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76.19% Sombras de la gran guerra / Chapter 16: Capitulo XV. Muerte en la estación de tren

Capítulo 16: Capitulo XV. Muerte en la estación de tren

Al amanecer, cuando los primeros rayos del sol empezaban a despejar la densa niebla de Łódź, un obrero abrigado con ropas gruesas para protegerse del intenso frío de la mañana, se dispuso a realizar su rutina diaria de limpieza en la estación de tren. Mientras barría los restos de ceniza y carbón que salpicaban el suelo, su atención se vio captada por una horrible visión que lo dejó paralizado sobre sus propios pasos.

La estación de tren de Łódź Kaliska se alza como un monumento a la modernidad en medio del paisaje urbano de la ciudad. Con su arquitectura vanguardista y su diseño innovador, la estación es mucho más que un simple punto de partida y llegada; es un símbolo del progreso y la transformación que han marcado la historia de Łódź.

Los grandes ventanales permiten que la luz del sol se filtre en el interior, creando un ambiente luminoso y acogedor en el vestíbulo principal. El techo alto se eleva sobre los viajeros, dando una sensación de amplitud y espacio que contrasta con la estrechez de las calles fuera de la estación.

Una de las obras más destacadas en la estación es un mural gigantesco que cubre una pared entera en el vestíbulo principal. La obra, creada por un artista local, representa la historia de Łódź desde sus humildes comienzos como un pueblo agrícola hasta su ascenso como un centro industrial y económico en la región. Con colores vibrantes y formas dinámicas, el mural es una celebración de la diversidad y la vitalidad de la ciudad y sus habitantes.

Pero incluso en medio de toda esta belleza y creatividad, hay un aura de misterio y peligro que se cierne sobre la estación de tren. La presencia de la muerte, manifestada, cobra vida en medio de la belleza y el caos de la estación. Aunque los trenes siguen llegando y partiendo, y los pasajeros continúan con sus vidas cotidianas, el fantasma del asesinato acecha en las sombras, recordándoles a todos que incluso en los lugares más modernos y avanzados, el mal puede estar siempre presente.

Allí, esparcidos sobre el suelo de la estación, yacían los cuerpos desnudos de nueve personas, dispuestos en una formación extraña y perturbadora. Los cadáveres estaban colocados en forma de una estrella, cada uno con los brazos extendidos en diferentes direcciones, dentro de un círculo trazado con precisión. La escena era espeluznante, como si hubiera sido cuidadosamente coreografiada por una mente retorcida y siniestra.

El trabajador de limpieza, horrorizado por lo que veía, retrocedió instintivamente, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda mientras luchaba por comprender la escena grotesca frente a él. Pronto, la noticia se extendió como un reguero de pólvora por toda la ciudad, despertando el miedo y la consternación entre sus habitantes.

La policía fue alertada y acudió rápidamente al lugar del macabro hallazgo. Mientras los investigadores examinaban los cuerpos en busca de pistas, la atmósfera se cargaba de tensión y temor. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Cómo habían llegado hasta allí? ¿Y qué terrible destino los había llevado a ser exhibidos de esa manera grotesca y deshumanizadora?

Los cuerpos estaban juntos, lo que sugería que fueron asesinados juntos. La escena era horrorosa, con los cadáveres desnudos y arreglados en una formación extraña. Las manos de algunas de las víctimas estaban clavadas en el suelo, mientras que otras estaban extendidas hacia el cielo, como si estuvieran suplicando por ayuda.

Había signos de violencia en los cuerpos, como heridas cortantes o contusiones. Las víctimas parecían haber sido golpeadas y mutiladas antes de ser asesinadas, lo que aumentaba el horror de la escena. Las heridas estaban repartidas de manera desigual, algunas víctimas tenían más lesiones que otras, lo que sugería que el asesino había elegido a sus víctimas de manera selectiva.

