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Capítulo I “Sangre y sufrimiento”

Kamellias y Furiael partieron 3 días después de su encuentro, Miirik desapareció sin decir a qué lugar se dirigía y por varias horas el camino se encontraba en silencio, ninguna de las dos mujeres se disponía a hablar, solo caminaban por el desierto sin siquiera mirarse. El sol ardía sobre ellas y a su alrededor no se veía más que arena, no pasó mucho para que el calor sofocante comenzará a hacer efecto en la más joven.

-Tranquila Furiael, solo en unas dos horas más llegaremos a un lugar fresco en donde podrás descansar. -

- No me estoy quejando. -

-No soy Algo, puedes ser sincera conmigo sin que te golpeen por ello… -

-Su entrenamiento se vería inútil si cambio lo que me enseñó solo por lo difícil en este momento. -

- Te enseñó bien… - Kamellias sonrió y sacó una botella de agua de su chaqueta, acto seguido se la ofreció a la chica.

-No necesito eso, aún no tengo sed. -

-Tus labios están resecos, tu velocidad bajo en 20% en los últimos 30 minutos, tu camiseta está empapada. ¡Te estas deshidratando, ahora bebe! -

Su voz se notaba seria y prácticamente estaba metiéndole la botella en la boca, Furiael se resistió un poco, pero finalmente aceptó. Tenía mucha sed, sin embargo, Miirik le había enseñado resistencia, valor y aún más a no mostrar debilidad ni frente al enemigo, ni frente a sus aliados, la voluntad era algo que había logrado pulir en todo ese tiempo que convivió con él, tampoco es que tuvieran muchas opciones ya que eran forajidos y cada paso que daban había sido seguido por alguien. Luego de unos cuantos sorbos se secó los labios y le regresó la botella a Kamellias que le miraba con una sonrisa.

- ¿Mejor? - dijo ella.

- ¿Por qué eres tan amable, no deberías estar entrenándome? -

-Eso hago pequeña, solo debo verificar cuál es tu potencial. -

-No te entien… -

La respuesta de Furiael fue interrumpida por su compañera quien se había abalanzado sobre ella para tirarle al suelo, en principio la chica se molestó al caer a la arena, pero justo antes de poder decir algo notó cómo un delicado hilo de sangre comenzaba a brotar de la mejilla de Kamellias, la mirada de esta se levantaba por encima de su hombro buscando algo, su rostro ahora lucía preocupado y su sonrisa había desaparecido.

- ¿Qué… qué pasa? - dijo Furiael titubeante.

-Hay dos reglas que debes cumplir al estar conmigo chica… la primera es, si te doy una orden la cumples sin preguntar y la segunda es, no mueras. -

Kamellias se levantó dándole la espalda a la pequeña, en sus manos había recogido un poco de arena que se empezaba a resbalar entre sus dedos.

-Buen tiro, has rasgado mi mejilla favorita… eso no está bien. -

Furiael no había escuchado nada, pero efectivamente algo había herido a Kamellias, a lo lejos una sombra se veía borrosa por el calor del desierto, en sus brazos se observaba un enorme rifle de precisión y posteriormente lo cargó para realizar otro disparo. No se distinguía si el atacante era un hombre o una mujer, pero caminaba con rapidez hacia ellas.

-No te muevas Furiael, si haces algo me lo puedes poner muy difícil…-

-Pero… puedo ayudar. -

-Hazme caso y te prometo que ninguna de las dos morirá aquí. -

- ¿Quién es ese sujeto? - dijo ella con preocupación al ver el rostro serio de Kamellias.

-Su traje tiene la insignia del lobo plateado… es decir es uno de los matones de Metal Fangs, son asesinos contratados para matar o capturar a aquellos huéspedes de algún tipo de estigma. -

- ¿Qué quieres dec…? -

Nuevamente la frase de Furiael fue silenciada por un ataque de ese asesino, este levantó su rifle y un segundo después disparó, todo se veía en cámara lenta para ella, tenía miedo y nuevamente lo que sucedía frente a sus ojos era algo difícil de comprender y que generaba remolinos en su cabeza. Una bala estaba detenida casi en medio de sus ojos, ésta aún rodaba casi como si intentara zafarse del hilo de arena que ahora le capturaba, su brillo dorado se asomaba imponente casi saludándola, de alguna manera Kamellias levantó un muro de arena que se solidificó justo antes de que la bala atravesara el cráneo de su compañera, unos momentos después la arena y la bala cayeron al suelo.

-Que descortés… atacar a una niña indefensa, ¿quién te crees? -

-Sujeto 091 confirmado, estigma de control y modificación de masa. -

La voz del sujeto se escuchó sobre ellas, todo estaba pasando tan rápido que Furiael no sabía cómo reaccionar, nuevamente el hombre recargó su arma y esta vez disparó desde arriba, la joven chica no vio en qué momento el atacante redujo tanto su distancia, pero Kamellias sí había notado cómo de un solo salto quedó a no más de ocho metros encima de ellas.

- ¿Quién demonios te crees bastardo? -

Kamellias levantó su brazo derecho cubriendo la frente de la pequeña para frenar la bala, acto seguido cerró sus puños y una oleada de arena se levantó formando dos brazos y cuyas manos se cerraron brutalmente sobre ellas, todo el lugar se cubrió de polvo y arena impidiendo que Furiael pudiera ver qué había pasado, sus piernas temblaban luego de que el eco del disparo hubiese sido opacado por el estruendo del golpe generado por Kamellias. Un líquido carmesí comenzó a caer sobre la chica, su textura y su olor eran conocidos por ella, en segundos sintió como todo su cuerpo se cubrió de aquel baño de sangre y vísceras, sus ojos comenzaron a desorbitarse un poco, el miedo la consumía al ver como esto caía del cielo y rompía la nube de polvo.

