Helga, cuyos ojos azules se habían ensanchado de admiración y asombro, contemplaba con detenimiento los intrincados dibujos y las sinuosas raíces del majestuoso árbol que se dibujaba desde el centro de la cueva. La luz tenue de las velas bailaba sobre las paredes rocosas, iluminando los misteriosos símbolos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
Con su aguda percepción, Helga se percató de que aquellos dibujos no eran meros adornos, sino que representaban una extensa red de túneles subterráneos que se ramificaban por toda Łódź y, posiblemente, por otras ciudades cercanas.
El corazón le latía con fuerza en el pecho, mientras la emoción del descubrimiento la embargaba. Este hallazgo podría ser la clave que necesitaban para desentrañar los secretos ocultos de la ciudad, y Helga estaba convencida de que tenían que compartirlo con el Dr. Von Braun lo antes posible. Su mente, siempre ávida de conocimiento y misterio, ya estaba tejiendo un sinfín de posibilidades y conexiones en torno a aquella fascinante red de túneles.
Tomasz, con una expresión de entusiasmo y curiosidad, miró a Helga y le preguntó: "¿Qué es lo que has descubierto?"
Helga se dirigió a Tomasz y le explicó lo que habían encontrado. "Estas raíces y los dibujos en las paredes no son solo decorativos, sino que representan una red de túneles subterráneos que se extienden por toda la ciudad y, quizás, por otras ciudades también."
Tomasz se quedó sin palabras, absorbido por la importancia de la información. "Eso es realmente un descubrimiento importante. Hay de decírselo a los demás inmediatamente."
Helga y Tomasz se pusieron a trabajar en la decodificación y lectura de los documentos que habían encontrado. Los documentos estaban escritos en un antiguo idioma que requería un conocimiento especializado para ser interpretado. Helga, con su conocimiento de la historia y el ocultismo, fue capaz de descifrar algunas partes del texto, pero solo unos documentos que evidentemente eran mas modernos.
Tomasz, con su agudeza mental y capacidad de análisis, apoyó a Helga en la interpretación de los documentos. En conjunto, hallaron que los pasajes subterráneos formaban parte de un antiguo sistema de comunicación, aunque ignoraban el propósito de su existencia.
Helga, con analítica, se percató de algo inquietante. Mientras estudiaba los dibujos en las paredes de la cueva y las bifurcaciones de las ramas grabadas en el piso, notó que el punto en el que se encontraban no era el centro de la red de túneles, sino una entrada más. La verdadera red debía estar debajo de ellos, y ese lugar era solo uno de los muchos accesos. La pregunta que surgió en su mente fue: ¿Cuál podría ser la entrada correcta?
Con una expresión de preocupación, Helga compartió su hallazgo con Tomasz. "Creo que nos hemos equivocado. Este lugar no es el centro de la red de túneles, sino una de las muchas entradas. La verdadera red debe estar debajo de nosotros."
Tomasz frunció el ceño, absorbiendo la nueva información. "Entonces, ¿cómo encontramos la entrada correcta?"
Helga se sumió en un profundo pensamiento, observando los dibujos en las paredes con más detenimiento. Había algo que se le escapaba, un detalle que aún no había logrado descifrar. Mientras su mente trabajaba incansablemente, una idea comenzó a tomar forma.
"Necesitamos buscar un patrón, una señal que nos indique el camino correcto", dijo Helga con determinación. "Estos dibujos deben contener una pista que nos lleve a la entrada principal de la red de túneles."
Tomasz asintió, concordando con Helga. "Estoy de acuerdo. Debemos escrutar estos dibujos con mayor atención y buscar cualquier indicio que pueda ser una pista", comentó, considerando la posibilidad de que existiera una señal o una puerta oculta.
Mientras el silencio se apoderaba de la habitación, Helga Müller y Tomasz Nowak se sumergieron en un profundo análisis de los dibujos en las paredes. Con su mirada escrutadora y su mente analítica, ambos trabajaron incansablemente para descifrar el misterio que se les presentaba. Entre las imágenes, se encontraban representaciones de animales exóticos, como jirafas y rinocerontes, que no eran propios de esas latitudes. La extrañeza de aquellas figuras solo servía para aumentar la fascinación y el misterio que rodeaba aquel lugar.