Las víctimas mostraban en sus rostros el terror que debieron sentir en sus últimos momentos, una expresión de miedo profundo que se había quedado congelada en sus facciones, indicando que habían perecido en un estado de shock y desesperación. Entre los cuerpos, se podían distinguir personas de todas las edades, desde ancianos hasta jóvenes y niños, una imagen que aumentaba el horror de la escena. Algunos de ellos tenían los ojos abiertos y vacíos, como si su alma se hubiera marchado deprisa, huyendo del sufrimiento y la violencia que habían padecido. Otros, en cambio, mostraban la boca abierta en un grito silencioso, un último y desgarrador intento por pedir ayuda o alejar a sus agresores.

La expresión de miedo y horror en sus rostros era tan palpable y angustiosa, que incluso los investigadores más experimentados que se encontraban en la escena, se sentían inquietos y revueltos por dentro. La crudeza de la escena y la brutalidad de los asesinatos, eran un recordatorio constante de la maldad y la oscuridad que acechaban en las sombras, esperando su momento para atacar y sembrar el caos y la desolación.

Había evidencia de lucha en el área donde se encontraron los cuerpos, lo que sugiere que los asesinatos fueron violentos y que las víctimas lucharon por su vida. Las marcas de patadas y golpes en el suelo, junto con las heridas en los cuerpos de las víctimas, indicaban que las personas habían intentado defenderse ante el asesino. El caos y la violencia en la escena eran una testamentaria evidencia de la brutalidad del crimen.

El misterio y la brutalidad de los asesinatos se extendían por toda la ciudad, creando un clima de miedo y incertidumbre entre los habitantes de Łódź.

Pronto se descubrió que los cuerpos pertenecían a miembros de la comunidad gitana que vivían en las afueras de la ciudad. Hombres, mujeres yacían entre los rieles del tren, sus rostros congelados en una expresión de horror eterno. Las lágrimas y los lamentos llenaron el aire mientras los familiares y amigos de las víctimas se congregaban en la estación, abrumados por la angustia y la incredulidad ante la brutalidad de lo sucedido.

Para Tomasz Nowak, el golpe había sido brutal, devastador en todos los sentidos. Conocido por su amabilidad innata y su espíritu siempre dispuesto a ayudar, Tomasz había logrado granjearse el respeto y el cariño de sus colegas y amigos a lo largo de los años. Sin embargo, ahora se encontraba sumido en una pesadilla de la que no parecía haber despertar. Al enterarse de la identidad de las víctimas, su corazón se llenó de una profunda pena y una rabia desbordante, sentimientos que lo abrumaban y lo consumían por completo. La noticia lo había dejado sin aliento, como si el aire se hubiese esfumado de sus pulmones, dejándolo en un estado de shock y confusión.

A medida que la noticia se difundía por toda la ciudad, un aura de miedo y desconfianza se apoderaba de la ciudad otra vez. ¿Podría haber más ataques como este? ¿Estaban a salvo sus seres queridos? Las preguntas sin respuesta colgaban en el aire, alimentando la paranoia y la inquietud en cada rincón de la ciudad.

Mientras tanto, en la estación de tren, los cuerpos yacían en silencio, testigos mudos de una tragedia sin sentido. Sus vidas habían sido arrebatadas de manera brutal y cruel, dejando atrás un vacío imposible de llenar y una pregunta que resonaba en la mente de todos: quién podría ser capaz de cometer un acto tan despiadado y malévolo?

Mientras los investigadores rodeaban los cuerpos esparcidos en la estación de tren, se sumergieron en un meticuloso examen forense en busca de cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre la identidad del asesino. Con guantes de látex y linternas en mano, se acercaron con cautela a cada uno de los cadáveres, preparados para enfrentarse a los horrores que revelarían.