- ¿Qué… qué es esto? -

-Est… estás bien Fu...riael? - dijo la voz de Kamellias, sin embargo, aún no se podía ver más que su sombra cubierta por arena.

Un silencio sombrío dominó el lugar luego de que la pequeña viera como sobre ambas se levantaba un monumento de arena, el cual había aplastado al atacante. La sangre y los pedazos de carne que ahora cubrían su cuerpo pertenecían a un ser humano que unos segundos atrás había tratado de asesinarlas, este líquido carmesí aún goteaba entre los dedos de las gigantescas manos creadas por Kamellias, el polvo ya casi se había desvanecido y fue ahí cuando Furiael notó que el brazo que había protegido su frente comenzó a perder la arena con la que se cubrió, la manga de la chaqueta de Kamellias estaba destrozada y se notaba como un elemento metálico se asomaba por encima de su piel, la sangre comenzó a brotar por la herida y a caer sobre su rostro.

-Estás… estás herida, me salvaste de nuevo. - titubeo Furiael.

- Estuvo cerca pequeña… - Kamellias sonrió.

- ¿Cómo pudiste ver la bala? -

-No le vi, pero estaba apuntando directo a tu cráneo. -

- ¿Cómo lo sabes? -

-Ya te lo contaré, pero déjame descansar. -

Kamellias se tiró a la arena y ambas permanecieron inmóviles por algunos segundos, un silencio fúnebre se adueñó de la escena mientras pensamientos de arrepentimiento e impotencia cubrían la cabeza de la joven, en solo cuestión de unos minutos su vida había sido salvada dos veces y ella no había movido un solo dedo para hacer algo, "si me hubiera movido ella no estaría herida" pensaba con melancolía, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, sintió que había sido una inútil, una y otra vez se repetía el hecho de que no había aprovechado el entrenamiento recibido por Miirik, sin embargo una tibia mano acarició su rostro y limpió la lágrima que caía por su rostro.

- ¿Por qué lloras?, ¿acaso cayo arena en tus ojos?... pensé que esas gafas te protegían los ojos. - Kamellias sonreía como si nada hubiese pasado, su brazo herido permanecía casi inmóvil, no parecía como si le causara dolor. Furiael no pudo contener la risa ante ese comentario.

-Por mi culpa… te hirieron. -

-Culparte por ese descuido sería casi como culpar a Algo por ser tan cabeza dura. -Una carcajada salió de ambas.

- ¿Te duele mucho? -

-He pasado por peores cosas, señorita. -

-Deberías sacar la bala ¿no? -

-Primero debemos ir al este, hay un oasis que podemos usar para limpiarnos y cubrir la herida. -

- ¿Qué estamos esperando? ¡Andando! - Furiael comenzó a caminar.

-Cuánta energía. -

Ambas empezaron a dejar el macabro monumento atrás, sin embargo, mientras la pequeña no miraba, Kamellias observó sus espaldas con un leve tono de preocupación, "él no estaba solo… tenemos que darnos prisa", pensó. A lo lejos, un hombre salió de la arena cerciorándose de no ser visto, este presionó un botón ubicado en su casco el cual tenía un leve parecido a una máscara antigás.

-091 asesinó a delta 1, espero indicaciones. - Acto seguido una voz masculina respondió.

-Seguidles de lejos, que no se percate de tu presencia… los refuerzos ya van en camino. -

- ¿Cómo procedo si me sorprende? -

-Estará solo soldado, así que más le vale que no suceda. -

-Entendido. - El hombre tragó saliva.

- ¿05 recibió algún tipo de daño? -

-Los impactos fueron detenidos por 091 tal como se planeó señor. -

- ¿Número de impactos en ella? -

-Uno señor, el otro fue interceptado por una de sus habilidades. -

- Perfecto, proceda con cautela soldado. -

Luego de un sonido de interferencia la comunicación se cortó y el hombre comenzó a moverse lentamente por la arena guardando distancia, las gafas equipadas en su casco le permitían ver varios kilómetros adelante, sin embargo la duda de cómo esa mujer reaccionó a un disparo desde tanta distancia consumía sus pensamientos, "si me detecta de la misma manera que hizo con mi compañero terminaré igual o peor", pensó mientras pasaba bajo las manos de arena que sostenían lo que quedaba del cadáver de su colega.

Mientras tanto a unos kilómetros de esa ubicación se encontraba una de las bases militares de Silver Fangs, se escuchaban rumores entre los soldados haciendo que varios de estos quisieran dirigirse a los patios, incluso los miembros más novatos habían sido avisados de quienes salían de sus aposentos para ser enviados a una nueva misión. El sonido de unas botas de tacón resonaba en los duros pisos de pavimento de uno de los patios principales, allí se preparaba el jet destinado a ser el transporte que llevaría la cacería a Kamellias y Furiael. Los pasos provenían de una mujer de menos de 1.70 mts, esta se pavoneaba mientras cientos de soldados se subían unos sobre otros con tal de poder ver sus caderas moviéndose al ritmo de su larga trenza de cabello negro, la piel canela que lograba verse en su abdomen, rostro y voluminoso pecho brillaba con la luz del sol contrastando con su propio sudor, dejando así a los soldados con una bella y provocativa vista. Sin embargo, la vista no era del todo bella ya que a sus espaldas le seguía un gigantesco hombre de poco más de 3 metros de estatura, este daba pequeños pasos guardando una leve distancia con la mujer, sus manos estaban rodeadas de una gruesa cadena que se arrastraba hasta llegar a las manos de su guía, el rostro del hombre estaba cubierto con una bolsa de lino y amarrada a su cuello con otra cadena adicional sostenida por un enorme candado. Los murmullos no se hicieron esperar, algunos ya habían visto esta extraña pareja y otros solo se acercaban por el morbo de escuchar sobre las historias que se contaban sobre ellos.