Helga, con su conocimiento en diversas teorías esotéricas, intentó encontrar una conexión entre los dibujos y los nueve mundos de la mitología nórdica. La representación del todo parecía recordarle aquellos reinos míticos, y su intuición le decía que allí podría encontrarse la clave. Por su parte, Tomasz, con su actitud decidida y su valentía, examinó cada línea y cada detalle con una minuciosidad obsesiva. Su instinto militar le decía que no podían dejar ningún cabo suelto.
Juntos, trabajaron sin descanso, buscando desesperadamente una pista que los guiara hacia la entrada correcta. La tensión se podía cortar con un cuchillo, y el tiempo parecía avanzar lentamente mientras ellos se sumergían en el misterio de aquellas paredes.
Conscientes de que la clave para descifrar el enigma debía estar oculta en algún rincón de aquellos murales, Helga y Tomasz se repartieron las tareas. La primera, con su conocimiento en astrología y teorías esotéricas, se dedicó a analizar los símbolos y las posibles conexiones con el cosmos y las fuerzas ocultas. Por su parte, Tomasz, se centró en buscar patrones y señales que pudieran indicar una puerta oculta o una señal que les mostrara el camino.
Mientras continuaban su búsqueda, Helga no podía evitar sentir una creciente ansiedad. Sabía que el tiempo era esencial y que cada momento que pasaba aumentaba el riesgo de que sus descubrimientos cayeran en manos equivocadas. Pero también sabía que no podían permitirse el lujo de equivocarse. Tenían que encontrar la entrada correcta, y pronto.
Helga sacó algunos de los libros y los guardó en un morral, mientras Tomasz seguía preguntándose si ese era un mapa subterráneo. ¿Cuántas entradas había en la gran habitación, y si ese no era el centro del mapa? En ese momento, escucharon ruidos provenientes de una de las entradas de la gran habitación. Helga y Tomasz permanecieron en espera y en guardia, a la espera de lo que pudiera suceder.
Mientras el silencio reinaba en la gran habitación, Helga y Tomasz, lejos de permanecer inactivos, se sumergieron en el estudio de los libros que habían sacado. Con una mezcla de curiosidad y precaución, comenzaron a examinar cuidadosamente cada página, desentrañando los enigmáticos dibujos y símbolos que se encontraban en ellos.
Entre las páginas amarillentas de los libros, Helga y Tomasz descubrieron intrincadas ilustraciones de seres mitológicos que parecían emerger de un mundo lejano y misterioso. Los gigantes de Jötunheim, representados con una anatomía imponente y detalles terroríficos, dominaban algunas páginas, mientras que en otras, dragones de escalas iridiscentes y ojos encendidos eran dibujados con un talento artístico y una precisión casi sobrecogedores. Estas imágenes, cargadas de simbolismo y significado oculto, capturaban la atención y despertaban en ellos una curiosidad irrefrenable .
Helga lideró la tarea de descifrar el antiguo idioma en el que estaban escritos los textos. Su mente, afilada como una cuchilla, se adentró en los complejos entramados lingüísticos, desgranando cada palabra y cada signo con una precisión quirúrgica.
Todos los signos apuntaban a que los túneles subterráneos formaban parte de una antigua red de comunicación secreta, utilizada por una organización clandestina para transmitir mensajes y información confidencial entre sus miembros, y esto estaba simbolizado por el gran árbol Yggdrasíl.
Suponen que este sitio forma parte de la logia de las Sombras, un grupo del que habían tenido noticia con anterioridad por el anciano Kami, pero los símbolos nórdicos parecen estar fuera de contexto.
Helga, fascinada por los dibujos en las paredes, notó que uno de ellos representaba asesinatos, y las figuras se asemejaban a los sucedidos en el pueblo. Los cuadros estaban pintados a la manera renacentista, con una obvia referencia a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Además, un objeto extraño se veía representado: una campana rodeada por símbolos. Sin duda, su interés por la magia y el ocultismo la había llevado a descubrir misterios ocultos en el arte y la historia.
