Dirigiéndose hacia la mesa, se sentó sobre ella, ajustando su posición para que su cuello quedara convenientemente alineado con el nivel de la vista de Trueno, especialmente considerando la altura del joven. Sentada allí, silenciosamente esperaba su asistencia, su comportamiento compuesto a pesar de las circunstancias.
Con el largo velo de su boca en mano, sostuvo el extremo de este, ofreciendo a Trueno acceso para limpiar su herida. A medida que él se acercaba, la proximidad a ella no pudo evitar que sus mejillas se enrojecieran, especialmente bajo la mirada vigilante de Sombra, causando un ligero temblor en su mano.
—¿Eres un nuevo miembro? —La pregunta de Sombra hizo que Trueno la mirara, sus ojos se encontraron, intensificando el enrojecimiento de sus mejillas.
—¿Ah? Eh, sí, lo soy —tartamudeó en respuesta.
Observando el comportamiento de Trueno, Escarlata no pudo evitar rodar los ojos antes de empujarlo a un lado —Yo me encargaré —afirmó.