El enorme avión que los llevaría a su misión aguardaba con su compuerta trasera abierta, la mujer se acercó lo suficiente para indicarle a su enorme y musculoso amigo como entrar, el hombre puso un pie en la trampilla del jet y esta se resquebrajó un poco, mientras este subía del todo el transporte se movía frenéticamente ante sus pasos, casi parecía como si de un momento a otro el transporte fuese a colapsar por culpa de la bestia.

-Buen chico, ahora toma asiento. - dijo la mujer mientras giraba su vista hacia algunos de los soldados en las rejas, luego de guiñar uno de sus ojos les sonrió.

-Lamento el inconveniente, el otro transporte había salido hace unas horas comandante. - dijo un soldado mientras se acercaba a ella, este era uno de los encargados de preparar el jet. La mujer le ignoró por completo y giro su vista hacia un automóvil militar que se acercaba a su posición. Su expresión no pudo ocultar un aire de desagrado.

-Interesante, no sabía que él también había sido enviado. -

La mujer se puso firme y levantó su mano sobre su frente haciendo una señal de respeto al hombre que se estaba bajando del jeep, los soldados cerca miraron desconcertados, pero al darse cuenta quién era el sujeto que caminaba hacia ella, se pusieron erguidos y repitieron la señal luego de un grito al unísono, "Bienvenido, General". El sudor comenzaba a salir de los poros de los presentes al ver las insignias marcadas en la chaqueta militar de aquel hombre, pocas veces había sido visto en situaciones no formales, sin embargo todos sabían que su rango venía del mérito de hacer cosas que muchos no podían, solo estar a su lado era una sensación de temor y respeto, nadie puede molestarle, nadie puede tocarle y nadie puede mirarle a los ojos; eran las reglas básicas que todo soldado en la fuerza debía seguir al momento de tener la oportunidad de verle, la mujer sin embargo le miraba fijamente y se comportaba como si no le importara quién estaba frente a ella.

-Deben llegar con vida, esa es la orden comandante. -

-En efecto General, las traeré vivas. - la mujer sonrió.

-Creo que no me ha entendido soldado… ¿Por qué escogió a 056 para el encargo sabiendo mis órdenes? -

-Es el mejor rastreador que tengo. -

-Y también su seguidor más inestable… no quiero fallos en esto comandante, si cualquiera de las dos muere usted será llevada a corte marcial, ¿entendido? -

La sonrisa de la mujer se borró y su mirada se tornó seria.

-Repito comandante, ¿escuchó mis órdenes? - el hombre frotó su barba y le miró con mucha seriedad.

-Fuerte y claro General. -

Este arregló su boina y se dio la vuelta mientras los soldados aún anonadados de su presencia permanecían inmóviles.

-Tengo una orden adicional… -

-Escucho General. -

-No mueras… Rebecca. -

La mujer quedó petrificada mientras aquel sujeto se alejaba hacia su automóvil y se metía dentro aun manteniendo su mirada fija en ella, luego de esto el jeep arrancó y se alejó de la plataforma.

-Estamos listos comandante. - dijo el piloto desde un costado del avión mientras miraba a la mujer.

-En marcha, ¿tiempo con el objetivo? -

-35 minutos, señora. -

-Más te vale que sean 20. - ella subió al jet y se acurrucó en una de las enormes rodillas de su acompañante mientras suspiraba y sonreía debido a la última orden dada por su superior, entonces por primera vez en todo ese tiempo, el gran hombre habló.

- ¿Comeré? -

-Claro pequeño… tendrás un festín si haces lo que te digo. -

Una risa estruendosa y algo extraña salió del sujeto quien aplaudió con emoción, mientras el piloto despegó dejando la base atrás.

Sobre una de las montañas se divisó a un encapuchado quien observaba la partida del jet y al ver como desaparecía en el horizonte comenzó una carrera hacia la base que el vehículo había acabado de dejar, el extraño hombre esquivó varias de las luces de seguridad con facilidad y pasó tras los guardias sin siquiera llamar su atención, poco después desapareció entre las sombras del complejo.

Kamellias y Furiael llegaron a un hermoso oasis en el cual comenzaron a limpiarse y arreglarse luego de lo sucedido, este estaba rodeado de una gran cantidad de palmeras creando un bosque del cual no se veía fin, el agua se tiñó de rojo y sus cuerpos poco a poco retomaron su color natural. Ninguna de las dos mencionaba palabra alguna, ambas miraban el agua y se hundían en sus propios pensamientos respecto a lo que había pasado, Kamellias sabía que no era el fin y que pronto se vería envuelta en otra situación igual o peor que la anterior, observaba el agujero en su brazo y lo limpiaba cuidadosamente, "como pude distraerme contra unos novatos… alguien les dijo cómo proceder, de otra forma como lograron sacarme de mi zona de confort" pensó mientras saco una navaja y comenzó a calentarla con un encendedor.

- ¿Qué harás con eso? - pregunto Furiael.