Tomasz, también fascinado por los dibujos, preguntó a Helga: "¿Qué significan estos cuadros, Helga? ¿Qué es el objeto extraño que representa?"
Helga, con su voz melodiosa y segura, profundizó en la explicación: "Estos cuadros no solo parecen representar asesinatos sucedidos en la antigüedad, sino que también hacen referencia a eventos ocurridos en el pasado de este pueblo. Es como si estos actos violentos estuvieran conectados de alguna manera a la historia local. Además, la técnica renacentista utilizada en la pintura sugiere una influencia cultural significativa. Por otro lado, el objeto extraño que has notado es una campana rodeada por símbolos. Es posible que se trate de un artefacto mágico o religioso de gran importancia, tal vez relacionado con algún ritual oculto o una antigua profecía."
Asimismo, Helga continuó analizando los dibujos con su ojo experto en ocultismo y magia negra. Sus dedos, delicados y finos, seguían las líneas de los cuadros, como si tratara de descifrar un mensaje oculto. Su mente inquisitiva y ambiciosa se encontraba absorta en el misterio que se desplegaba ante ella, deseosa de descubrir los secretos que escondían estas antiguas representaciones artísticas.
Estos rituales tenebrosos parecen que se llevaban a cabo con un propósito específico: invocar poderes sobrenaturales, capaces de alterar el curso de la historia y someter la voluntad de los hombres a los designios de fuerzas desconocidas.
El objeto extraño que aparecía en los cuadros, la campana rodeada por símbolos misteriosos, parecía que la utilizaba para invocar a los dioses de la antigüedad, seres primordiales que habitaban más allá del velo de la realidad y cuya influencia se extendía a todos los aspectos de la vida y la muerte. La campana era un instrumento de poder, capaz de abrir puertas a otros mundos y despertar fuerzas inimaginables.
Con los datos en su poder, Helga y Tomasz se dispusieron a abandonar el sitio y a poner al tanto al Dr. Von Braun sobre la existencia de dicho lugar y acerca de la vetusta tradición religiosa y mística que se empleaba para convocar a fuerzas sobrenaturales.
Helga y Tomasz, al escuchar un ruido proveniente de uno de los rincones de la gran cámara, se miraron con sorpresa y alarma reflejadas en sus rostros. Conscientes de la necesidad de encontrar un lugar donde resguardarse con prontitud, exploraron con detenimiento cada recoveco de la cavernosa sala, donde cada sombra parecía cobrar una presencia ominosa. Intercambiando una mirada cargada de entendimiento mutuo, iniciaron la búsqueda de un escondite adecuado.
En medio de su búsqueda apresurada, los ojos de Helga se posaron en una repisa alta. Un brillo dorado captó su atención y se sintió impulsada a investigar. Con pasos cautelosos, se acercó a la repisa, donde vio grabado el nombre "Die Glocke". El pulso le latía en las sienes mientras absorbía el significado de esas palabras.
En la repisa, perfectamente acomodadas, había unas máscaras doradas. Cada una tenía una expresión diferente: ira, alegría, tristeza, miedo... todas estaban perfectamente limpias y brillaban con un resplandor que parecía irreal. Las máscaras eran fascinantes en su belleza perturbadora y Helga no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su espina dorsal.
Mientras Helga estaba inmersa en sus pensamientos sobre las máscaras y lo que representaban, Tomasz había encontrado un lugar para esconderse. Sin embargo, notó la ausencia de Helga y la buscó con la mirada hasta que la encontró junto a la repisa. Observando las máscaras doradas con una expresión atónita en su rostro.
Con una rápida señal de su mano, Tomasz llamó a Helga a su escondite. Ella asintió, echando una última mirada a las máscaras antes de alejarse de la repisa.
En el escondite, Helga y Tomasz esperaron en silencio, sus respiraciones contenidas mientras escuchaban los ruidos cada vez más cerca. Aunque estaban escondidos en la oscuridad, la tensión era palpable. La repisa con las máscaras doradas y el nombre grabado "Die Glocke" pesaba en la mente de Helga mientras aguardaban lo que sucedería a continuación.