El primer cuerpo al que se acercaron mostraba evidentes signos de violencia. Marcas de contusiones moradas y cortes profundos adornaban su piel pálida, indicando una lucha desesperada por parte de la víctima antes de sucumbir a su trágico destino. Los investigadores tomaron muestras de los hematomas y recogieron restos de tejido bajo las uñas de la víctima, esperando encontrar algo que pudiera conducirlos al perpetrador.

Mientras tanto, otro equipo se enfocaba en examinar las ropas de las víctimas en busca de cualquier pista adicional. Encontraron rasgaduras y desgarros que sugirieron un posible forcejeo antes de la muerte, así como objetos personales que podrían proporcionar pistas sobre la identidad de las víctimas y su relación con el asesino.

En el caso de una de las víctimas, los investigadores descubrieron un objeto metálico clavado en su pecho, una evidencia clara de que el homicidio no fue simplemente un acto de violencia aleatoria, sino un ataque premeditado y brutal. Con cuidado, extrajeron el objeto y lo enviaron para su análisis, con la esperanza de que pudiera revelar la identidad del arma utilizada y, posiblemente, del asesino mismo.

Sophia, que desde la mañana anterior no había dejado ni un segundo a Tomasz, y seguía preocupada por Alexander, reconoció a las víctimas. Recordó cuando vio a Kamil que le leyera el futuro, eran los gitanos que se buraron de ella, son conocidos de Kamil.

El aire se hizo más frío, y el silencio se volvió aún más opresivo. Sophia se sentía como si estuviera sufriendo un golpe en el pecho. Los recuerdos de aquel día se mezclaban con la realidad actual, y ella se preguntaba si esto estaba relacionado con lo que había ocurrido.

Tomasz se acercó a ella, preocupado por su estado. "Sophia, ¿estás bien? ¿Qué está pasando?"

Sophia se desprendió de sus pensamientos y se enfocó en Tomasz. "Sí, estoy bien. Solo me siento... desconcertada, es todo."

Sophia se alejó lentamente de los cuerpos y se unió a Tomasz. Juntos, se dirigieron hacia el exterior de la estación, buscando el aire fresco y la luz del sol.

A medida que avanzaba la mañana, los investigadores recogían meticulosamente cada detalle, desde diminutos rastros de fibras hasta minúsculas partículas de polvo. Sabían que cada pequeño hallazgo podía ser la clave para resolver el misterio que envolvía a Łódź en un aura de miedo y sospecha. Con determinación y habilidad, se dispusieron a desentrañar la verdad oculta entre los cuerpos fríos y sin vida que yacían ante ellos.

Tomaz intentaba plasmar una representación de lo observado en su cuaderno, aunque con sus limitadas capacidades artísticas, consideró crucial esforzarse en elaborar un dibujo de los hechos.

Tres representaciones, cada una simbolizando un homicidio que había perturbado la calma de Łódź en semanas recientes. La estrella de cinco puntas, la crucifixión inusual y el emblema gitano que semejaba un sol se encontraban ahora retratados en papel, cada uno con su propio relato de fallecimiento.

La estrella de cinco puntas, el símbolo en aparecer en la escena del crimen, se encontraba meticulosamente trazada junto al cuerpo sin vida en la estación de tren.

La cruz cristiana, el segundo símbolo en ser dibujado, estaba vinculada al cuerpo crucificado del soldado con uniforme ruso encontrado en el cementerio judío. La imagen del hombre vestido con uniforme militar, clavado en un árbol en el centro del cementerio, había conmocionado a la comunidad y despertado temores de persecución religiosa.

El emblema gitano, simbolizado por una rueda de carro con radios, se hallaba asociado con el homicidio descubierto en la fábrica textil.

Tomaz se quedó mirando los dibujos, tratando de encontrar algún patrón o conexión entre ellos. ¿Qué significaban estos símbolos? ¿Y por qué habían sido elegidos para representar los crímenes? Las respuestas parecían estar fuera de su alcance, ocultas en las sombras de la noche y los secretos de la ciudad.