-Cauterizaré la herida, aún queda un largo camino por recorrer y no puedo arriesgarme a una infección. -

-Eso no evitará que se infecte. -

-No, pero será mucho mejor que tener la herida abierta. -

- ¿Por qué no dejaste que me matara?, fui un estorbo y pudiste no haber salido herida. -

La daga se clavó en el suelo a unos pocos centímetros de la posición de Furiael, ésta retrocedió un poco por el susto que le causó, no se esperaba ese movimiento y cuando volteo su rostro para ver a Kamellias notó como ésta le miraba con un tono serio y algo molesto.

-Si piensas que tu vida o la de alguien más no vale la pena… ¿por qué no te matas y dejas de ser lo que dices que eres? -

-Yo... lo siento. - dijo titubeando.

-La vida es algo que no se toma a la ligera niña, es un regalo que se debe aprovechar hasta el último aliento. Un sabio me dijo una vez, vive con intensidad y fuerza para que el día que no estés, aquellos que te conocieron te mantengan viva en sus recuerdos. -

-Si alguien te ama te recordará, ¿no es no lo mismo? -

-Que te recuerden por cosas tristes es lo mismo que no haber vivido, que te recuerden por hacer cosas grandes es diferente, te lo explicare así, ¿quieres que yo te recuerde cuando mueras o prefieres que el mundo entero se entere de cómo viviste? -

La joven guardó silencio unos instantes, tomó la navaja y la lavó en el lago para luego devolvérsela a Kamellias.

-No sé si pueda ser alguien como dices. -

La mujer tomó el cuchillo y lo calentó nuevamente hasta que su metal se tornó un poco rojo, luego lo colocó sobre su herida sin hacer ningún gesto de dolor, se notaba como el sudor bajaba por su frente, le dolía endemoniadamente, pero aguantaba sin demostrarlo.

-Muéstrale al mundo que te duele… y te hará sentir el verdadero dolor, ignóralo y verás cómo se arrodillan a tu paso. -

Luego de esto se vio como su carne estaba chamuscada y el sangrado se había detenido, Kamellias dejó el cuchillo en el suelo, pero Furiael lo tomó de vuelta.

- ¿Qué haces niña? -

-No quiero ser un estorbo… no quiero lastimar a los que aprecio, quiero ser fuerte como tú y "Algo". -

Una pequeña sonrisa salió de Kamellias.

-No somos fuertes, solo sabemos lo que duele la vida y sentimos la satisfacción que da eso. -

-Porque el dolor, te hace sentirte vivo. -

Furiael calentó la navaja y la puso sobre su antebrazo izquierdo mientras mordía sus labios.

- ¡Pero ¡qué haces! -

- ¡Seré fuerte! - Gritó mientras aún sostenía el metal caliente en su piel. -cada vez… cada vez que flaquee veré esta cicatriz y recordaré mi convicción. ¡Viviré!

Unas palabras rebotaron en la mente de Kamellias, "en aquel lugar me convirtieron en un arma, pero no tenía voluntad u opción de conocer mi futuro, si eres tú quien me traza la meta no me molesta que mi propósito se cumpla a tu lado, no sé por qué tu madre te hace sentirte de esa manera, pero yo luchare y si tengo que ser un soldado lo seré, ahora soy libre y no quiero que nadie más vuelva a pasar por lo que yo pase, si soy un arma, seré una para liberar al mundo.", finalmente la chica dejó caer el cuchillo al suelo y vio como una marca rojiza se había formado en su piel, le ardía como el infierno, pero su corazón ahora palpitaba con la misma intensidad.

-Me impresionas, aunque eso fue algo estúpido. - dijo sonriendo.

-Estoy viva. - sonrió mientras sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Lo estás pequeña; lo estás. Ahora ven aquí y saca ese dolor. - Kamellias le abrazo mientras Furiael estalló en llanto.

-Tranquila, sácalo todo pequeña, saca lo que te ancla y evita que vivas con todas tus fuerzas. -

-Es lindo hablar con alguien como tú-

- ¿Por qué lo dices? -

-No lo sé, pero hablas con mucha sabiduría. -

Una pequeña risa salió de Kamellias.

-Mi maestro estaría muy en tu contra. -

-Me gustaría conocerlo. -

-Ya lo conoces pequeña. -

Kamellias dio unas palmadas en la espalda de la chica y luego se levantó mientras comenzaba a crear una venda con un pedazo de tela de su blusa.

A lo lejos justo encima de las manos de arena donde había ocurrido la batalla, el jet que transportaba a Rebecca y su gran acompañante se detuvo haciendo uso de unos propulsores especiales, estos permitían al avión quedarse estático en una zona simulando a un helicóptero.

-Muy bien, no se aleje, no creo que tardemos mucho. -

Una risa algo macabra salió de la mujer quien se subió sobre la espalda del gigante, este se acercó a la compuerta y luego de la aprobación de su jinete saltó cayendo encima de la lúgubre escultura que se despedazó levantando nuevamente una nube de polvo, segundos después el gran hombre comenzó a olfatear el suelo como si de un sabueso se tratase.

-Buen chico, encuentra cualquier rastro que huela diferente a la sangre de este estorbo. -

Casi al instante el hombre comenzó a saltar como un toro rabioso, la mujer haló sus cadenas con fuerza haciendo que este se detuviera en seco haciendo sonidos similares al chillido de un animal, al cabo de un momento el sujeto comenzó a caminar lentamente en una dirección como si solicitara el permiso de la chica.

