'¿Qué significa la libertad, realmente?' pensé mientras estaba tumbado mirando fijamente el cielo nocturno.
Mis ojos recorren el paisaje sereno del campo. Es un contraste tan marcado con todo lo que he vivido hasta ahora. El sonido del viento moviendo las hojas, el canto lejano de los pájaros… cosas que nunca había experimentado en la sala blanca.
Aquí no hay evaluaciones constantes, ni pruebas diseñadas para medir mi resistencia mental o física. Aquí no tengo que ser una pieza más en el engranaje de un sistema que solo me ve como una herramienta para lograr ciertos fines. En este lugar, soy simplemente un adolescente más, rodeado de naturaleza y gente común. Pero, en el fondo, sé que esta aparente "paz" es solo temporal.
La libertad que tengo ahora, la capacidad de moverme sin vigilancia, es algo que nunca he experimentado. Sin embargo, no puedo evitar cuestionar si realmente soy libre. Después de todo, ¿puede alguien que ha sido condicionado desde la infancia ser verdaderamente libre? Mi mente sigue atrapada en las cadenas invisibles de mi entrenamiento, las lecciones que nunca se olvidan. El entrenamiento al que fui sometido me ha marcado de formas que ni siquiera yo mismo logro comprender completamente.
Puedo ir a donde quiera, hacer lo que quiera… pero, ¿acaso elijo realmente? O, ¿estoy simplemente siguiendo el camino que me han marcado desde el principio?
El campo, tan tranquilo y apartado de la complejidad del mundo, parece ofrecerme algo que nunca tuve antes: espacio para pensar, para cuestionar, para ser algo más que una pieza en un tablero. Sin embargo, incluso en este aislamiento, no puedo dejar de pensar en los cálculos, en las estrategias que siempre he estado dispuesto a usar para sobrevivir. La naturaleza de mi ser no ha cambiado solo por mudarme a un lugar diferente. Cada situación, cada rostro que encuentro, es una oportunidad para observar, para evaluar. En este entorno nuevo, tal vez las reglas sean distintas, pero el juego sigue siendo el mismo.
No confío en la gente. Eso es algo que nunca cambiará. Las interacciones humanas son solo herramientas para alcanzar mis propios objetivos, y aunque esté lejos de la sala blanca, las lecciones que me enseñaron allí siguen muy presentes.
Mi objetivo aquí no es encontrar amigos ni cambiar mi forma de ser. No tengo el lujo de preocuparme por esas cosas. Mi propósito es sobrevivir y seguir avanzando. El mundo, al final, sigue siendo un lugar donde solo los fuertes, los inteligentes, y los estratégicos tienen poder.
Este campo, esta "paz" aparente, es solo otro escenario. Otro escenario donde yo soy el observador y el manipulador, escondido en las sombras, esperando el momento adecuado para actuar.
Desde que llegué al campo todo a sido bastante monótono si puedo decirlo yo mismo, todos los días era hacer lo mismo, prepararme para ir a la escuela, ir a la escuela, mirar por la ventana durante las clases, volver a casa y repetir el mismo ciclo de eventos sin ningún motivo aparente.
La vida no era mala, había veces donde Matsuo venía a visitarme dándome cosas de la ciudad como aparatos tecnológicos, comida, instrumentos y otras cosas mas. Llegando a tener conversaciones donde me daba indicios de la situación actual del mundo del que me había alejado.
No lo podía negar, la vida no era mala... la vida no era mala... si.
'Mañana voy a ir a esa cafetería... parece que venden buenos postres y su comida no es mala' pensé mientras tiraba mi teléfono a un rincón y me recostaba en mi cama pensando que el día de mañana sería como cualquier otro.
Vaya que estaba equivocado.
Pequeñas aclaraciones antes de nada: Creo que es necesario aclarar que la historia de Thegrimguy fue mi mayor inspiración para hacer esta historia, incluso me vi el anime luego de leer sus primeros capítulos, aunque cabe aclarar que no tratará la misma trama, incluso puede que agregue a otras heroínas, pero quien sabe. Sin mas que decir, Ryasamori se despide.