Helga se sentía atormentada por las palabras de Kamil el gitano antes de morir. Su voz, tan suave y llena de sabiduría, se repetía constantemente en su mente: "La Logia de las Sombras es una fuerza real y peligrosa en la historia, que ha influenciado la vida de muchas personas y naciones. Tienes que ser cuidadosa, Helga.
Helga se sintió una extraña sensación de miedo y admiración por la sabiduría del anciano gitano. Sus palabras habían abierto sus ojos a una realidad que antes no había podido ver.
De repente, sus ojos se posaron en una estantería en particular, llena de libros antiguos y polvorientos. Algo en la disposición de los libros le llamó la atención, y se acercó para investigar. Al tocar uno de los libros, sintió un clic sutil y la estantería entera comenzó a moverse, revelando un pasadizo oculto detrás de ella.
Tomasz, quien había estado manteniendo una mirada vigilante hacia la entrada de la biblioteca, se acercó a Helga al escuchar el ruido. Al ver el pasadizo recién descubierto, una oleada de alivio y emoción recorrió su cuerpo. "¡Helga, creo que encontramos nuestra salida!", susurró emocionado.
Con precaución, los dos se adentraron en el pasadizo oculto, dejando la biblioteca subterránea atrás. El pasadizo era estrecho y oscuro, pero una débil luz proveniente de alguna fuente desconocida iluminaba el camino lo suficiente como para ver dónde poner los pies.
Mientras avanzaban, Tomasz no podía evitar sentir una creciente sensación de inquietud. Había algo en la oscuridad y el silencio del pasadizo que le resultaba opresivo. Pero sabía que no tenía otra opción que seguir adelante, confiando en que este pasadizo los llevaría a la salvación.
Helga, mientras tanto, se detenía ocasionalmente para examinar los misteriosos grabados que adornaban las paredes del pasadizo. Con su mirada analítica, notó que los símbolos parecían indicar una ruta específica, trazando un camino descendente cada vez más profundo en las entrañas de la tierra. A pesar de la creciente humedad que se adhería a su piel como un manto invisible, el aire fresco que llenaba sus pulmones sugería la existencia de alguna entrada oculta no muy lejana. Pero lo que verdaderamente capturaba su atención era la recurrente aparición del símbolo de la runa Dagaz entre las inscripciones. Su frecuencia y prominencia entre los demás grabados insinuaban una importancia que Helga sabía que no debía subestimar.
Después de lo que parecieron horas, finalmente vieron una luz al final del pasadizo. Mientras se acercaban, pudieron distinguir la silueta de una puerta.
Mateusz, le confió a Stephan que estos nobles se reunían a menudo en la Capilla de Scheibler, un lugar sagrado que, bajo ninguna circunstancia, debería ser utilizado para reuniones clandestinas ni propósitos oscuros. Este comportamiento inusual despertó la curiosidad y la preocupación de Stephan, quien no podía evitar preguntarse qué motivos ocultos podrían llevar a estos nobles a actuar de tal manera.
Inquieto por estos datos y siendo consciente de que en ese instante se habían avistado individuos sospechosos ingresando a la capilla, Stephan resolvió dirigirse allí para indagar. Con sigilo, se aproximó al edificio religioso, permaneciendo en las penumbras para no ser descubierto. La entrada se encontraba ligeramente abierta, lo que le facilitó colarse en el interior sin provocar ruido alguno. Una vez dentro, se ocultó detrás de un pilar y escuchó con atención.
Lo que Stephan escuchó lo dejó absolutamente perplejo. Un grupo de hombres, todos vestidos con túnicas negras que les llegaban hasta los pies, se habían reunido en el sagrado altar de la capilla. Sus rostros estaban ocultos por capuchas, pero Stephan, gracias a su agudo instinto y conocimiento de los nobles locales, reconoció a los que Mateusz le había mencionado con preocupación. Lo que más le sorprendió fueron las mascaras grotescas que usaban, talladas con símbolos que le resultaban desconocidos y a la vez inquietantes. El susurro de sus voces, unidas en una extraña melodía, llenaba el aire con una sensación de misterio y amenaza. Stephan apretó los puños con determinación, decidido a descubrir qué estaba sucediendo.