- ¿Es por ahí? - dijo Rebecca sosteniendo la cabeza del hombre a lo que él respondió asintiendo. -Bien Alphonse, busca y captura. -

Luego de un grito desenfrenado el hombre comenzó a correr en cuatro apoyos a una velocidad impresionante dejando solo arena levantándose a sus espaldas, la mujer sobre él mostraba una sonrisa de satisfacción mientras su trenza era movida con el viento. No pasó mucho tiempo para que el gigante cruzara al lado del soldado que había estado siguiendo a las chicas, Alphonse cruzó tan rápido que le cubrió de polvo y no pudo detenerse a tiempo terminando por frenar varios metros adelante, el soldado quedó perplejo y sus piernas comenzaron a temblar en el instante que el gran hombre se acercó de nuevo a él.

- ¿Situación soldado? - dijo Rebecca asomándose por encima del gran hombre.

- ¡comandante! - el hombre se puso erguido y le saludo con respeto.

- ¿Tengo que repetir? -

-Lo siento señora, el objetivo tomó dirección al oeste, pero perdí sus rastros en aquellos árboles. -

-Ya veo… - dijo con un tono molesto en la voz.

-Al parecer 091 modificó el camino para crear un laberinto entre los árboles. -

-Bien, iré a buscar… por otro lado, ¿alguien no le avisó que no tolero las excusas? -

-Mis más sinceras disculpas señora, no volverá a pasar. -

-Te creo... -

La mujer comenzó a bajar del lomo del sujeto halando la capucha que le cubría el rostro, el soldado comenzó a temblar aún más que antes y de un momento a otro se dio la vuelta y corrió suplicando para no ser lastimado, sin embargo cuando Rebecca tocó la arena con sus pies, soltó las cadenas y seguido de una orden solo se escucharon gritos y súplicas que se ahogaron a los pocos segundos en sórdidos sonidos prominentes de Alphonse, mientras la mujer se alejaba se veía como vísceras y sangre volaban por los aires y como el marrón de la arena se tornaba rojo.

-Muy bien Alphonse, están cerca de aquí… busca y aprisiona. -

Rebecca realizó una seña y la bestia la tomó por el torso y la subió a su espalda con delicadeza, esta tomó la tela con la que antes estaba cubierto el rostro de Alphonse y nuevamente ocultó su aterradora forma. El gigante comenzó a correr nuevamente haciendo que el suelo a su alrededor desprendiera grandes cantidades de arena dejando tras él una enorme nube de polvo. Un sonido grotesco similar al de una bestia rabiosa salía de la boca del sujeto, la mujer solo sonreía mientras se agarraba con fuerza de la cadena en el cuello de su montura, su rostro mostraba una faceta trastornada y ansiosa, por su mente pasaban formas de divertirse sin matar a sus objetivos; "Supongo que llevarlas vivas, pero con los huesos rotos cuenta como éxito", pensó mientras miraba el horizonte.

Varias aves asustadas alertaron a Kamellias de la presencia de los invitados no deseados dentro del oasis, sin embargo, la velocidad de Alphonse era algo que ni ella podía prever, dos palmeras se partieron en pedazos y uno de los gigantescos brazos del sujeto envío a la mujer directo al lago, Furiael vio como la monstruosidad levantó el suelo al caer a tan solo unos metros de ella.

- ¿Qué… es esa cosa? -

- ¡Corre! - grito Kamellias mientras salía del agua sosteniendo su abdomen.

Sin esperar ni un segundo a su reacción, Alphonse levantó el pequeño cuerpo de la joven usando la palma de su mano, un hilo de sangre salió por su boca mientras el aire se desvanecía de sus pulmones, Rebecca saltó del lomo de su acompañante y tomó a Furiael por el cabello mientras con una mirada desorbitada le susurró al oído.

-Sorpresa, las encontré. -

Con un solo movimiento lanzó a la pequeña haciendo que rodara por la arena terminando casi en la orilla del lago, un gemido de dolor prominente de Furiael se escuchó mientras el monstruo la levantaba de su ropa con los dedos. Un silbido se escuchaba en el oído de la chica, el golpe le había dejado sin aliento y muy mareada, su mirada se desenfocada mientras veía cómo su cuerpo se elevaba hasta llegar frente al rostro cubierto de la bestia.

- ¿Yo poder comerla? - dijo Alphonse mientras su baba caía por debajo de la bolsa que cubría su cara.

-No, ellas no son comida… al menos no por ahora. -

Kamellias salió arrastrándose del agua mientras su sangre aún brotaba de sus labios, al parecer el golpe le había roto una costilla y esto le estaba causando un dolor insoportable. Su visión fallaba mientras trataba de ponerse en pie para observar cómo el gigante zarandeaba el cuerpo de la chica como si de una muñeca de trapo se tratase, la ira comenzó a dominar su cuerpo y a nublar su mente.

- ¡Suéltala ahora! -

-Vale. - Dijo Rebecca mientras ordenaba a su compañero que hiciera lo que les pedían.

Alphonse tomó a la chica por una de sus piernas y la estrelló en contra de una de las palmeras haciendo resonar cuando los huesos de estas se fracturaron, su cuerpo comenzó a caer al suelo seguido de su gutural grito de dolor. Una risa extraña y bulliciosa salió del hombre mientras aplaudía tras escuchar el cuerpo caer, un leve silbido líquido resonó en el lugar antes de que el gigante fuera empujado varios metros por un potente chorro de agua, éste tosió mientras se veía como la tela sobre su cara se encontraba empapada y casi pegada a su deforme rostro. Kamellias permanecía con las manos aún levantadas luego de crear el contundente golpe contra el monstruo y justo tras de ella se encontraba Rebecca sentada sobre la copa de una de las palmeras.

