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Los ojos de Altair se profundizaron al instante mientras miraba a Ulfric en silencio, serio y calmado como si esperara que Ulfric cambiara de opinión o como si estuviera escudriñando a Ulfric para ver si estaba bromeando.
—Es la responsabilidad de un hombre lobo —la cara de Altair no cambió mientras miraba directamente a Ulfric y continuaba—. Y esa es mi línea roja.
Ulfric no respondió; sus pupilas de repente se volvieron doradas y verticales, y una presión aterradora irradiaba de su cuerpo. ¡Un vago aullido de lobo resonaba en el aire!
Sin embargo, Altair no retrocedió. Sus ojos eran firmes y penetrantes como si pudieran atravesar la presión de Ulfric. No se dejaba intimidar sino que liberaba su propia presión, la presión fría y profunda de un híbrido de vampiro y hombre lobo llena de aura asesina. Altair y Ulfric estaban una vez más en un punto muerto, jugando en silencio.
—Recuerda quién eres —Ulfric finalmente habló, su voz fría y majestuosa.