Con un suspiro de frustración, Tomasz cerró su libreta y se alejo del lugar. Sabía que necesitaba más información, más pistas para resolver el misterio en un aura de miedo y sospecha. Con determinación en sus ojos, se preparó para adentrarse en las calles de la ciudad, en busca de respuestas que esperaba encontrar antes de que fuera demasiado tarde.

A pesar de su compromiso con la investigación del terrible crimen en la estación de tren, Tomasz Nowak no podía apartar de su mente la preocupación por la desaparición de Alexander. Cada vez que miraba las fotografías que tenía en su escritorio, sentía un nudo en el estómago y una sensación de impotencia que lo consumía.

Con cada amanecer y cada ocaso, la ausencia de Alexander se convertía en un peso cada vez más pesado sobre los hombros de Tomasz. Cada recuerdo, cada rincón de la casa, cada objeto que pertenecía a su hermano, era un recordatorio constante de su desaparición. Tomasz se encontraba atrapado en un mar de inquietudes y suposiciones. ¿Qué le habría ocurrido a Alexander? ¿Dónde estaría en ese preciso instante? ¿Estaría a salvo o, peor aún, en peligro? La incertidumbre carcomía su mente y su espíritu, se sentía como un náufrago en un océano de dudas y preguntas sin respuestas. Tomasz sabía que no encontraría paz ni reposo hasta resolver el enigma de la desaparición de su hermano.

Con el corazón lleno de angustia, Tomasz buscaba desesperadamente una manera de regresar a casa y averiguar si había alguna noticia sobre Alexander. Sabía que debía seguir comprometido con la investigación, pero su mente y su corazón estaban divididos entre su deber y su amor de hermano.

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Las alarmantes noticias sobre una serie de asesinatos en la ciudad industrial de Lodz se filtran hasta llegar a los oídos de Stephan, el patriarca de la familia Nowak. Un mensajero fatigado pero diligente, tras un agotador viaje, se presenta ante él y relata, con todo lujo de detalles, los sombríos sucesos que están aconteciendo en la ciudad. Además, con voz temblorosa, le confiesa que su hijo mayor, el perspicaz y valiente Tomasz, se ha sumergido de lleno en la investigación de estos crímenes, desafiando la peligrosidad de la situación.

Esa noche, Stephan solicita permiso para ir a su casa, utilizando el pretexto de la Navidad. A pesar de sentirse cansado, su mente permanece alerta debido a las noticias que ha recibido en el frente toma uno de los automóviles se uso ligero y emprende camino a la ciudad de Lodz.

En la majestuosa mansión de los Kowalsi, el Dr. Von Braun se reunió con Alexander, quien seguia en un estado de agitación y terror. El Dr Von Braun observó con interés cómo el joven se desmoronaba ante la realidad que se le presentaba.

"Tranquilízate, Alexander. No permitiré que te suceda algo", dijo el Dr. Von Braun con firmeza, extendiendo su mano hacia el joven en un gesto conciliador, intentando disipar el aura de terror que envolvía a Alexander en la majestuosa mansión de los Kowalsi. Su voz, aunque tranquila, denotaba autoridad y seguridad, cualidades que el Dr. Von Braun había cultivado a lo largo de su carrera, y que, en ese momento, intentaba transmitir al joven y desconcertado Alexander.

Sin embargo, las palabras del Dr no tuvieron efecto en el joven, que se vio asfixiado por el miedo. En ese momento, uno de los hombres de Richter entró en la habitación y anunció con voz baja y tremula: " Dr. Von Braun, hemos encontrado 9 muertos en la estación del tren".

Alexander se volvió blanco de miedo, sintiéndose que el fin estaba cerca. Sin embargo, Von Braun se mantuvo compuesto, sabiendo que la situación requería una actitud decidida y calculada.

"Expliequen con detalle", ordenó el Dr. Von Braun, sabiendo todo era cada vez mas confuso.