Stephan nunca había oído hablar de esta grupo antes, pero entendió de inmediato que era una organización secreta y peligrosa. Los miembros de la logia hablaban en voz baja, discutiendo planes y estrategias que Stephan no podía entender del todo. Pero una cosa quedó clara: estaban planeando algo, algo que podría cambiar el curso de la guerra o poner en peligro a los habitantes de la ciduad.
Stephan se sintió tentado a intervenir, a detener esta reunión clandestina y llevar ante la justicia a los miembros de la logia. Pero sabía que sería una locura actuar sin antes recabar más información. Así que se mantuvo en silencio, escuchando atentamente, memorizando cada detalle para informar a sus superiores.
Mientras Stephan escuchaba con atención las sibilantes conversaciones de los miembros de la logia, no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda. La capilla, que antes había sido un lugar sagrado y reconfortante, ahora se sentía oscura y amenazante, impregnada de una atmósfera de conspiración y peligro. La Logia de las Sombras había elegido ese lugar para llevar a cabo sus reuniones clandestinas, y Stephan había descubierto su secreto. Ahora buscaba ansiosamente entre los hombres presentes, tratando de identificar la figura del Capitán Richter, un hombre temido por sus habilidades militares y su determinación implacable.
Stephan a la distancia entendió la importancia de la reunión, ya que allí se decidirían los movimientos estratégicos de la Logia en su búsqueda de control y manipulación de los acontecimientos históricos. El resplandor tenue de las antorchas que iluminaban la estancia proyectaba sombras danzantes sobre las paredes, creando una atmósfera envolvente y misteriosa, propia de las reuniones de esta sociedad secreta.
En este contexto, los planes de la Logia de las Sombras comenzaban a tomar forma, como un intrincado rompecabezas cuyas piezas encajaban a la perfección para dar lugar a un cuadro oscuro y tenebroso. El establecimiento de un nuevo orden mundial, y la imposición de una ideología radical se encontraban en el centro de sus objetivos, y cada uno de sus miembros estaba dispuesto a emplear todos sus conocimientos ocultos y poderes prohibidos para llevar a cabo esta misión.
En la oscuridad de la guarida, el líder de la Logia de las Sombras, un hombre enigmático y de voz profunda, se dirigió a sus seguidores con un aire de autoridad. Su rostro permanecía oculto tras una máscara esculpida con símbolos arcanos, y sus ojos brillaban con una intensidad casi sobrenatural.
"Hermanos y hermanas de la Logia," comenzó, "los sacrificios que hemos llevado a cabo no han sido en vano. Cada uno de esos rituales ha acercado un poco más a nuestro objetivo: el descubrimiento del Vril."
Los miembros de la Logia asintieron con reverencia, conscientes de la importancia de la misión que tenían entre manos. El Vril, esa energía ancestral y poderosa, era la clave para alcanzar sus ambiciones más profundas y secretas.
"El Dr Von Braun," continuó el líder, haciendo una pausa para dejar que sus palabras calaran en la mente de sus seguidores, " ha caído en la trampa, una vez completado el ritual final, nos guía hacia el lugar donde se encuentra el Vril.
Una ola de murmullo recorrió la sala, y el líder alzó una mano en señal de silencio. "Pero no nos engañemos," dijo con una sonrisa siniestra, "el camino hacia el Vril está lleno de obstáculos y peligros. Nuestros enemigos se esfuerzan por detenernos, y no dudarán en emplear todos los medios a su disposición para evitar que alcancemos nuestro objetivo."
"Sin embargo," continuó el líder, "nuestro conocimiento y nuestra habilidad para manipular los acontecimientos históricos nos han llevado hasta aquí. Gracias a nuestra influencia, la guerra que actualmente se libra en el mundo llegará a su fin, y el nuevo orden que hemos planeado durante tanto tiempo comenzará a tomar forma."
