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PUNTO DE VISTA DE ARIANNE
La corte entera estalló en un fuerte murmullo de argumentos e incredulidad. Incluso Langmore, que había estado de rodillas frente a mí, se había levantado, su cara pálida mientras me miraba con descreimiento. Mantuve la compostura permitiendo que la gente de la corte expresara sus pensamientos y preocupaciones.
—Ella no puede hacer eso.
—Eso es imposible.
—¿Puede destituir a Langmore, cierto?
—¿Por qué el rey no dice nada y solo se queda ahí parado?
—No lo vamos a tolerar.
Exhalé mientras la gente de la corte expresaba sus pensamientos en voz alta. Les había dado suficiente tiempo para desahogarse y, para ser honesta, empezaba a irritarme. Ya había tenido suficiente de esto.
—¡SILENCIO! —grité, mi voz cortando el ruido como una hoja afilada. La habitación enmudeció, el peso de mi orden colgando en el aire. Todos los ojos se volvieron hacia mí, sorprendidos por la repentina explosión pero también cautivados por la autoridad en mi tono.