El oficial le dice a Von Braun que encontró con una escena macabra: nueve cuerpos desnudos, dispuestos en forma de estrella, rodeados por una multitud de personas horrorizadas. Los investigadores se encontraban en el lugar, tratando de descubrir las causas de los asesinatos.

Von Braun le preguntó: "¿Qué han encontrado? ¿Cuál es la causa de estos asesinatos?" El oficial, con una voz temblorosa, respondió: "Nosotros aún no sabemos mucho, pero estos asesinatos parecen ser obra de una persona o grupo con conocimientos médicos avanzados. Los cuerpos muestran signos de tortura y mutilación, lo que sugiere un motivo sadístico".

Alexander, quien se había mantenido en silencio hasta ese momento, se volvió más pálido aún. Sin embargo, el Dr. Von Braun se mantuvo firme. Sabía que había que seguir adelante, a pesar del peligro. "Nosotros vamos a investigar más", "y vamos a encontrar al responsable de estos asesinatos".

Al abrir la puerta y permitir la luz entrar, Alexander vio la sombra de un anciano con una bala en la cabeza, lo que aumentó aún más el miedo y la tensión del joven. Sin embargo, el doctor Von Braun se mantenía compuesto, y ordenó que se alejaran del cadáver, que lo enterraran en una de esas sepulturas donde el anciano solía pasar el tiempo.

Von Braun se mantuvo en silencio y volvió a hablar con Alexander sobre la lista, consciente de que los nombres y símbolos eran claves para descubrir la verdad detrás de todo lo que estaba ocurriendo. "Estos nombres y símbolos son importantes", dijo el científico, "Cuéntame lo que sabes sobre estos nombres".

Alexander se sentó en la silla más cercana a la mesa y empezó a contar lo que sabía sobre los orígenes de Lodz desde la perspectiva de un local. Para él, la ciudad no era solo una simple industria, sino un lugar lleno de realidades fantásticas, grandes familias y magia.

"De acuerdo con los anales históricos", inició Alexander, "un conjunto de hechiceros y eruditos establecieron Lodz, buscando un refugio donde construir una urbe que acogiera a aquellos que constantemente escapaban de sus adversarios. Estos fundadores creían firmemente que el esfuerzo laboral era el pilar fundamental para erigir una ciudad floreciente y dichosa, y así, volcaron todas sus fuerzas en la materialización de tal sueño".

El Dr. Von Braun se inclinó hacia adelante, mostrando interés en la historia que Alexander le contaba. "Continúa", le dijo, "Y cómo se relacionan estas leyendas con los asesinatos que estamos investigando?"

Alexander se detuvo por un momento, reflexionando sobre cómo entrelazar los dos temas en cuestión. "Según la leyenda", reanudó su relato, "el fundador de la ciudad, un sabio y poderoso hechicero llamado Janusz, se sacrificó heroicamente para proteger la ciudad de una terrible plaga que la amenazaba. Desde ese día trascendental, se dice que su espíritu vigila celosamente sobre la ciudad y protege a todos sus habitantes, velando por su bienestar y seguridad".

Sin embargo, Alexander añadió una nota de precaución a su narración, advirtiendo que "también se dice que si alguien osa desafiar la paz y la justicia de la ciudad, el espíritu de Janusz se vuelve en contra de ellos, castigándolos con una muerte terrible y espantosa". En este contexto, es posible que la gente esté empezando a susurrar que la guerra que actualmente se está librando contra los rusos sea la causa de estos asesinatos, una posible manifestación de la ira del espíritu protector de la ciudad.

El Dr. Von Braun posó sus ojos en Alexander con una mirada penetrante, escrutando cada rastro de sinceridad en su rostro. "¿Estás insinuando que estos asesinatos atroces podrían ser el castigo del espíritu de Janusz, el protector de nuestra ciudad?", cuestionó con un tono cargado de escepticismo. Una carcajada sarcástica resonó en el aire mientras agitaba la cabeza, manifestando su incredulidad. "Pensé que eras más maduro para creer en cuentos de fantasmas, Alexander", añadió con una sonrisa burlona, subestimando la profunda convicción del joven en las leyendas urbanas.

