Me desperté de repente.
Me quede paralizada en mi cama intentando pensar en otra cosa que no fuera ese sueño. Me sentí irritada, porque tenía que soñar algo así antes de mi boda. Eso me pasaba por recordar historias perturbadoras antes de dormir.
Intentando olvidar mi sueño anterior, me levanté de mi cama y me vestí con algo ligero: un suéter café claro, unos jeans y unos tenis. Después de cambiarme y hacer mi rutina baje a hacer algo de desayunar.
Al poco tiempo mis padres bajaron y les serví el desayuno.
—Appa. —lo llame. —Recuerda que tienes que llevar al señor Weber a las tres en punto. —le recordé.
—Pues no tengo muchas cosas más que hacer además de traer al sacerdote, Elina. No creo que se me olvide el único trabajo que debo hacer. —
Mi madre se había tomado todo el día libre y como era sábado mi padre no trabajaba así que no tenían nada que hacer.
—Ese no es tu único trabajo, cariño. —le dijo mi madre. —También debes estar vestido correctamente y presentable. —
Mi padre iba a decir algo pero unos golpeteos insistentes en la puerta lo interrumpieron.
—Yo voy. —dije
Me levanté y abrí la puerta, ahí estaba Alice, mi mejor amiga y cuñada. Alice ya tenía el pelo arreglado y se miraba que estaba muy apurada, me tomo de la mano y me jalo fuera de mi casa no sin antes gritar un "Hola, señores Yorkie".
Alice me miro muy atentamente mientras me seguía jalando.
—¡Oh demonios! ¡Mírate esas ojeras! —hizo una mueca de disgusto. —¿Qué hiciste? ¿Estuviste levantada toda la noche? —
—No toda. —dije inocente.
Me miro mal.
—Ay, Elina. no es que tenga mucho tiempo de dejarte espectacular. La verdad es que hubieras cuidado mejor la materia prima. —me regaño.
—Tú sabes hacer milagros, Alice. Yo sé que podrás quitarme esta cara de zombie que me cargo, lo único que me preocupa es quedarme dormida durante el "Si, acepto" y que Edward aproveche para huir. —
Alice soltó una risita.
—Me asegurare de que tu atrapes el ramo cuando lo lance. —prometí.
—Gracias. Al menos mañana tienes mucho tiempo para dormir en el avión. —
Levante las cejas sorprendida, ¿Tanto tiempo estaríamos en un avión? Si nos íbamos esa noche después de la recepción y todavía estaríamos en un avión al día siguiente... bueno, entonces no viajaríamos a Boise, Idaho. A Edward no se le había escapado ni una sola pista. La verdad me emocionaba un poco de misterio, pero resultaba extraño no saber dónde dormiría la noche siguiente. O era de esperar que no estuviera durmiendo.
Alice se dio cuenta de que me había dado en qué pensar y frunció el ceño.
—Tu maleta ya está lista, ya todo está preparado. —dijo entusiasta.
—Alice, me hubiera gustado empacar mis cosas. —
—Nada de eso, te hubiera dado alguna pista de a dónde irán. Además dentro de diez horas será oficialmente mi hermana y tendremos que ponernos de acuerdo con la ropa, me gusta cómo te vistes así que mis recomendaciones no serán muchas. —
Asentí, eso no sería muy difícil, a mí también me gusta la moda.
—¿Ya llegaron? —pregunte.
—No te preocupes Jasper y Emmett lo traerán aquí antes de que empiece la música, pero ya sabes la tradición, no deben verse, así que no importa cuando regrese. Todo será de la manera tradicional. —
—¿Tradicional? Si sabes que mi novio es un chismoso, de seguro ya le hecho un vistazo a escondidas. —dije.
—Tradicional si dejamos a un lado al novio y a la novia. Además yo soy la única que ha visto el vestido, he tenido mucho cuidado en no pensar en el cuándo él está cerca. —
Alice giro hacia el sendero que daba a la entrada de su casa.
—Veo que reutilizaste las decoraciones de la graduación. —
El camino estaba adornado con luces titilantes que indicaba a los invitados a donde deberían ir.
—Se desperdicia lo que no se sabe apreciar. Disfruta lo que puedas ver porque será lo único que te deje ver de las decoraciones. —dijo.
—¿Desde cuándo a la novia no se le permite ver las decoraciones? —pregunte.