-Eso ha sido muy grosero de tu parte, a mi compañero no le agrada bañarse con frecuencia. - dijo la comandante con un tono irónico.

Sin decir palabra alguna, Kamellias se dio la vuelta y golpeó uno de los troncos que al instante se deformó creando varias púas de madera en dirección a su cínica contrincante, sin embargo, estos se destrozaron contra el brazo de Alphonse justo antes de impactar en su objetivo real quien ni siquiera parpadeó ante el ataque.

- ¿Estás segura que la ira es la forma correcta de enfocarse en una batalla? - inquirió Rebecca en un tono burlón.

- ¡Pequeña hacer daño en mí! - repetía varias veces el gigante quien en solo un segundo se había movido más de 15 metros para detener ese ataque.

-Solo son rasguños Alphonse, quizás ella también quiere que le rompas las piernas. -

- Yo romper, ¿y no matar? -

Mientras él se daba la vuelta para preguntar cómo proceder, Kamellias aunque anonadada al ver la velocidad con la que su oponente cubrió el ataque, se dio cuenta de la apertura y saltó sobre uno de sus brazos, tocando una de las cadenas y causando que esta se apretara con tanta fuerza que aquel hombro se desprendiera de su cuerpo, un chillido similar al de un cerdo se escapó por las fauces del gigante al tiempo que ella se dispuso a hacer que la cadena de su cuello arrancará su cabeza de igual manera que hizo con su brazo, no obstante Rebecca no lo permitiría y aprovechando la distracción en Kamellias, se lanzó golpeando con una patada directamente en el rostro de la mujer quien cayó con fuerza sobre la arena.

Alphonse lloriqueaba como si se tratara de un pequeño bebé, se tiró al suelo y rodó mientras se sostenía el muñón que hace unos momentos conectaba su brazo a su cuerpo, mientras Kamellias trataba de reponerse del golpe, Rebecca acariciaba la cabeza del gigante con delicadeza.

-Tranquilo, solo te dolerá un momento. -

Aprovechando la distracción, Kamellias se dispuso a correr hacia donde se encontraba Furiael aun gritando de dolor, sin embargo fue interceptada por el enorme brazo amputado de Alphonse que había sido lanzado por él mismo, entonces fue cuando vio una de las escenas más grotescas que jamás había presenciado, la mujer transformó toda la parte inferior de su cadera en un exoesqueleto similar al de una araña y usando su cola estaba cubriendo la enorme herida de su compañero con una especie de baba de color negro. Un extraño líquido rojizo salía de la boca de la mujer que al combinarse con el material expulsado por su parte trasera creaba una dura capa de algo similar a brea, Alphonse permanecía quieto observando a su presa aún atrapada bajo su miembro.

-091, un estigma de clase Beta capaz de controlar materia, modificarla y crear cosas a partir de imágenes mentales, 33 años, dos hijas y una pequeña afición por las pinturas neoclásicas. - dijo Rebecca mientras bajaba del hombre con la misma tela con la que había parado su hemorragia.

- ¿Realmente crees que su patético intento de enfrentarse a quienes controlan el mundo, a quienes crearon lo que ahora son sus habilidades, rendirá frutos? -

-Mi nombre es Kamellias, no ese estúpido número. - respondió mientras escupía algo de sangre.

La araña caminó hasta poner varias de sus patas sobre el brazo amputado de Alphonse, se notó como dicha fuerza oprimía un poco más el cuerpo de Kamellias.

-Mira, patético gusano, alguna vez te preguntaste el ¿por qué hay personas que como nosotros que aceptamos el Estigma y servimos fielmente a quienes actualmente controlan el proyecto desde las sombras? -

La chica guardó silencio.

-Ellos creen que nos controlan, que tienen el futuro en sus manos y que cuando la guerra estalle, de las ruinas, los modificados seremos quienes les ayuden a retomar las riendas y hacer que todos sus opositores mueran o se arrodillen. -

-Así que disfrutas lastimando inocentes… ¿eso te hace sentir poderosa? -

Una leve risa burlona salió de la mujer, a sus espaldas Alphonse caminaba hacia el cuerpo de Furiael quien seguía intentando arrastrarse a pesar del dolor.

-No lo siento, lo soy. - una de las patas levantó el mentón de su aprisionada contrincante.

- ¡Suéltame! -

- ¿Aún no lo entiendes? … tú no estás en posición de solicitar o exigir, solo estás viva porque alguien más desea que lo estés. -

- ¡Que me sueltes te digo, perra! -

Luego de ese grito, Kamellias mordió con fuerza la pata que sostenía su rostro, un grito de dolor en eco salió de los labios de Rebecca quien dominada por la ira levantó el brazo de su compañero y posteriormente haciendo uso de dos de sus extremidades clavó el torso de la mujer. Furiael entró en cólera al ver como la sangre de su compañera caía por las patas de la araña, su dolor desapareció y su cuerpo hizo algo que hasta ahora era desconocido para ella, sus huesos comenzaron a sanarse a gran velocidad mientras los músculos de todo su cuerpo se hinchaban, su vista se afiló y el suelo bajo ella se resquebrajó mientras nuevamente se ponía de pie.

Un grito de ira prominente de la pequeña llamó la atención de todos los presentes, Rebecca lanzó a Kamellias haciendo que se golpeara con algunas rocas, la sangre comenzó a esparcirse bajo ella y con una sonrisa señaló a Furiael.