Los ojos del líder brillaron con una llama interior mientras hablaba, y su voz resonó en la guarida como un trueno lejano.
"Prepárense, hermanos y hermanas de la Logia. El momento de nuestro triunfo está cerca, y juntos, forjaremos un futuro en el que el Vril será nuestra más poderosa arma, y nuestra voluntad, la ley suprema."
Los miembros de la Logia de las Sombras respondieron con un grito unísono, jurando lealtad a su líder y comprometiéndose a luchar hasta el final por el descubrimiento del Vril y la creación de un nuevo orden mundial.
Mientras el eco de sus voces se apagaba lentamente en la guarida, el líder sonrió de nuevo, consciente de que el poder del Vril estaba a punto de caer en manos de la Logia, y que nada ni nadie podría detenerlos en su empeño por imponer su voluntad en la historia.
"El Dr. Von Braun ha accedido a la Bóveda," declaró, y un murmullo de sorpresa y expectación inundó el ambiente.
A pesar de la inquietud que esta noticia generaba, el líder continuó su discurso. Con un gesto dramático, señaló hacia un lienzo cubierto que se encontraba al fondo de la sala.
"Los siete personajes que encarnamos," comenzó, su voz profunda y grave resonando en el silencio sepulcral que reinaba en el recinto, "no son meras figuras retóricas o sujetos de una narrativa cualquiera. Son los siete sabios que construyeron la humanidad, a los que han llamado también los siete pecados capitales.."
El lienzo renacentista se despliega majestuoso ante los ojos de los espectadores, una obra maestra que despierta asombro y contemplación. En el centro del lienzo, siete figuras se destacan con una presencia imponente, cada una representando un pecado capital, encarnando los vicios y debilidades humanas de una manera vívida y tangible.
La figura de la soberbia se alza con una postura altiva y desafiante, su mirada arrogante dirigida hacia el horizonte con un gesto de desdén hacia sus compañeras. Su vestimenta lujosa y ornamentada denota su deseo de superioridad sobre los demás.
A su lado, la avaricia se muestra con manos ávidas y codiciosas, aferrándose a montones de monedas y tesoros con una expresión de ansia insaciable en su rostro. Su mirada está fija en los objetos de valor, incapaz de apartarse de su obsesión por la riqueza.
La figura de la lujuria está representada por una mujer voluptuosa y seductora, cuyas ropas apenas cubren su piel desnuda. Su mirada ardiente y su gesto sugerente evocan la pasión desenfrenada y el deseo carnal que consume al alma.
La ira se manifiesta en una figura masculina musculosa y robusta, con el ceño fruncido y los puños apretados en un gesto de furia contenida. Sus ojos chispean con la intensidad del odio y la violencia, listos para estallar en un frenesí de destrucción.
La gula se presenta como una figura obesa y rechoncha, con la boca abierta y los ojos entornados en un éxtasis de placer gastronómico. Sus manos se aferran a banquetes opulentos y manjares exquisitos, incapaz de resistirse al deleite de los sentidos.
La envidia acecha en un rincón oscuro, su rostro sombrío y retorcido por la amargura y el resentimiento. Observa con envidia las posesiones y logros de los demás, consumida por el deseo de lo que no puede tener.
Finalmente, la pereza se representa como una figura adormilada y apática, recostada en un lecho de comodidad y ociosidad. Su rostro está marcado por la indiferencia y la indolencia, sin motivación ni voluntad para hacer nada más que dejarse llevar por la inercia.
En conjunto, estas siete figuras conforman un poderoso retrato de los pecados capitales, recordando al espectador las tentaciones y debilidades que acechan en el corazón humano. El lienzo irradia una sensación de solemnidad y reflexión, invitando a quien lo contempla a examinar su propia naturaleza y buscar la redención frente a la corrupción del alma.
Los miembros de la Logia observaron el fresco en silencio respetuoso. Cada figura parecía estar viva, sus ojos brillantes con pecado y corrupción.
Tras unos momentos de contemplación silenciosa, el líder se volvió hacia sus compañeros de logia. "Es hora," declaró solemnemente.