—Desde que yo estoy a cargo de todo. Quiero que te lleves una sorpresa cuando bajes las escaleras. —
Me tapo los ojos antes de dejarme entrar a la cocina, pero eso no impidió que un perfume a flores me inundara.
—¿Qué eso? —pregunte.
—¿Crees que exagere? Eres el primer humano que entra. Espero haberlo hecho bien. —
—Huele espectacular. —asegure, era un equilibrio entre diferentes fragancias, algo sutil e impecable. —Azahar…lilas…y algo más, ¿Le atine? —
—Si, pero te faltaron las fresias y las rosas. —
Alice no quito sus manos de mis ojos hasta que llegamos a su gigantesco baño. Me sorprendí al ver que casi había trasformado su baño en un salón de belleza.
—Espero que hagas milagros, Alice. —bromee.
—Todos se quedarán estupefactos cuando haya terminado contigo. —
—¿Crees que pueda echarme un pequeña siesta en lo que haces tú magia? —pregunte esperando que la respuesta fuera positiva.
—Claro. —sonrió.
Eché mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos para dormirme un rato. Me despertaba de vez en cuando ella ponía mascarillas en mi cara, exfoliaba y sacaba brillo a cada parte de mi cuerpo.
Después de unas horas Rosalie entro al cuarto, traía una bata y el pelo ya arreglado.
—Ya regresaron. —informo.
—¡No quiero a nadie de chismoso! ¡Mantenlo fuera de aquí! —dijo Alice.
—No creo que se le ocurra cruzarse conmigo. —aseguro Rosalie. —Valora mucho su vida. Esme lo puso a ayudar con algunas cosas en la parte de atrás. ¿Necesitas ayuda? Puedo ayudar con el peinado. —
Le sonreí en señal de agradecimiento.
—Claro. —contesto Alice. —Quiero un rodete bajo que este medio despeinado, deja unos mechones sueltos. El velo va aquí. —comenzó a indicarle como lo quería.
Las manos de Rosalie la remplazaron, dándole forma a mi cabello con delicadeza. Alice volvió a concentrarse en mi cara.
Una vez Rosalie recibió la aprobación de Alice por mi peinado, la mando a buscar mi vestido y después a buscar a Jasper, a quien le había dado la tarea de ir por mi abuela y parientes de corea que se estaban quedando en un hotel.
Estaba totalmente emocionada de ver por fin mi vestido, pero otra vez Alice hizo que cerrara los ojos y me ayudo a ponérmelo.
Las piernas me comenzaron a temblar de los nervios. Ya faltaba poco.
—Ya lo puedes ver Elina. —dijo Alice emocionada de mi reacción.
Me mire en el espejo. Me quede con la boca abierta, parecía totalmente una novia.
El vestido era totalmente hermoso. Era estilo princesa de manga larga, en la falda tenía un poco de encaje al igual que las mangas, tenía un escote amplio, pero para nada vulgar, el vestido era perfecto y combinaba con unos tacones blancos con decoraciones plateadas.
Mi maquillaje era algo sencillo. Los ojos los tenía pintados con un estilo que quedaba bien con mis ojos rasgados, y solo estaban pintados con un poco de café un delineado sencillo y un poco de dorado en la parte inferior de los ojos. Lo que más resaltaba de mi maquillaje eran los labios que estaban pintados con un rosa muy suave. Mi peinado era algo sencillo pero eso no le quitaba lo bonito solo era un rodete y dejaba unos mechones sueltos.
—Wow. —fue lo único que pude decir.
—Elina, tengo que vestirme, ¿Puedes arreglártelas tu sola un par de minutos? —
—Si, yo puedo sola. —
Me seguí admirando en el espejo.
—{Pero que hermosa estas, chiquita.} —pensé mirando mi reflejo y me guiñé un ojo.
Alice regreso cuando le estaba coqueteando a mi propio reflejo, ahora vestida con un vestido que parecía flotar cada vez que caminaba.
—Alice, estas radiante. —alague.
—Nada de eso, nadie me va a mirar a mi hoy, al menos no mientras tu estés en la habitación. —dijo. —Ahora dime ¿Aun sigues nerviosa o tendré que llamar a Jasper? —
—¿Ya regreso? ¿Ya llego mi abuela? —pregunte.
