Dentro de sí, quería llorar, de la risa ante estos guardias. Eran viejos, y aún así fueron bien engañados por un niño que casi tenía la mitad de su edad.
—Esto… —y como esperaba Guillermo, todos los guardias, junto a cualquiera que escuchara sus palabras, tuvieron un cambio repentino en sus rostros.
—Fueron asesinados por los maestros de espíritu oscuro. ¡Y por eso, vine aquí para vengarlos!
—Niño… Esto es verdaderamente admirable… Cuéntame, ¿cómo dijiste que te llamas? —preguntó el primer guardia que habló con William, mientras su rostro no mostraba signos de burla, solo respeto.
—Soy Guillermo.
—Escucha, Guillermo, soy Jack, y soy mucho mayor que tú, ¿verdad?
—Sí señor.
—Entonces dime, ¿es mejor salir allí, jugar al héroe y hacerte matar? Dime, ¿así es cómo quieres vengar a tus padres?
—Pero señor…
—Solo escucha mis palabras, mira a mis ojos y dime, ¿crees que te estoy engañando o trampeando?
—¡No señor!