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—¿Exactamente qué tipo de ingredientes preciosos se utilizaron para hacer estos platos? —fue Roy quien cuestionó a la excelente chef y a su amo.
—Es suficiente para costar una fortuna —respondió Damien a su primo de manera casual, impropia de un señor al usar una servilleta negra para limpiarse el aceite de los labios.
—Incluso un Conde no se atrevería a ser tan extravagante —agregó Sandra—. Honestamente me sorprendió que el amo permitiera el uso de tales ingredientes.
—Cualquier otro día... y sería demasiado tacaño para dejarme probarlo —la última frase fue murmurada en una voz baja comparable al zumbido de un mosquito.
Sin embargo, fue escuchada por Roy y Damien ya que sus estadísticas básicas estaban por encima de 300.
El primero se preguntó si ella sería castigada por decir esas cosas sobre su amo en público.
Pero el segundo le demostró que estaba equivocado y no se molestó en mencionar que la había escuchado.