Después del día de compras, fueron a dar un romántico paseo nocturno por uno de los muchos parques de Javvok. O al menos era romántico para Kamila y Lith, mientras que para las tres mujeres solteras, estar rodeadas de enamorados les resultaba muy incómodo.
A pesar de la hora, había muchas parejas jóvenes, lo que hizo que las tres magas de Ernas se arrepintieran de su elección.
Aún no habían terminado de visitar el parque cuando de repente algo que parecía un Portal de Distorsión pero no lo era, apareció en un árbol cercano.
Lyta la Dríade salió de él, extendiendo sus brazos hacia Quylla.
—Quylla, cariño. Realmente te haces la difícil —dijo acercándose a su objetivo.
—¡Dioses del bien! Ayúdame, Phloria —Quylla se escondió rápidamente detrás de la espalda de su hermana.
Phloria recordaba lo coquetas que eran las Dríadas desde sus días en la academia, especialmente esa Dríada en particular.