Alexander se apoyó en la mesa, dudando de su propia teoría. "Es posible", respondió, "Pero también podría ser una simple coincidencia o un acto de un loco obsesionado con la leyenda".

El Dr. Von Braun se levantó de su asiento con una elegancia natural, acercándose lentamente a Alexander. Con un gesto amistoso, colocó su mano experimentada sobre el hombro del joven, quien sintió un inmediato alivio ante las palabras del respetado doctor. "Acompáñame", dijo Von Braun con una sonrisa tranquilizadora, invitando a Alexander a sumergirse en un mundo de conocimiento y misterio.

Y así, comenzó a relatar la historia y el origen de los indoeuropeos, como si fuera un maestro de escuela experimentado, guiando a su alumno a través de los intrincados caminos del pasado.

El Dr. Von Braun, con una voz profunda y segura, comenzó a explicar su teoría sobre los orígenes de la cultura indoeuropea. "Muchos creen que los indoeuropeos eran simplemente un grupo de tribus nómadas que se extendieron por Europa y Asia, pero yo creo que hay algo mucho más profundo y misterioso detrás de ellos", dijo, mientras caminaba por la habitación, deteniéndose frente a un mapa antiguo que colgaba de la pared.

"Los indoeuropeos eran una civilización avanzada, con conocimientos en astronomía, matemáticas y tecnología que superaban con creces a las culturas de su tiempo. Pero, ¿cómo adquirieron este conocimiento? ¿De dónde vinieron?", preguntó retóricamente, mientras miraba fijamente a Alexander, como si esperara que él tuviera las respuestas.

"Mi teoría", continuó Von Braun, "es que los indoeuropeos no eran de este mundo. Creo que vinieron de otro lugar, quizás de otra dimensión o planeta. Y traían consigo un conocimiento que era demasiado poderoso para esta Tierra".

Alexander escuchaba atentamente, con los ojos bien abiertos, mientras el Dr. Von Braun continuaba con su historia. "Los indoeuropeos fueron perseguidos y odiados por aquellos que no entendían su conocimiento. Fueron acusados de brujería y herejía, y muchos fueron asesinados o forzados a huir. Pero algunos lograron sobrevivir, y pasaron su conocimiento de generación en generación, en secreto".

Von Braun se acercó a una estantería llena de libros antiguos y polvorientos, y sacó uno que parecía particularmente viejo y valioso. "Este es uno de los textos más antiguos que se conocen, escrito en una lengua que se cree que es la lengua original de los indoeuropeos. Y en este texto, se habla de un lugar llamado 'Hyperborea', un lugar mítico donde el sol nunca se pone y donde los habitantes tienen una sabiduría y un poder extraordinarios".

El Dr. Von Braun miró a Alexander con una expresión intensa. "Creo que Hyperborea es real, y que los indoeuropeos vinieron de allí. Y creo que el conocimiento que traían consigo, el conocimiento que se ha perdido en la historia, es la clave para entender los misterios que estamos viendo hoy en día".

Alexander se sentía abrumado por la teoría del Dr. Von Braun, pero al mismo tiempo, sentía una extraña sensación de fascinación. "Eso es lo que estamos buscando, Alexander. Y creo que los asesinatos que están ocurriendo en Lodz están relacionados con esto. Alguien está tratando de enviar un mensaje, o quizás de proteger un secreto. Y nosotros tenemos que descubrir qué es".

Cada palabra del Dr. Von Braun estaba llena de sabiduría y pasión, despertando la curiosidad innata de Alexander y haciéndolo olvidar, por un momento, las preocupaciones que pesaban sobre la ciudad de Łódź y su captura no deseada.


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