—Ishtar... ¿Realmente vas a ir contra las reglas de esta manera por alguien que todavía debería ser un mortal? —Ea apretó los dientes. No entendía por qué esta mujer estaba dispuesta a ayudar a estos seres insignificantes.
—Heh... Sé lo que estás pensando, Ea, piensas, ¿por qué estoy dispuesto a ayudar a estos seres insignificantes, verdad? Por eso tu isla es un pozo de esclavitud y crimen. No te preocupas por la gente de tu isla y permites que hagan lo que quieran sin imponer leyes adecuadas. Mi gente te respeta porque eres un dios pero no porque lo deseen. Tienen miedo de que puedas perder los estribos y emprender una masacre, matando gente.
—¡Pero ahora estás en mi región! No tienes ningún derecho a decidir quién debe morir y quién no. ¡Si te atreves a tocar a esta niña, declararé la guerra contra ti! —Ishtar comenzó a irradiar una presión inmensa, toda dirigida hacia Ea.