y eso sin tener en cuenta que algunos como Edward, Jasper o yo poseemos dones. Además resultamos físicamente atractivos ante nuestra presa, como una planta carnívora. Tenemos también un arma de escasa utilidad. Somos ponzoñosos. Esa ponzoña no mata, solo incapacita. Se extiende por todo el sistema circulatorio, del modo de que ninguna presa está en condiciones físicamente de resistirse y huir que ha sido mordido. Es poco útil, como ya te dije, porque no hay victima que se nos escapé en distancias cortas, aunque, claro, siempre hay excepciones. Carlisle, por ejemplo. —
—Así que si dejas que la ponzoña se extienda…—
—Completar la trasformación requiere de varios días, depende de cuanta ponzoña haya en la sangre y cuando llegue al corazón. Mientras el corazón siga latiendo se sigue extendiendo, curando y trasformando el cuerpo mientras se extiende por cada rincón. La conversión finaliza cuando el corazón se detiene. Pero en cada minuto la victima desea la muerte. —
Me quede quieta por la sorpresa.
—No es agradable, te lo dije. —
—Edward me dijo que era algo muy difícil de hacer. ¿Por qué crees que no lo recuerdes? —
—No sé. El dolor de la trasformación es el recuerdo más nítido que suelen tener casi todos de su vida humana. Sin embargo, yo no recuerdo nada de mi vida anterior. —
Estuvimos las dos en un silencio cómodo, pensando. Trascurrieron segundos donde me quede tan entrada en mis pensamientos, que me olvide completamente que ella estaba a mi lado.
Entonces, Alice salto de la cama, cayendo de pie con agilidad. Rápidamente voltee para verla.
—Algo cambio. —dijo.
Llego a la puerta al mismo tiempo que Jasper. Le puso las manos en los hombros, guio a Alice de vuelta a la cama, y la sentó en el borde.
—¿Qué ves? —preguntó Jasper, mirándola a los ojos. Me senté junto a ella.
—V-veo una gran habitación con espejos por todas partes. Piso de madera. James se encuentra ahí, esperando. —
—No lo sé. Todavía falta una última decisión que no se ha tomado sobre algo. —
—¿Cuánto falta para que eso ocurra? —
—Es pronto, estará en la habitación del espejo hoy o quizá mañana. Está esperando y ahora permanece en la penumbra. —
—¿Qué hace ahora. —dijo Jasper con una voz metódica.
—Ve la televisión a oscuras en un sitio…no, es un video. —
—¿Puedes ver dónde está? —
—No, hay demasiada oscuridad. —
—¿Hay otro objeto en la habitación? —
—Solo veo espejos y barras pegadas a la pared. También hay un gran aparato de música y un televisión encima de una mesa. Ha puesto allí un video, pero no lo mira de la misma forma en que lo hacía en la habitación a oscura. —sus ojos vagaron sin rumbo fijo, y luego se centraron en el rostro de Jasper. —Esta es la habitación donde espera. —
—¿No hay nada más? —
Ella negó la cabeza.
—¿Qué significa? —pregunté.
Nadie me contesto durante unos minutos, hasta que Jasper me miro.
—Significa que el rastreador ha cambiado de planes y ha tomado la decisión que lo llevara a la habitación de los espejos y la sala oscura. —
—Entonces no saben dónde está. —
—No. —
—Bueno, pero si sabemos que no lo están persiguiendo en las montañas al norte de Washington. Se les escapara. —dijo Alice lúgubremente.
—¿No deberíamos avisarles? —pregunté.
Ellos intercambiaron una mirada seria, indecisos.
El teléfono sonó.
Alice cruzo la habitación, pulso el botón y se lo acerco al oído.
—Carlisle. —susurró. A mí no me pareció sorprendida ni aliviada. —Si. —dijo sin dejar de mirarme, permaneció a la escucha un buen rato. —Acabo de verlo. —dijo y les describió la visión. —Fuera lo que fuera lo que lo hizo tomar ese avión, seguramente lo va a llevar a esas habitaciones. —hizo una pausa. —Si. —contesto y luego me llamo. —¿Elina? —
Me alargo el teléfono. Lo tome.