-Alphonse, creo que no rompiste bien sus pier… -

Su frase se detuvo en seco al mismo tiempo que sus ojos se abrieron impresionados, la joven había logrado llegar casi a golpearla, pero su compañero detuvo el impacto, las gafas destrozadas de la pequeña salieron despedidas por los aires debido a la velocidad que tomó para llegar hasta la confiada comandante, un sonido seco mostró como el golpe rompió algunas costillas de Alphonse. Un intercambio de brutales ataques comenzó entre ambos contendientes, Rebecca seguía perpleja de ver como la chica que hace unos minutos no podía moverse, se encontraba ahora sosteniendo un combate de fuerza bruta contra su mascota. Sus pensamientos giraron en torno al porqué no había recibido información del estigma de la niña que debía recuperar, no podía matarla y debido a pedirle a su compañero que se controlarse, ella podría matarlo.

-Alphonse no te contengas… -

Aunque la batalla estaba equilibrada, luego de que Rebecca diera esa orden todo cambió, un solo golpe del gigante envió lejos a Furiael y acto seguido una risa de felicidad salió de su máscara mientras era retirada por sí mismo, Kamellias no pudo ocultar su rostro de miedo y desagrado ante lo que sus ojos estaban viendo, un rostro desfigurado compuesto de unas mandíbulas metálicas similares a una trampa para osos reemplazaron su boca, pedazos de carne de su última comida aún colgaban de sus colmillos, sus ojos estaban cerrados a la fuerza por hilos de cobre que continuaban haciendo uniones por varias zonas de su cráneo, era casi como si este estuviese compuesto de la piel de varios rostros.

-Te castigare si al terminar no respira. - Agregó Rebecca.

-Yo no matar, pero si poder morder. -

-Como quieras. -

Luego de mover su mandíbula, Alphonse se dispuso a caminar hasta su brazo, sin embargo, Furiael nuevamente llegó hasta él para continuar sus ataques, pero esta vez quien le detuvo fue Rebecca quien ancló sus pies al suelo con una bomba de tela como la que uso para parar la hemorragia de su compañero, aunque la pequeña trataba de moverse se sentía como si ese material fuera cemento y a duras penas mostraba algunas grietas.

-Calma chica, deja que el buen hombre ponga su brazo en su lugar. - sonrió.

- ¿Qué es esa cosa? - dijo Kamellias casi sin fuerzas.

-Un alterado, ¿qué no lo ves? - respondió señalando a la frente del sujeto en la cual se observaba como un cristal de color rojo brillante se mantenía unido a su piel por medio de los hilos de cobre.

-Nunca vi uno que tuviese su estigma fuera de su cuerpo. -

-Bueno, él no es perfecto. Es un simple Felher. -

Mientras ambas mujeres conversaban Alphonse tomo su brazo y lo clavó de nuevo en su hombro como si nada hubiese pasado, al instante varios hilos comenzaron a unir nuevamente su extremidad.

-Si podía hacer eso, ¿Por qué cubriste su hemorragia? -

-No le gusta ver su propia sangre, si no lo hacía no se hubiese calmado. - Respondió con un tono de ironía.

- ¿Es una broma? -

-Desearía que lo fuera, pero los Felher son algo inútiles. -

-Eres despreciable. -

Antes de recibir una respuesta, Furiael logró romper sus ataduras y acto seguido lanzó un golpe al abdomen del sujeto, pero este lo detuvo con otro golpe. Ambos puños chocaron haciendo que los huesos de sus nudillos se rompieran en pedazos produciéndole heridas superficiales, sin embargo, esta vez ninguno de los dos realizó ningún sonido de dolor, la velocidad y la brutalidad con la que se atacaban aumentó, primero una patada de la chica que reventó algunos dedos del sujeto y luego una cachetada en retorno que además de elevar a la pequeña por los aires descuadro su mandíbula.

- ¿Cuál será el estigma de esa mocosa? - cuestionó Rebecca luego de ver como Furiael bajaba de la palmera en la que había impactado, no realizaba ningún sonido, aunque prácticamente se podía ver como la piel de su rostro se había desgarrado a causa de su propio hueso.

- ¿Te da miedo? - respondió con una sonrisa.

La comandante algo molesta giró su mirada de nuevo para ver algo que la impactó aún más, ante sus ojos la piel de esa chica se estaba regenerando lentamente y su mandíbula volvió a su lugar. Por otro lado, Alphonse saltaba de emoción mientras cosía sus propias heridas, incluyendo los dedos que acababa de perder.

- ¡Ella ser divertida, madre! -

-" ¿Madre?"- se preguntó Kamellias.

- ¡No te confíes! - gritó Rebecca.

Un grito de guerra salió de la joven quien parecía haber crecido unos 10 cm, su musculatura se hacía notar y un movimiento desagradable de su interior se alcanzaba a notar mientras caminaba hacia su oponente. El gigante hizo el primer movimiento esta vez, su boca metálica simuló una sonrisa y los deformes agujeros que tenía por nariz se expandieron, enseguida usando su pie levantó una gran cantidad de arena que cegó a Furiael y segundos después le embistió usando todo su cuerpo, el impacto hizo crujir su cuerpo contra uno de los troncos que terminó por caer debido a la fuerza. Acto seguido tomó a la chica del brazo y la agito terminando por estrellarla en la arena, su baba comenzó a caer de las fauces metálicas al ver la sangre generada por los golpes.

