La niebla blanca estaba por todas partes. No había dirección. Sin arriba ni abajo, izquierda o derecha. Solo era niebla blanca sin fin.
Ella caminaba sin detenerse, ni rápido ni lento. Sus pasos eran uniformes y regulares, casi mecánicos en su uniformidad. Su cuerpo se movía por su propia voluntad, sin sentir nada.
Sus ojos estaban vacíos. Al igual que su mente.
¿Quién era ella?
No tenía ni idea.
¿Adónde iba?
No lo sabía.
Así que caminaba sin parar porque era lo único que podía hacer. Ni siquiera se daba cuenta de si seguía respirando o no.
¿Realmente estaba viva? ¿Qué significaba estar viva?
—...aby... —Ella continuó caminando.
—...ba...by… —¿Eh? Se detuvo. ¿Qué era eso? El silencio en este lugar de niebla parecía absoluto. Cuando no escuchó nada más, reanudó la caminata.
—...niña pequeña...por favor...despierta… —De repente, su cuerpo insensible comenzó a doler. El frío le calaba los huesos, haciéndola temblar violentamente sin control.