—¿Diga? —dije.
—Elina. —dijo Edward.
—¡Edward! me alegra tanto escucharte bien. ¿Dónde estás? —
—En los alrededores de Vancouver. Lo siento, Elina, pero lo hemos perdido. Parecía sospechar de nosotros y tenía la precaución de estar lo bastante lejos para que no pudiera leerle el pensamiento. Se ha ido, parece que ha tomado un avión. Creemos que ha vuelto a Forks para comenzar la búsqueda de nuevo. —
Detrás de mi Alice ponía a Jasper al día.
—Lo sé. Alice vio que se había marchado. —
—Pero no tienes que estar nerviosa o preocuparte. No va a poder encontrar nada que lo lleve hasta ti, solo tienes que permanecer en donde estas y esperar a que lo encontremos otra vez. —
—Estoy bien. ¿Están Esme y Rosalie con mi familia? —
—Si, la mujer ha estado en la ciudad. Entro en la casa mientras tu familia estaba a fuera. No temas, no se ha acercado. Están a salvo, vigilados por Esme y Rosalie. —
—Si las miras o hablas con ellas, agradéceles de mi parte por cuidar a mi familia. —
—Yo les diré. —dijo
—Te extraño mucho. —le dije en un susurro.
—Yo igual te extraño, te has llevado una parte de mi contigo, amor. —dijo Edward.
Me sorprendí era la primera vez que usaba un apodo conmigo. Sonreí mucho.
—Aquí estará esperando por ti para cuando todo esto termine. —
—Ahí estaré para recuperarla, una vez me asegure de que estarás a salvo. —
—Te quiero mucho. —le recordé.
—Yo te quiero mil veces más, te lo aseguro. —hizo una pausa. —Debo colgar me reuniré contigo enseguida. —
—Te estaré esperando. —
Y colgó. Me di la vuelta para devolverle el celular a Alice y los encontré a ella y a Jasper inclinados sobre la mesa. Ella dibujaba un boceto en un trozo de papel. Me incline sobre el respaldo del sofá para mirar por encima de su hombro.
Había pintado una habitación grande y rectangular. Las tablas de madera del suelo se extendían a lo largo de toda la estancia. En la parte del fondo se podían ver unas barras pegadas a la pared.
—Es un estudio de baile. —dije reconociendo el aspecto familiar del cuarto.
Me miraron sorprendidos.
—¿Conoces esta habitación? —dijo Jasper,
Alice se inclinó para seguir dibujando, en la pared del fondo en la esquina derecha del cuarto dibujo un aparato de música y un televisión encima de una mesa.
—Se parece a una academia en donde solía tomar clases de baile cuando vivía aquí. Tiene el mismo aspecto. —señale en donde terminaba la hoja del lado izquierdo. —Un poco más a la izquierda estaba el logo de la academia. —
—¿Estas segura de que es la misma habitación? —
—No, no completamente. Supongo que todos los estudios de baile tienen las mismas cosas, como los espejos y las barras. Solo lo dije porque me resulto familiar, puede ser otro estudio de danza. —
—¿Dónde está el estudio de danza. —
—Cerca de Times Square, siempre iba ahí después de la escuela. —
Alice y Jasper intercambiaron miradas.
—Entonces está aquí en Nueva York. —confirmó Jasper.
—Si, en West 45th St., al Oeste de Times Square. —
Guardaron silencio un momento, para después seguir con lo que hacían.
Yo por mi parte me fui a sentar al sofá y picote la fruta que quedaba en el plato. Durante un rato Alice dibujo un diseño vago de la habitación oscura que había visto en su visión, a la luz débil del televisor. Jasper inspeccionaba el exterior haciendo a un lado las cortinas.
Debí quedarme dormida en el sofá mientras esperaba que volviera a sonar el teléfono. Las frías manos de Alice me despertaron durante un momento cuando me llevaba hacia la cama, pero rápidamente me volví a dormir antes de que me dejara en la cama.