-Furiael, ¡no! -

Kamellias intentó moverse, pero luego de dar algunos pasos cayó nuevamente mientras sentía como si su cuerpo quisiera dormir. Rebecca retomó su forma humana y caminó hacia su compañero, mientras agarraba a Kamellias por el cabello y comenzó a arrastrarle. Todo quedó en silencio mientras la arena se despejó para dejar ver el cuerpo de la joven que yacía estático boca abajo.

-No, niño malo. No debes comerla, ya te dije que debe estar viva… si es que después de esos golpes lo está. - suspiró.

-Pero yo hambre tener. -

-Ponte tu máscara y recoge a la chica, nos vamos. -

Luego de refunfuñar Alphonse caminó hacia su máscara y Rebecca se dio la vuelta aun arrastrando el cuerpo de su oponente como si de un trofeo grotesco se tratase, sin embargo un estruendo le hizo girar nuevamente viendo como el gigante se había elevado varios metros en el aire dejando una estela de vísceras prominentes de su abdomen, Furiael ya no se encontraba tirada en el suelo, pero lo que había golpeado a su compañero tampoco parecía ser ella, dos alas se extendieron y un rugido gutural erizó los cabellos de la comandante.

-" ¿Qué es esa cosa? "- pensó mientras daba unos pasos atrás.

-Deberías despedirte, perra. - Respondió Kamellias antes de quedar inconsciente.

El extraño ser saltó con fuerza impulsado con sus alas y fue en ese instante donde se vio como su figura tenía un aspecto femenino, cabello largo de color negro ondeaba por su espalda, de su coxis salía una cola terminada en pica la cual se movía mientras se elevaba, justo después una lluvia de sesos y huesos cayó del cielo precedido de un "Mami, duele", las manos como garras de aquel monstruo eran tan grandes que habían rodeado el cráneo de Alphonse el que luego de un pequeño esfuerzo se hizo trizas entre sus dedos. Momentos después el gigantesco cadáver de la bestia golpeó el suelo con fuerza y sobre él se posicionaron dos pezuñas.

-Al...Alphonse. -

Al mirar el rostro de su asesina notó los rasgos físicos de la pequeña levemente alterados, su apariencia era algunos años mayor, pero sin duda era ella. De su frente dos protuberancias simulaban unos cuernos y su pecho había dejado de ser el de una adolescente para convertirse en algo más sugestivo, aún tenía parte de su ropa puesta, sin embargo, alrededor aún se veían volar fragmentos de la misma, de alguna manera su aspecto físico se había vuelto demoníaco, incluso su piel ahora era de un leve color azulado. Otro rugido salió de lo que antes era Furiael, sus ojos se habían tornado negros y de sus labios se asomaban algunos pequeños colmillos, Rebecca sintió miedo por primera vez en mucho tiempo, sin embargo, otro sentimiento impidió que saliese corriendo; Ira y dolor corrían como sangre en su cuerpo, sus ojos soltaron algunas lágrimas antes de que su nueva contendiente se lanzara velozmente a obtener su cabeza.

-Tomaré tu cabeza, tú… ¡llegarás sin vida! -

De su boca salió una gran cantidad de tela espesa la cual se pegó al puño de Furiael y varias de las palmeras circundantes, esto solo retraso el impacto para que pudiese ser esquivado por ella y de esta forma poder contraatacar, su cuerpo nuevamente mutó en su forma arácnida permitiéndole moverse rápidamente hacia la espalda del demonio. Ya detrás con su cola cubrió sus alas con la misma tela y posteriormente saltó sobre los árboles para ocultarse. Furiael estaba en éxtasis, no podía controlarse y el sentir como sus alas estaban inutilizadas hizo que su furia se incrementará; frenéticamente comenzó a golpear todos los troncos a su alrededor haciendo que estos cayeran, su intención era encontrar a la araña que ahora se movía con rapidez encima de ella, sin embargo, contó con la suerte de cubrir a su compañera entre las hojas de los árboles caídos sacándole así de su vista.

Pasaron algunos minutos en los que ella caminaba y saltaba erráticamente hasta que se notó cansancio en sus movimientos, Rebecca no tenía la fuerza para ganarle en un combate directo, pero no era tonta, vio que el autocontrol de su enemiga era nulo, solo esperó y finalmente el demonio cayó. Lentamente bajó a la arena y caminó ocultándose, Furiael permanecía de rodillas en el suelo jadeando sin control, sus alas empezaron a caerse a pedazos junto con la tela que les aprisionaba, su piel retornaba a su rosa común y sus cuernos poco a poco se volvieron ceniza. El rostro de la comandante comenzó a deformarse dejando salir unos enormes colmillos de su boca, un líquido púrpura se deslizaba por ellos hasta caer al suelo quemándolo al tacto, cautelosamente se posicionó detrás de la chica quien había recuperado su forma natural y se dispuso a morder su cuello, sin embargo, tuvo que desistir y saltar a un lado para esquivar un proyectil que se dirigía a su rostro.

-Maldita sea, ¿ahora qué? -

Los disparos no se hicieron esperar, todos dirigidos a ella y viniendo de varias direcciones, confusa y furiosa subió a una de las palmeras e inició el escape, su venganza tendría que esperar, eran muchos y por alguna razón estaba tan cansada como si hubiese sido ella quien luchó por horas. De los árboles comenzaron a salir varios soldados que tomaron a Kamellias y la acomodaron en una camilla, otros rodearon a Furiael mientras finalmente caía dormida tras escuchar "están vivas, sáquenlas de aquí".


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