—Acaban de cruzar la puerta y vienen hacia acá, y da la casualidad de que tus padres también llegaron. —
Mi abuela había llegado hace dos días junto con todos mis parientes de corea, que vendrían siendo mis dos tíos, hermanos menores de mi madre, junto con sus respectivas esposas y sus hijos, mis primos. Le habíamos insistido que se quedaran en nuestra casa, pero mi abuela dijo que no quería molestar y prefirió el hotel, pero tratamos de sacarlos a pasear para que conociera tan siquiera Seattle y Port Angeles.
—¡Oh, Elina! —grito mi madre que venía con mi abuela Kim Ji Won. — ¡Alice, eres increíble! Tanto Esme como tú deberían de tener un negocio para organizar bodas. ¿Dónde has encontrado ese vestido? ¡Es divino! tan elegante. Elina, parece como si acabaras de salir de una película. Qué idea tan original, diseñar todo el tema de la decoración a partir del anillo de Elina, ¡Es tan romántico! ¡Y pensar que ha pertenecido a la familia de Edward desde el siglo XVIII! —
— —sonrió mi abuela aguantando las ganas de llorar.
— —sonreí con los ojos cristalizados.
Hubo un carraspeo en la entrada del cuarto. Era mi padre.
—Sun, dice Esme que ya es hora de que tú y Ji se instalen ahí abajo. —
— —dijo mi abuela.
—Denme un abrazo antes de que bajen, por favor. —dije mirando a mi abuela y a mi madre.
—Pero con mucho cuidado. —advirtió Alice.
Mi abuela me apretó con cariño y después mi madre.
— —dijo mi abuela mientras salía del cuarto.
—Cierto, por poco se me olvida. Graham ¿Dónde está la caja? —pregunto mi madre.
Mi padre saco una caja blanca de su bolsillo y se lo tendió a mi madre, la cual la abrió y me enseñó el contenido. Era una peineta plateada con diseños de flores y en el centro de algunas había un zafiro.
—Algo azul. —dijo mi padre.
—Y algo viejo, perteneció a la abuela Kim, hicimos que le agregaran algunos zafiros. —dijo mi madre.
Se me hizo un nudo en la garganta.
—Omma, Appa… no debieron… —
—Alice no nos dejo hacer nada más. —dijo mi madre.
Alice apareció de pronto y puso con rapidez la peineta en mi pelo
—Ya tenemos algo viejo y algo azul —dijo Alice dando unos pasos hacia atrás para mirarme. —Y tu vestido es nuevo. Así que toma... —me lanzo a las manos una liga blanca. —Es mía y la quiero de vuelta. —dijo Alice.
Me sonroje.
—Ah, qué bien. —dijo Alice satisfecha. —Un poco de color... justo lo que necesitabas. Ya estás oficialmente perfecta. —se volvió hacia mis padres con una pequeña sonrisa. —Señora Yorkie, tiene que bajar ya. —
—Claro. —asintió mi madre, me envió un beso y se apresuró a salir.
—Señor Yorkie, ¿Le importaría ir en busca de las flores, por favor? —
Mientras mi padre iba a buscar las flores, Alice me quitó la liga de las manos y se inclinó bajo mi falda. Me estremecí cuando su mano fría me tomo el tobillo para poner la liga en su lugar. Ya estaba de nuevo en pie antes de que mi padre regresara con dos ramos de flores blancas.
Rosalie, la mejor música de la familia después de Edward comenzó a tocar el piano en el piso de abajo. El canon de Pachelbel.
Los nervios comenzaron de nuevo.
—Cálmate, pequeña. —dijo mi padre para después voltear a ver a Alice. —No se me va a caer, ¿Verdad? —
—Claro que no, estará bien. —dijo Alice, se acercó a mí y me miro a los ojos. —Elina, todo estará bien, Edward te está esperando allí abajo. —
Tome un poco de aire e intente calmarme.
La música se trasformo lentamente a una nueva melodía.
Mi padre me tomo del brazo.
—Es nuestro turno, pequeña. —
—¿Elina? —pregunto Alice.
—Si, si, vamos. —dije rápidamente.
La música sonaba muy fuerte y subía por las escaleras junto con la fragancia de un millón de flores.
—Es mi turno. —dijo Alice. —Cuenta hasta cinco y sígueme. —
Ella comenzó una lenta danza llena de gracia mientras bajaba la escalera. Unos segundos después pude reconocer mi entrada.
—No dejes que me caiga, Appa. —susurré y mi padre me colocó la mano sobre su brazo y la sujetó allí con firmeza.