La sala se llenó de un murmullo de asentimiento. Uno por uno, los miembros de la Logia se levantaron de sus asientos y se acercaron al líder quien puso en su cuello una cadena brillante. Juntos, comenzaron a caminar hacia una entrada subterránea que estaba oculta detrás del estrado.
El camino estaba oscuro, iluminado solo por antorchas que proyectaban sombras danzantes en las paredes de piedra. Pero ninguno de los miembros de la Logia parecía temer a la oscuridad. Caminaban con determinación, conscientes de la importancia de su misión.
El sonido de sus pasos resonaba en el túnel subterráneo, mezclándose con el chisporroteo de las antorchas y el eco lejano del agua goteando. Con cada paso que daban, se adentraban más y más en las entrañas de la tierra.
Finalmente, después de lo que parecieron horas, llegaron a una puerta pesada. Con un gesto del líder, dos miembros se adelantaron para abrir la puerta. Detrás de ella, se reveló una cámara inmensa.
Con un último vistazo entre ellos, los miembros de la Logia entraron en la cámara principal. La puerta se cerró detrás de ellos con un sonido sordo y definitivo.
Antes de que todos entren en la cámara principal, Stephan, con la agilidad y sigilo de un espía experimentado, se abalanza sobre el último de los hombres, el que llevaba la máscara de la gula. Lo golpea con precisión en la nuca, dejándolo inconsciente. Rápidamente, desarma al hombre y le quita el ropaje, así como la máscara, para disfrazarse y pasar desapercibido entre los miembros de la extraño grupo.
Mientras se cambia de ropa, Stephan se da cuenta de que el hombre al que ha desarmado es el sacerdote de la capilla. Una ola de sorpresa y confusión lo invade, pero no tiene tiempo para reflexionar sobre ello. Con la máscara de la gula en el rostro y el ropaje negro cubriéndolo, se une al grupo de la Logia, que ya está cruzando el umbral de la cámara principal.
La cámara es inmensa, con techos altos y paredes de piedra fría. En el centro, un gran arbol grabado en el suelo captura la atención de Stephan. Alrededor , hay velas encendidas, creando una atmósfera tenebrosa y misteriosa. Los miembros de la Logia se dispersan por la cámara, cada uno tomando su posición predeterminada.
Stephan, haciéndose pasar por el sacerdote de la gula, se mantiene en silencio, observando atentamente cada detalle. El líder de la Logia, con una máscara que representa la soberbia, se dirige al centro de lo que parece un árbol grabado en el suelo de mármol. Levanta los brazos y comienza a recitar un conjuro en una lengua desconocida.
Los demás miembros de la Logia, incluidos Stephan, repiten las palabras del líder en un susurro. El aire se vuelve pesado, cargado de una energía oscura y peligrosa. Stephan puede sentir el poder que se acumula en la cámara, y se da cuenta de que está presenciando algo que nunca antes había visto.
Detrás de Stephan, otro miembro encapuchado de la Logia, con una máscara que representa la envidia, abre sigilosamente una compuerta oculta que se encuentra detrás de uno de los estantes repletos de libros antiguos. Los adeptos entran en la cámara secreta con un silencio sepulcral, casi como si sus pasos estuvieran siendo absorbidos por la misma oscuridad. Stephan, afortunadamente, ocupa el lugar final en la formación, lo que le permite observar con mayor detenimiento a cada uno de los individuos que le preceden en la procesión. Es consciente de que este conocimiento podría ser vital en su misión encubierta.
A medida que avanzan por el estrecho pasadizo, Stephan percibe un leve olor a humedad y a tierra mojada que impregna el ambiente, así como una tenue luz que proviene de una fuente desconocida y que guía sus pasos con cautela. En el fondo de su ser, siente una mezcla de temor y fascinación por lo que está a punto de descubrir en el interior de esa cámara secreta. Sin embargo, su entrenamiento militar y su determinación de proteger a su hijo y a su patria le dan la fuerza necesaria para enfrentar los desafíos que le aguardan en las sombras.
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