—¡Un! ¡Otro en camino! —exclamó entusiasmado uno de los observadores.
En otra área, un grupo de dragónicos se había reunido actualmente en lo profundo de una cordillera lejos de los ojos curiosos de la familia real.
—¿Están todos aquí?
—Sí, Señor. Todos han llegado y están esperando su discurso —un joven dragónico respondió.
—¡Bien! —el joven sonrió mientras levantaba la cabeza con arrogancia. Había trabajado duro para llegar a este punto. Quería mostrarle al mundo que la familia imperial dragónica no era nada, que él, Rize, era quien debía gobernar el mundo.