—{Poco a poco, Elina.} —pensé cuando comencé a caminar al ritmo lento de la marcha.
No levanté los ojos hasta que vi mis pies firmes en el piso, aunque pude escuchar los jadeos y los susurros de la audiencia cuando aparecí a la vista de todos. Me ruborice de inmediato al escucharlos.
Tan pronto como mis pies pasaron las escaleras busqué su mirada. Durante un segundo, me distrajo la abundancia de flores blancas que colgaban en guirnaldas, pendiendo en largas líneas de vaporosos lazos, pero quité los ojos de la cortina y busqué a través de las filas de sillas, ruborizándome más cuando vi a todos pendientes de mí. Hasta que lo encontré al final del todo, de pie, delante de un arco de más flores y más lazos.
Carlisle estaba a su lado y el padre de Angela detrás de los dos. Pude haberme distraído con la hermosa decoración o con los rostros de los invitados, pero ahora solo tenía ojos solo para él.
Ahora sólo podía distinguir el rostro de Edward. Y entonces, cuando su mirada se encontró con la mía, en nuestros rostros se plasmó una sonrisa de alegría y nuestros ojos brillaron con amor.
De repente, fue sólo la presión de la mano de mi padre en la mía la que me impidió correr para reunirme más rápido con él.
Me resigne a caminar al paso de la marcha, menos mal que el pasillo era muy corto. Hasta que al fin llegué allí. Edward extendió su mano y mi padre tomó la mía para darle un beso y después colocarla sobre la de Edward. Sonreí más al sentir nuestras manos unidas.
Hicimos los votos tradicionales. Sólo le habíamos pedido al señor Weber que hiciera un cambio pequeño y él amablemente sustituyó la frase "Hasta que la muerte nos separe" por una más apropiada: "Tanto como duren nuestras vidas".
En ese momento al recitar los votos no pudimos quitar los ojos del otro. Pude ver como los ojos de Edward trasmitían miles de emociones pero la que más predominaba era la de la dicha de que este momento ya estuviera pasando y sabía que los míos también trasmitían lo mismo.
No me di cuenta de que estaba llorando hasta que llegó el momento de las palabras que nos unirían para siempre.
—Acepto. —dije en un susurro ahogado.
—Acepto. —dijo Edward claramente y con una enorme sonrisa al pronunciar las palabras que tanto anhelaba decir.
El señor Weber nos declaró marido y mujer, las manos de Edward tomaron mi rostro cuidadosamente. Lo mire a los ojos a través de las lágrimas que apenas me dejaban ver, y sus ojos dorados también parecían llenos de lágrimas, a pesar de que eso era imposible. Inclinó su cabeza hacia la mía y yo me alcé sobre las puntas de los pies arrojando mis brazos, con el ramo, alrededor de su cuello.
Fue un besó lleno de ternura, adoración y amor, todo a nuestro alrededor desapareció. Al final, nos apartamos y nos miramos nuevamente a los ojos.
La gente estalló en un aplauso y giramos para ponernos de cara a nuestros amigos y familiares.
Mi madre fue la primera en ir a abrazarme.
—Felicidades, cariño, estoy tan feliz por ti. —dijo mientras lloraba.
El siguiente en ir a abrazarme fue mi padre y detrás de él venia Eric y su novia Katie.
—Mi pequeña ya es toda una mujer casada, estoy tan orgulloso. —dijo con los ojos cristalizado.
—Vamos, Appa, no la acapares. —dijo Eric. —Felicidades, Elina. Quien diría que Cullen te aguantaría tanto como para casarse contigo. —dijo burlón. Katie le dio un manotazo. —¡Auch! —
—Compórtate. —le dijo Katie, lo mire burlona. —¡Felicidades, Elina! —
—Gracias Katie. —
La siguiente fue mi abuela.
— —volteo a ver a Edward. — —
— —dijo mientras me daba un beso en la sien.
Después de mi abuela me pasaron de mano en mano por todos los invitados, de abrazo en abrazo, apenas fui consciente de a quién pertenecían los brazos de cada uno de ellos, siempre estando de la mano con Edward que se aferraba a la mía. Reconocí con claridad la diferencia entre los blandos y cálidos abrazos de mis amigos humanos y los cariñosos y fríos de mi nueva familia. Pero un abrazo destacó entre todos los demás, el de Seth Clearwater, el cual me cargo y comenzó a darme vueltas entre risas.