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Si es así, entonces William tendría un arma, una afilada y mortal, para usar contra esos letales enemigos. No temería a nadie, no temería a nada, y pondría instantáneamente en marcha sus grandiosos planes.
¿Qué le había impedido hasta ahora hacer lo que quería? Era la enorme brecha de poder entre él y los maestros espirituales de altos grados.
De esta batalla, si tan solo salía adelante por la eficacia de su forma de espíritu de zorro con su técnica y elixires para derribar a maestros de grado oro, entonces sería suficiente.
Y ahora era el momento de ver si su técnica a pleno poder sería suficiente para rivalizar y quizás amenazar a los enemigos de oro oscuro o no.
—¡Rugido!
La situación allá afuera era mucho peor de lo que William pensaba. Cuando salió, lo que sus ojos vieron fue un caos total y luchas brutales.